Foto por Vanessa Serra Diaz
El reto más grande que ha enfrentado la senadora Ana Irma Rivera Lassén a través de su carrera política partidista ha sido el racismo estructural que impera en el marco jurídico y en el sistema gubernamental de Puerto Rico.
Ese racismo sistémico, que genera intolerancia a las diferencias, la ha violentado como líder política afrodescendiente. “El más fuerte de todos los ataques que yo he recibido a lo largo de todos estos años de estar activa en la política partidista es el racismo”, afirmó Rivera Lassén durante el conversatorio virtual Violencia política racista y machista contra las mujeres afrodescendientes en América Latina, organizado por el Centro de Mujeres Afro, el Frente de Mujeres Afropolíticas y la Coalición Global contra el Racismo Sistémico y por las Reparaciones.
La senadora agregó que ha sentido la violencia racista más que la de género, aunque reconoció que durante su participación política como coordinadora general y senadora del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), y durante su reciente candidatura a la comisaría residente en Washington por esta colectividad, pudo identificar ataques muy fuertes en todas las direcciones de su interseccionalidad como mujer, persona afrodescendiente e integrante de la comunidad LGBTQ+.
En el diálogo virtual, celebrado el pasado martes, 19 de noviembre, también participaron Katherine Moreira, diputada de la República de Costa Rica; Teresa Mojica, diputada federal de México entre los años 2012 y 2015; y Epsy Campbell, vicepresidenta de la República de Costa Rica entre 2018 y 2022. Fungió como moderadora Priscila Scott, embajadora de la diáspora africana en Costa Rica. Las experiencias de todas estas lideresas coinciden en que han sido de las pocas o las únicas mujeres afrodescendientes en puestos políticos en sus países.
Enfrentan la violencia racista
Para Epsy Campbell, “nuestra realidad política como líderes políticas negras es diferente al resto de las realidades que enfrentan las mujeres en la política. Una es mayormente víctima de violencia racista que de violencia de género cuando estamos en los puestos políticos, lo que no le pasa al resto de las mujeres. De manera automática se refieren a nuestra identidad racial para descalificarnos”, señaló.
El asunto de raza les ha impuesto a estas representantes otro reto, incluso entre el sector de las líderes políticas. Según Campbell, “la solidaridad de unas mujeres con otras cuando hay violencia política es muy diferente a la solidaridad que tienen esas mismas mujeres cuando la violencia política es ejercida hacia las mujeres afrodescendientes. De alguna manera, la sororidad de la identidad de género mujer no se manifiesta con el mismo ímpetu cuando quien está en una situación de agresión de violencia política racista es una mujer afrodescendiente. Ahí se siente mucho más el silencio, mucho más el vacío, mucho menos esa lógica de que entre todas salimos hacia adelante”.
Las panelistas coincidieron en que la violencia política contra las mujeres afrodescendientes no puede abordarse únicamente desde los sistemas de leyes de sus países porque estos marcos jurídicos no reconocen la estructura racista de organización de las sociedades y responden al patriarcado y al machismo.
Epsy Campbell, vicepresidenta de la República de Costa Rica entre 2018 y 2022, durante un evento en Puerto Rico celebrado en febrero de este año. Foto suministrada
Para abordar la violencia política contra las mujeres afrodescendientes, hace falta, por un lado, que sean las mismas mujeres afrodescendientes que experimentan ese tipo de violencia las que aporten a la formación de un marco normativo modelo que incluya sus realidades, según establecieron las participantes.
En el caso de Puerto Rico, hay un marco de ley que reconoce que el país tiene un problema de racismo y que obliga a las agencias a tomar medidas, “pero lo primero es que en el país no se reconoce el racismo, aunque lo diga la política pública”, mencionó Rivera Lassén.
El trabajo contra la violencia política y machista debe involucrar, además, a la sociedad civil. Según la senadora, un cambio a nivel sistémico se va generando cuando las sociedades toman conciencia y empujan el aparato gubernamental para que se implementen las políticas públicas que favorecen la justicia para las personas afrodescendientes. Como estos cambios no son “automáticos ni autoejecutables”, se requiere de personas con conciencia y compromiso en los organismos gubernamentales. En Puerto Rico, por ejemplo, es importante este tipo de personas en la Legislatura, dijo Rivera Lassén.
Esta representación política tiene que ser una de gente “que ha tomado la agenda de lucha contra el racismo, el sexismo y la discriminación porque podemos tener representaciones políticas de personas afrodescendientes a las que les pasa muy de largo estos temas”, añadió Epsy Campbell.
A su vez, el proceso de crear conciencia en los diferentes sectores del país requiere, a juicio de Rivera Lassén, traer a la palestra “ejemplos de cómo se sufre la discriminación política o de todas las manifestaciones racistas y sexistas de las mujeres afro. Tenemos que exponer los ejemplos de cómo es que se vive y se siente el discrimen”.
La senadora ejemplificó esta visibilización necesaria con el recién proceso de aprobación de la Ley contra el discrimen por razón de estilos de cabello, que establece que, en entornos laborales, no se discrimine a las personas por estilos ni texturas de cabello. “En esta ocasión, lo más importante para que el proyecto de ley se aprobara fueron las vistas públicas que logramos hacer en el Senado, en las que se dieron testimonios de las discriminaciones que sufren las personas negras”.
Al cierre del diálogo virtual, la exvicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell, felicitó a Rivera Lassén por conducir su “desafiante” candidatura a la comisaría residente en Washington por el MVC con “un discurso moderno y de cambio profundo en la sociedad”.
Este diálogo buscó reunir a mujeres líderes políticas afrodescendientes de la región latinoamericana para analizar, discutir y proponer estrategias que enfrenten esta forma de violencia desde una perspectiva interseccional. Además, visibilizó las realidades que enfrentan estas mujeres afrodescendientes.