Fotos de Vanessa Serra Díaz
De las personas que se acercan al Centro de Apoyo Mutuo en Caguas (CAM) –sede de Comedores Sociales de Puerto Rico desde 2017– para participar en la entrevista inicial que les dará ingreso al programa de compras solidarias de la organización, el 80% se identifica como mujer.
De ese porcentaje, el 90% tiene 45 años o más, el 41% son mujeres que viven solas y el 14% tiene dependientes, ya sean niños o adultos mayores. En la actualidad, este programa ofrece apoyo nutricional a 426 familias del pueblo de Caguas. Esas familias están compuestas por 849 personas.
Según explicó desde el CAM, Marisel Robles Gutiérrez, integrante del equipo de trabajo de Comedores Sociales, la entrevista de inicio tiene el propósito de evaluar la inseguridad alimentaria que padece la familia o la persona que acude a solicitar ayuda. De ahí, “se determina si la inseguridad alimentaria es alta, media o baja. Ninguna persona solicitante se queda fuera del programa. Si la persona tiene alta inseguridad alimentaria, recibirá compra una vez al mes; si es media, será un mes sí y un mes no; y si es baja, será cada tres meses. Esa es nuestra capacidad de distribución, aunque sabemos que la gente con alta inseguridad alimentaria debe recibir comida más veces al mes”, dijo.
El 33% de esas 426 familias registra alta inseguridad alimentaria, por lo que recibe compras una vez al mes. Damaris Andújar Colón, voluntaria en el CAM desde 2017 y en el programa de compras solidarias desde sus inicios en 2020, es parte de ese porcentaje que afirma tener alta inseguridad alimentaria. En su caso, al igual que en el de la mayoría de las personas que solicitan este apoyo nutricional, la comida que puede adquirir en los supermercados del país con su dinero o con las ayudas económicas federales que recibe no le rinde hasta finales de cada mes.
“Yo recibo el PAN (Programa de Asistencia Nutricional, por sus siglas), pero no me da. Si no fuera por Comedores Sociales no llegábamos hasta el final del mes”, compartió Andújar Colón, madre soltera de un niño de 13 años y quien devuelve con horas de trabajo voluntario la compra solidaria que Comedores Sociales les ofrece todos los meses.
“Esto es un sustento. Ahora mismo, si vas a casa, no hay nada en la nevera. Hoy es mi día de ponerme en las papas con la compra”, indicó la mujer mientras echaba varias zanahorias y cebollas en una bolsa, como parte de la tarea que llevaba a cabo ese lunes la brigada del programa.
“Son más de 500 compras solidarias y comoquiera se ve el hambre porque por encima viene más gente a decir que le hace falta comida”, dijo Andújar Colón.
Otras mujeres voluntarias la acompañaban en el proceso de rellenar bolsas con el resto de los productos agrícolas que componían la compra solidaria de este mes de diciembre: malanga, guineos verdes, papaya. Todos los segundos lunes de mes, un grupo de 15 a 20 mujeres voluntarias fijas se reúne para realizar esa tarea de empaque, lo que representa el 90% del voluntariado del programa.
“Aquí nos sentimos familia. Puedo pedir un abrazo o decir ‘ven para acá, que hoy tengo ganas de llorar’. Aquí consigo tener una mentalidad sana entremedio de tanto caos”, expresó la voluntaria y participante del programa.
Economía solidaria feminista
Para Marisel Robles Gutiérrez “mucha gente que viene de voluntaria está sola, no tiene dónde sentirse parte de algo. Lo más que vienen a buscar es sentirse que son apreciadas, que están haciendo algo que importa un montón para mucha gente. Por ahí ha entrado gente que ha venido a bregar con pérdidas y cosas bien difíciles que le han pasado emocionalmente. Después, quieren agradecer y se involucran en los distintos proyectos”, comentó.
Con la dinámica de trabajo que se ha organizado en este programa de compras solidarias “hacemos economía solidaria feminista, que tiene que ver mucho con la producción y la reproducción en el mundo capitalista. La reproducción es todo lo que tiene que ver con cómo el núcleo familiar se sostiene para seguir produciendo. Todavía, al día de hoy, las mujeres siguen siendo a quienes les toca resolver las cosas del hogar y la comida. Esa división de género que existe la vemos bien marcada en el programa de compras solidarias”, explicó Robles Gutiérrez.
“Cómo centramos ese trabajo de la reproducción como algo que hay que hacer colectivamente es uno de los retos, pero hemos hablado con nuestras voluntarias sobre cómo se siente el peso de esto en el hogar, y hemos hecho ciclos de sanación para crear más empatía entre nosotras mismas”, continuó.
Según Robles Gutiérrez, “sostener la vida está brutal y cuando estás sola se siente doble porque no tienes con quién compartir ese peso. Por eso es que estos proyectos de Comedores Sociales son tan importantes, principalmente para las mujeres, porque pueden sentirse en comunidad con otras mujeres que están en las mismas. Se crean redes de apoyo a partir del trabajo voluntario que hacen aquí”.
Compras solidarias
El programa de compras solidarias comenzó en abril de 2020, durante la pandemia de Covid-19, cuando Comedores Sociales se enfocó en la distribución de alimentos no preparados en lugar de en la repartición de comida caliente, gesta que definió la misión de la organización desde sus inicios en 2013 en los recintos de Cayey y Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico.
En Comedores Sociales suplen con acción las necesidades que van identificando en el trayecto. Así, dentro del CAM, espacio que obtuvieron legalmente luego de ocuparlo tras el paso del huracán María, también trabajan la iniciativa del SúperSolidario, al que el último sábado de cada mes acuden alrededor de 160 consumidores.
El 80% de lo que se vende en el supermercado proviene de agricultores y elaboradores locales. La brigada de procesamiento del SúperSolidario elabora jugos naturales, ensaladas de fruta, sofritos, “lentuburger”, “lenturrias” (opciones veganas a base de lentejas) y salsas con los productos agrícolas que no se logran vender esos sábados.
El CAM también sirve como espacio para realizar clínicas de salud y bienestar mediante acupuntura y masajes, así como para ofrecer clínicas de tenis de mesa. Además, se han llevado a cabo campamentos de verano, actividades de recaudación de fondos y conversatorios sobre temas relacionados con la agricultura sostenible y la economía solidaria.
La transformación del tejido social, de cómo se relacionan las personas entre ellas y con la comida, forma parte esencial de la filosofía de trabajo de Comedores Sociales de Puerto Rico.