Miedo, terror, angustia, desesperación y ganas de sobrevivir son algunos sentimientos que experimentan quienes están en relaciones de violencia doméstica, una de las múltiples formas de violencia machista.
El machismo que persiste y se normaliza en la sociedad subyace a muchos de los factores que pueden hacer caer, recaer o encerrar a personas dentro de este patrón de conductas violentas, en el que la persona agresora ejerce su machismo mediante el control, el dominio y la manipulación.
La consejera de familia y certificada como intercesora legal en casos de violencia doméstica Gladys Soto López enfatizó en que los ciclos de violencia doméstica son complejos, multifactoriales y aumentan en intensidad cada vez que se repiten. Entenderlos nos ayudará a identificar formas de ser apoyo para víctimas y sobrevivientes sin juzgar.
“No es solamente un patrón que se va a repetir, es un patrón que cada vez viene con más intensidad, que es impredecible”, sostuvo la también profesora de la Escuela Graduada de Consejería en Rehabilitación de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
La organización Shelter for Help in Emergency define el ciclo de violencia como un «modelo desarrollado para explicar la complejidad y la coexistencia del abuso con comportamientos amorosos. […] la ruptura del ciclo de la violencia es mucho más complicado que simplemente huir o salirse del ciclo».
Este modelo está basado en tres etapas: fase de tensión, fase aguda o de crisis y fase de calma o de luna de miel. Durante la primera fase, crece el estrés y se limitan las vías de comunicación de la víctima para mantenerla aislada. El agresor tiende a violentar emocionalmente a la víctima con insultos y tácticas como el gaslighting o el mansplaining.
Luego, la tensión ha aumentado y finalmente estalla la violencia durante la fase aguda. Este periodo impredecible usualmente perdura entre 24 y 72 horas, lo cual puede resultar en lesiones serias e incluso la muerte.
En la tercera etapa, el abusador puede mostrarse arrepentido de sus comportamientos o culpar a otros factores como el alcohol o el estrés acumulado. El agresor puede lucir vulnerable y provocar en la víctima un sentido de responsabilidad por preservar el bienestar de la familia. Asimismo, crea la esperanza de cambio, ya que intenta comportarse amoroso para convencer a la víctima.
Soto López explicó que la violencia contra la mujer es la manera de sostener el sistema patriarcal, ya que busca solidificar el poder y control sobre el que se considera más vulnerable. “Para mantener ese poder, se utiliza la violencia y la intimidación”, subrayó.
Asimismo, la consejera recalcó la importancia de aclarar que cualquier persona puede caer en un ciclo de violencia, ya que los estudios en el campo de la violencia de género han comprobado que no existe un perfil determinado de víctima ni de victimario. Es el machismo el que sostiene esta violencia.
“Yo busco clarificar, dondequiera que tengo la oportunidad, que esto no responde a nadie en particular. […] En este caso, hablamos de la violencia de género, pero cualquier persona identificada como más vulnerable o más frágil que él o ella, puede ser víctima de un patrón violento”, insistió.
Por otra parte, sostuvo que las estadísticas son alarmantes, ya que se estima que una de cada tres mujeres recibirá algún tipo violencia por parte de su pareja en su vida.
Las víctimas permanecen por terror a perder la vida
Uno de los pensamientos más recurrentes que sostienen personas que están enajenadas de la complejidad de los ciclos de violencia doméstica es que la víctima tiene poca autoestima y no quiere salir de ese patrón violento.
Soto López, quien cuenta con más de 20 años de experiencia en el campo de la consejería, resaltó varios mitos que se utilizan socialmente para quitar responsabilidad a la persona agresora.
“Lo más típico que escuchamos es que ‘la mujer es masoquista’, que permanece en relaciones violentas porque le gusta. Nada más lejos de la verdad. Un ser humano no permanece en relaciones como estas porque le gusta. Es muy complejo y multifactorial. Inciden una gran cantidad de factores. Entre ellos, incluso está lo que conocemos como la desesperanza aprendida”, abundó.
La doctora citó a Leonore Walker para explicar la teoría de la desesperanza aprendida, que define como esta situación en la que la víctima siente que no puede salir de ahí, que no le queda otro remedio.
Factores como el terror de perder la vida, de dividir la familia o perder la custodia de sus hijos ejercen una fuerza muy grande sobre las víctimas para ver como única opción permanecer en la relación para sobrevivir.
Otro mito es cuando se utiliza el alcoholismo para justificar conductas violentas. Soto López indicó que el consumo de alcohol puede exacerbar la violencia, pero no la provoca en un inicio. Así que el agresor puede dejar el consumo de bebidas alcohólicas, pero, de todos modos, continuar con las agresiones violentas.
“La violencia es un patrón de conducta, ya que ni siquiera responde a elementos patológicos. Por eso, es que lo vamos a observar en personas como nosotros que trabajan, estudian, que funcionan más o menos adecuadamente en la sociedad, pero tienen un patrón de conducta violento que lo van a ejercer sobre el que consideran más vulnerable”, explicó.
Alternativas de acción y seguridad para las sobrevivientes
La consejera detalló algunos pasos a seguir para salir del ciclo de violencia doméstica, que aumenta en intensidad con el tiempo. Lo primero que recomendó fue identificar a una persona de confianza que pueda compartirle que se encuentra en una situación de riesgo.
“La tendencia es a pensar que nadie va a ser capaz de colaborar, pero descubrimos en estos procesos que sí”, apuntó.
Soto López enfatizó en que la sobreviviente debe crear un plan de escape que cuente con profesionales y una red de apoyo que asistan en el momento que decida ejercerlo.
Las personas que están pasando por este tipo de patrón violento pueden acceder al directorio de la Coordinadora Paz para las Mujeres para asesorarse de los recursos disponibles como los albergues para proteger a las sobrevivientes y sus hijos en diversas partes de la isla. Estos centros protegen la ubicación de sus establecimientos para no poner en riesgo la vida de sus participantes.
Los municipios de Caguas, Carolina y San Juan tienen programas de apoyo para sobrevivientes de violencia doméstica que pueden proveer apoyo en ese proceso de salir del ciclo.
Asimismo, existe la línea de ayuda 24/7 de Proyecto Matría bajo el número (787) 489-0022, que junta a varias organizaciones que atienden directamente a las sobrevivientes.
Taller Salud también cuenta con una línea de orientación y servicio 24/7 #TuPazCuenta. Si eres de los municipios de Loíza, Carolina, Río Grande, Canóvanas Luquillo o Fajardo, recibirás orientación y acompañamiento libre de costo.
Las víctimas de violencia doméstica tienen derecho a una orden de protección. Actualmente, también tienen la opción de solicitar la orden a través de la plataforma en línea de la Rama Judicial. Del mismo modo, existen las Salas Especializadas en Casos de Violencia Doméstica en los tribunales para atender exclusivamente a las sobrevivientes.
Si te encuentras en una situación de emergencia o peligro inminente, debe llamar al 9-1-1 o a la Policía.
Lee aquí: Cómo hacer un plan de escape de una relación de violencia doméstica
Además, Soto López insistió en que en el momento que la sobreviviente decide salir es en el que más apoyo y seguridad se le debe ofrecer, ya que su vida corre mayor riesgo porque el victimario siente que ha perdido el control.
“La persona pudiera estar en mayor riesgo cuando determine separarse de esa persona. Aprovecho siempre para clarificar porque no podemos perder de perspectiva que es un asunto de control y de poder. Cuando el victimario siente que está perdiendo ese poder y control, esa violencia efectivamente puede aumentar”, subrayó.
Recalcó que existen profesionales muy especializados y sensibles que comprenden la violencia doméstica y las secuelas que pueden dejar en las víctimas sin caer en prejuicios o cuestionamientos innecesarios.
Asimismo, resaltó que esas personas contacto deben ser pacientes, comprensivas y dejarles saber a la víctima que están disponibles y dispuestas a respetar sus decisiones y cooperar en el proceso de salir del ciclo de violencia doméstica.
Soto López explicó que también los victimarios buscan distanciar a las personas de sus familiares y amistades para que sientan que no tienen recursos para salir y ellos ejerzan mayor control sobre sus vidas.
“Es importante que la víctima conozca que ese familiar, amigo o amiga va a estar disponible. Que le deje saber a la víctima: ‘Yo voy a respetar tu decisión, quizás es un poco distinta a lo que yo pienso, pero yo voy a respetar tu decisión. Es importante que sepas que cuando me necesites voy a estar disponible’. Para la víctima, este mensaje es importante porque cuando llegue el momento de crisis, donde nos confundimos, a la mente llega ese mensaje de ayuda”, recomendó.
Si tú o alguna persona conocida está en situación de violencia, llama a la Línea de ayuda 787-489-0022. Mira más recursos de ayuda aquí.