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Defensoras de derechos humanos detallan su lucha contra la violencia política 

En el marco de los 16 días de activismo contra la violencia de género, Amárilis Pagán Jiménez, Yanira Reyes Gil y Marta Elsa Fernández Pabellón relataron su incursión en el activismo político, las violencias que han enfrentado y las luchas que vendrán

Fotos de Cindy Burgos Alvarado

La incursión de las mujeres en el activismo político tiene diversas fuentes, pero suele llevar a un camino en común: enfrentar las violencias para levantar la voz, para que se puedan adelantar derechos humanos que nos permitan convivir en una sociedad más equitativa, justa y pacífica. 

Las formas en que Yanira Reyes Gil, Amárilis Pagán Jiménez y Marta Elsa Fernández Pabellón llegaron al activismo por los derechos humanos son muy distintas, pero tienen características similares, según compartieron el pasado martes en la charla Defensoras de derechos humanos y participación política de las mujeres en Puerto Rico, celebrada en Espacios Abiertos, en Río Piedras. La actividad formó parte de los 16 días de activismo contra la violencia de género que organiza Proyecto Matria, La Ruta de las Mujeres y la Comisión de la Mujer María Dolores “Tati” Fernós del Colegio de Abogados y Abogadas.

La abogada y socióloga Yanira Reyes Gil relató que desde pequeña estuvo expuesta a la lucha política y sindical, asistiendo a marchas y a piquetes con su padre, quien fue presidente de la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y Riego (Utier). Pese a su escasa edad, se enfrentó a una de tantas violencias contra las mujeres: la violencia política. 

“Uno de los recuerdos de represión política lo viví en un piquete familiar frente a la planta de Palo Seco… Había un picnic y actividades para los niños y la comunidad. De repente, viene la fuerza de choque corriendo, viene ese chorro de hombres que para mí eran gigantescos. Ese fue uno de los primeros momentos en que mi papá se sentó y me explicó esas cosas. Yo no entendía porque yo estaba jugando”, relató Reyes Gil.

Luego de un tiempo alejada del activismo político, y después de tener a su hija, tomó la decisión de regresar a este campo y así se lo dijo a su familia: “Me van a ver menos porque me voy a activar de nuevo”. Posteriormente, cofundó el Instituto de Estudios sobre Mujeres, Género y Derecho (Inter-Mujeres) en la Universidad Interamericana, se integró a la mesa de Aborto Libre PR y se convirtió en una defensora de los derechos sexuales y reproductivos. 

Para la abogada Amárilis Pagán Jiménez, su camino empezó cuando se cuestionó sobre las dificultades y la pobreza en su familia, mientras desgranaba gandules con su abuela. “¿Por qué cuando mi abuela se quedó viuda no se reconocía? ¿Porque era la concubina?”, fue una de las preguntas que se hizo Pagán Jiménez. “Las preguntas se van convirtiendo también en ira, en coraje”.

Primero le llegó la conciencia de raza, antes que la de género, porque en su natal Aibonito era considerada negra. Luego, en la universidad, observó cómo las mujeres eran invisibilizadas, incluso en organizaciones de izquierda, en la que muchos de sus compañeros se dirigían al que era su esposo para preguntarle por asuntos que era ella la que había discutido. “Uno comienza a acumular preguntas y comienza a querer respuestas concretas”, dijo. 

Con la maternidad, le llegó un “punto de inflexión” y comenzó a colaborar en la Casa Pensamiento de Mujer del Centro. Primero, como abogada y luego, como directora ejecutiva. Posteriormente, cofundó Proyecto Matria —que dirigió por 20 años— y el Comité Amplio para la Búsqueda de la Equidad (CABE). También formó parte del Comité de Prevención, Apoyo, Rescate y Educación de la Violencia de Género (Comité PARE). 

En el caso de Marta Elsa Fernández Pabellón, desde que comenzó en su activismo político se dio cuenta de la falta de participación femenina y de la “mucha resistencia, muchos peros y muchos escalones que superar para justificar la importancia de tener una Comisión de la Mujer” en una organización política. “Esa experiencia me llevó a transformar los espacios”, contó la cofundadora de la Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora (OPMT). 

Como considera que “la política va más allá de los asuntos partidistas”, Fernández Pabellón no solo ocupó puestos políticos dentro del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC); también colaboró con Coordinadora Paz para la Mujer, ocupó posiciones en el Departamento de la Familia y actualmente forma parte de las juntas de Fundación Comunitaria y de la Casa Protegida Julia de Burgos, entre tantas otras acciones políticas. 

¿A qué violencias se enfrentan las defensoras de derechos humanos? 

La lucha política de estas mujeres no ha estado exenta de confrontaciones. En la charla, moderada por Joselyn Santos, coordinadora de Política Pública de Proyecto Matria, las tres activistas de derechos humanos hablaron de las violencias que han enfrentado y que van más allá de la violencia de género o intrafamiliar. 

“En el caso de las mujeres que protestan, simplemente actuar y salir a la calle molesta… Implica una ruptura con los roles que tradicionalmente se nos han asignado. La mujer que protesta rompe con el orden de género”, explicó Reyes Gil, en referencia a ese “rol tradicional” de que una mujer debe estar en la casa con la familia. 

Esa movilización de mujeres en asuntos públicos ha venido acompañada de una “resistencia, no solamente del estado, sino de grupos antiderechos”, dijo Reyes Gil, lo que se ha traducido en diversas formas de violencia, como represión, ataques, criminalización de las acciones de las activistas, toma de medidas oficiales en su contra, descrédito, arrestos, suspensiones de trabajos y deslegitimación de la labor que realizan. También experimentan una represión a su discurso, a la expresión de su sexualidad, acoso e incluso amenazas de afectarles a ellas o sus familiares. 

Pagán Jiménez recordó que durante la gobernación de Luis Fortuño las organizaciones que luchaban por los derechos humanos sufrieron recortes de fondos públicos y fueron excluidas de eventos gubernamentales. En ese periodo, dijo, enfrentaron acciones de difamación e incluso ataques en redes sociales por parte de personas que hasta llamaban a la violencia contra las integrantes de estas organizaciones. 

Fernández Pabellón destacó que la invisibilización de las mujeres en espacios políticos, también es violencia, así como la falta de representación. Agregó que no se trata solo de cuántas mujeres están en los espacios públicos. “El punto va más allá en términos de calidad, del nivel de participación, de los espacios con los que realmente contamos para hacernos visibles, participar e incidir en el proceso de toma de decisiones”, sostuvo. 

¿Cómo estas violencias limitan la participación de las mujeres en los espacios políticos y públicos? 

Las tres defensoras de los derechos humanos coincidieron en que la violencia estructural que sufren las mujeres afecta su participación política, comenzando por los roles de género tradicionales, que limitan su participación en el espacio público, restringiendo la movilidad al hogar y a los espacios privados. Esto significa que muchas mujeres quedan fuera de los espacios de toma de decisiones y no pueden incluir sus luchas en la política. 

Pagán Jiménez explicó que esta construcción de género la experimentamos “desde la barriga”, con los “gender reveal parties” que son “lo más antifeminista” porque le imponen unos roles a una persona por nacer. Luego, en las escuelas, el magisterio trata a las niñas de una forma y a los niños de otra, les asignan tareas distintas y muchas veces limitan la participación de las niñas en asuntos de liderazgo, de ciencias, matemáticas y deportes, materias asociadas tradicionalmente con lo masculino, según destacó.

Agregó que la pobreza y las secuelas de los traumas y abusos, también impiden la participación de las mujeres en espacios públicos. “Una mujer que vive en pobreza es una mujer que no puede participar políticamente de manera efectiva porque su vida está dirigida a sobrevivir en la precariedad”, dijo Pagán Jiménez. Esa pobreza incluye la falta de tiempo que muchas mujeres enfrentan, pues no tener tiempo implica no poder participar políticamente. 

La falta de una educación con perspectiva de género, de una educación sexual apropiada y de acceso a planificación sexual, también limita a las mujeres, pues les quita el control de su cuerpo y el conocimiento de la importancia de la mujer en la historia, según coincidieron.

Destacaron que cuando finalmente una mujer decide aspirar a la política, se le mide con una doble vara, se le cuestiona por su cuerpo, por sus decisiones, por su maternidad o no maternidad. “[Enfrentan] una violencia tremenda con el único objetivo de destruirlas”, agregó Pagán Jiménez. 

Logros y retos de la lucha por los derechos humanos de las mujeres 

La aprobación de la Ley 54 para la Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica ha sido uno de los mayores logros en la lucha por los derechos de las mujeres, coincidieron las defensoras de derechos humanos. De igual forma, lo ha sido el derecho al voto, el derecho a trabajar y las leyes contra el hostigamiento laboral y la reforma al Código Civil (1976), que “hasta ese momento [para las mujeres] era cállate y obedece”, dijo Pagán Jiménez. 

La abogada agregó que el hecho de que hoy día exista una red de servicios para las mujeres también es un gran avance. De igual forma, lo es la diversificación en cuanto a lo que las mujeres necesitan. “No es a la velocidad que queremos porque todavía nos asesinan, vivimos en pobreza, las mujeres son asesinadas en sus entornos nada más que por ser mujeres”, afirmó. 

Para Reyes Gil, también ha sido un gran logro que las mujeres participen más en las luchas sociales, comunitarias y ambientales, y que se discuta la educación con perspectiva de género, aunque haya ataques al respecto. 

“Es una pena que mucho de nuestro trabajo se tenga que reducir a tener que mantener lo que ya tenemos y no a seguir avanzando”, dijo Reyes Gil, quien considera que se viene un cuatrienio “bien retante” en cuanto a los ataques a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres. 

Por su parte, Fernández Pabellón consideró que “hemos avanzado en el ámbito laboral, pero todavía hay unas brechas tremendas en términos del derecho a trabajar en condiciones justas y equitativas. Todavía nos falta mucho por reconocer”. Entre esas cosas, la activista considera necesario que se deje de pensar en las “madres que paren”, y que se empiecen a tomar medidas en pro de las familias, pues sería asumir “esta mirada transversal que queremos con relación a la perspectiva de género”. 

Hombre feminista, ¿cómo sumarse a la lucha? 

Fernández Pabellón relató que, cuando su hijo era pequeño, le preguntó si los hombres podían ser feministas y, en ese momento, ella le contestó que “no pueden ser feministas”. “Pueden ser voluntarios, colaboradores, aliados”. Sin embargo, años después, su nieto le haría la misma pregunta y su respuesta sería distinta. “Sí, los hombres pueden ser feministas”. 

Su cambio de postura tiene que ver con el reconocimiento de que “la construcción patriarcal nos afecta a todos y todas”, incluyendo a las masculinidades. 

Para Pagán Jiménez, sin embargo, es importante destacar que “puede haber hombres feministas, pero no todo el que se pone el nombre de feminista lo es”. Es importante que se reconozcan como “aprendices de feministas”, que revisen sus privilegios y que aprendan que la meta debe ser “abolir el género”. “Recordando que las mujeres son el sujeto del feminismo”, agregó. 

No solo se trata de deconstruirse y aprender del feminismo, sino de colaborar con grupos feministas –así sea económicamente–, cuestionar las masculinidades tóxicas y reconocer a las mujeres en sus entornos. 

Los 16 días de activismo contra la violencia de género inició el pasado 25 de noviembre, con la conmemoración del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, y se extienden hasta el 10 de diciembre.

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