Menospreciar a las niñas, niños y jóvenes, tratándoles como “menores”, sin atender sus necesidades durante su formación, impide que la sociedad los considere como sujetos de derechos. Asimismo, este desdén perpetúa mitos que silencian sus voces en situaciones de abuso sexual.
Así coincidieron los ponentes del foro Mitos sobre el abuso sexual a niños, niñas y adolescentes, que se realizó el viernes en el marco de la Convención del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico (CAAPR), en el hotel Caribe Hilton de San Juan.
La niñez es una de las poblaciones más vulnerables en Puerto Rico y solo el dos por ciento de los casos de abuso sexual infantil se conocen al tiempo en que ocurren, indicó la directora del Programa Biosicosocial del Hospital Pediátrico, Yanira Carmona Quiñones.
“La voz de nuestros niños es una voz silenciada porque, dentro de nuestras reglas sociales, los niños no tienen que meterse dentro de las conversaciones de adultos. Los niños no pueden exigir ser escuchados porque los regañan”, denunció la psicóloga clínica.
Entre Carmona Quiñones, los otros dos panelistas, Marcos Santana Andújar, presidente de la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico, e Iván de Jesús Rosa, catedrático del Programa de Trabajo Social de la Universidad Ana G. Méndez, se plantearon, al menos, cuatro mitos sobre el abuso sexual que dificultan la atención al problema.
Mito 1: “Los abusadores sexuales son desconocidos o tienen problemas de salud mental”
“El abuso, mayormente, es el intrafamiliar, por personas conocidas”, sostuvo Carmona Quiñones.
La doctora en psicología también explicó que, usualmente, los agresores son personas integradas a la cultura, metódicas y sin problemas de salud mental.
El trabajador social abundó al estimar que el 53 por ciento de los perpetradores son padres o encargados de las víctimas.
Mito 2: “Los niños mienten sobre la agresión sexual”
Carmona Quiñones indicó que el seis por ciento de las falsas alegaciones de agresión fueron originadas por una interpretación errónea por parte del adulto.
Mito 3: “El abuso siempre es un ataque violento que marca el cuerpo”
La doctora aclaró que el abuso sexual contra una niña, niño o adolescente puede ocurrir sin el contacto físico. Esta situación sucede con exposición visual o expresiones sexuales hacia la víctima.
Mito 4: “En Puerto Rico, no existe el embarazo infantil”
“El importante hablar de ese mito que ‘no existe el embarazo infantil en Puerto Rico’”, indicó Santana Andújar.
Según dijo, en junio de 2018, había 316 niñas embarazadas en las escuelas del país.
En Puerto Rico, el matrimonio de menores de 16 años está prohibido. No obstante, padres o encargados pueden autorizar esta unión legal.
Los tres ponentes coincidieron en que el tema del abuso infanto-juvenil desde una perspectiva de derechos humanos debe estar más presente en las discusiones y debates de los problemas sociales del país.
El adultismo también prolonga el silencio de los niños
La relación asimétrica o de poderes desiguales entre niños y adultos obstaculiza considerar a los niños como seres humanos con derechos y no propiedades de sus padres o encargados.
“Las dinámicas de opresión dirigidas hacia la niñez y juventud en nuestro país están tan naturalizadas que ni siquiera las apalabramos. No lo planteamos como un problema que debe ser atendido por la sociedad”, denunció el catedrático Iván de Jesús Rosa, del Programa de Trabajo Social de la Universidad Ana G. Méndez.
El también trabajador social definió “adultismo” como la dinámica en la cual el mundo de la adultez oprime al mundo de la niñez y juventud.
El sistema de corrección revictimiza a las niñas, niños y jóvenes víctimas de abuso sexual
El Estado está encargado de garantizar los mecanismos necesarios para atender el abuso adecuadamente. No obstante, los procesos judiciales pueden tardar varios años en completarse, explicó De Jesús Rosa.
Cuando un niño es agredido sexualmente, debe asistir a varias entrevistas. Esta situación expone a que las víctimas falten a sus escuelas, encargados falten a sus trabajos y que ambos deban interrumpir su cotidianidad para responderle a las agencias.
“En el contexto puertorriqueño, se dan estos procesos de revictimización”, indicó el profesor.
En Puerto Rico, aún no existen salas judiciales especializadas para manejar estos casos.
De Jesús Rosa señaló que las políticas de niñez y juventud deben procurar protección integral y atender los derechos de vivienda, salud y educación.
“Los problemas sociales surgen realmente cuando, desde el Estado y desde la sociedad, no se le garantizan [a los niños] esos derechos humanos”, explicó el trabajador social. “Sabemos que esos derechos humanos se mercantilizan y se convierten en objetos de consumo”, agregó.
La precariedad mantiene estas condiciones
Aunque los casos de abuso sexual infanto-juveniles no se presentan solo en las comunidades pobres, la precariedad y la falta de atención del Estado perpetúa este mal social.
“Donde no hay recursos, donde no hay acceso, donde se imponen medidas de austeridad habrá menos servicios para los niños y niñas que sobreviven violencia”, destacó Santana Andújar.
Santana Andújar estuvo de acuerdo con De Jesús Rosa en que deben crearse políticas públicas que no continúen revictimizando a las víctimas.
“Si invirtiéramos en la prevención, probablemente no tuviéramos que invertir tanto en la atención”, enfatizó el también trabajador social.