Fotos y vídeo por Ana María Abruña Reyes
Si le preguntaran a la Marielle de la adolescencia si se imaginaba liderando juventudes, siendo portavoz de los derechos humanos e integrante de la política, posiblemente respondería que no. Era tímida, callada, introvertida y tenía un grupo muy limitado de amistades. En realidad, Marielle no se había presentado para entonces; al menos, no como la conocemos hoy: con su pelo largo abrazándole los hombros, con su traje negro hasta las rodillas y sus botas del mismo color y, sobre todo, con la confianza de que su voz importa.
Una cosa sí es segura: ella, desde su infancia y adolescencia, reconocía que no seguía las construcciones normativas de la expresión de género –esa que define cómo se comportan y actúan las personas femeninas y masculinas– pero se iba gestando con cada atisbo de aceptación que se le obsequiaba.
“Yo reconocía que me veía de una forma y me expresaba de una forma que no era acorde con lo que la sociedad esperaba. No fue hasta mucho después, cuando yo encuentro mi identidad como Marielle, que me siento con la confianza de poder expresarme como yo deseo, de poder usar esa arma, de sentirme libre, de poder hablar más por los derechos que yo siempre sentía”, recordó sobre sus días de juventud y sobre cómo transicionar le ayudó a levantar su voz por los derechos humanos y la justicia social.
Cuando se presentó Marielle De León Toledo, hace cerca de siete años, fue como si se despertara dentro de sí misma un deber moral por la protección de las personas trans que no podía volver a ocultarse.
Es la mayor de sus hermanos y tuvo que vencer la presión de las expectativas familiares para encontrarse a sí misma. “Yo tuve el privilegio de que mis padres, aunque un poquito confundidos, me aceptaron como una mujer”, recordó con gratitud. También, su trabajo del momento la aceptó sin inconvenientes.
“En cierta forma, estaba en una posición privilegiada versus muchas otras personas trans… Y dije bueno: si yo tengo todos estos privilegios, voy a hacer lo mejor que pueda… Era como la responsabilidad interna, pero también reconociendo que yo no represento a todas las personas trans”, pues la comunidad trans es diversa.
Marielle encontró su voz cuando comprendió su identidad de género y, desde entonces, no ha querido guardarse para sí todo ese entendimiento. Ha querido compartirlo, luchar por su reconocimiento y su espacio, tanto así que fue electa como la primera mujer trans para ejercer un puesto político en Puerto Rico.
Desde la legislatura municipal de San Juan por el partido Movimiento Victoria Ciudadana (MVC), a sus 36 años, planifica continuar la resistencia y educación que comenzó a forjar desde grupos como La Sombrilla Cuir, la Coalición 8 de Marzo, Amnistía Internacional, entre otras organizaciones feministas y LGBTTIAQ+ en las que se fue integrando a lo largo de los años.
Su presencia en la legislatura municipal fue validada por más de 41 mil personas, a pesar de que, en los últimos años, múltiples proyectos de ley y medidas federales han intentado invisibilizar y violentar los derechos de personas como ella.
Entre 2021 y 2024, en Puerto Rico, se intentaron firmar cerca de ocho medidas antitrans, para impedir que tengan baños inclusivos, prohibir su presencia en las cárceles acorde a su identidad de género, prohibir su participación en los deportes, evitar que los menores tengan acceso a cirugías de afirmación de género y prohibir el transformismo en el país, entre otras. Aunque ninguna se aprobó, muchas de ellas se presentaron nuevamente a inicios de este año.
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A nivel federal, la historia no ha sido distinta. De hecho, a solo horas de haber juramentado como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump firmó múltiples órdenes ejecutivas en las que determinó que los documentos de identificación, incluidos los pasaportes, “reflejen con exactitud el sexo del titular”; las cárceles federales no ofrecerán tratamientos de afirmación de género ni aceptarán a personas conforme a su identidad; y eliminó la participación de personas trans en el ejército.
“Reconozco que, mayormente, los próximos cuatro años van a ser más de resistencia, de tratar de mantener lo que tenemos, quedarnos presentes en la medida que se pueda, porque lo que van a tratar de hacer es ilegalizarnos hasta tal punto de que la juventud no pueda abiertamente transicionar”, expresó para luego añadir que, aunque su puesto no tendrá un impacto a nivel nacional, desde la legislatura municipal, espera continuar protegiendo los derechos no solo de la comunidad trans, sino también de las personas migrantes que también han sido afectadas por las órdenes ejecutivas.
A pesar del complejo escenario que se avecina, Marielle vive esperanzada porque la última década ha sido de grandes avances para la comunidad LGBTTIAQ+ y las personas trans. Confía en que esos avances no se perderán, incluso con figuras de poder que no protegen sus derechos.
“Reconozco que va a ser un camino cuesta arriba”
Marielle relata sus expectativas sentada en uno de los bancos circulares del Museo de Arte Contemporáneo (MAC), donde trabaja desde 2022 en el departamento de tecnología. La riopedrense graduada de Ciencias de Computadoras planifica integrarse a las labores legislativas mientras mantiene su puesto en el MAC.
No obstante, hasta ahora, no ha podido comenzar su experiencia política. Debido a que el MVC no quedó inscrito como partido en las elecciones de 2024, esperará a que culmine el proceso de reinscripción para insertarse de lleno como legisladora municipal. Tiene la expectativa de que este proceso se complete dentro de los próximos dos meses.
Mientras tanto, las legisladoras Norma Devarie Díaz y Daisy Sánchez Collazo, ambas de MVC, ocupan el espacio hasta que el proceso de Marielle y de su compañero de papeleta, Jean René Santiago Cruz, se complete.
Marielle espera renunciar al cabo de dos años, pues quiere dar oportunidad a que otras personas del MVC se integren y ganen experiencia. “Aunque solo vamos a estar dos personas activas, como quiera ya nos estamos reuniendo entre todes como una delegación para saber qué medidas colectivamente queremos pasar (y) para poder discutir cuáles son las necesidades más allá de lo que cada uno se especializa”, detalló.
Sin embargo, eso no significa que descarte continuar en la política. En realidad, espera que sea una experiencia positiva para poder impulsar muchas de las iniciativas que dialogó MVC con las comunidades durante el periodo de campaña.
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“Yo simplemente me veo para los próximos dos años en la política. Espero que sea una experiencia positiva y que podamos hacer muchos cambios… Pero sí reconozco que va a ser un camino cuesta arriba… Quiero pensar que de aquí va a salir algo positivo y que si necesito seguir corriendo como legisladora municipal para 2028 o cualquier otra posición, lo haré”, afirmó.
Espera que más personas LGBTTIAQ+ se involucren y la apoyen durante todo el proceso. De hecho, fue esa comunidad quien se movilizó cuando ella anunció su campaña. Está convencida de que fue esa comunidad quien votó por ella, pues muchas personas votaron por primera vez confiando en que el apoyo a la diversidad era una de las claves del partido. También, reconoce que por esa comunidad es su lucha, como lo hizo tantas veces en manifestaciones por los derechos humanos que la fueron acercando a figuras políticas.
Pero sabe que, desde la legislatura municipal, muchos otros grupos y asuntos también se vuelven prioritarios. “Yo tengo mis prioridades para San Juan en relación a los temas de género y de la comunidad LGBT, pero reconozco también la importancia del partido sobre los temas ecológicos, sobre las áreas verdes de San Juan, ver cómo se pueden controlar mejor las rentas a corto plazo”.
Aun a contracorriente, con mayorías legislativas municipales y nacionales de otro partido y con órdenes ejecutivas que suponen múltiples retos, Marielle acepta su encomienda. “Vamos como quiera a proteger desde aquí”, desde la legislatura, se refiere, y esta vez no solo habla de personas trans. Habla de migrantes, habla de mujeres, habla de personas racializadas, habla de derechos humanos. Esos derechos con los que se fue identificando de niña, por los que luchó de más joven después de encontrar su identidad y por los que continúa resistiendo ahora de adulta.