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Mayra Santos-Febres nos narra “La otra Julia”

La reciente novela de la escritora es el primer libro que se adentra en la vida de la poeta puertorriqueña desde una perspectiva novelística

Fotos de Vanessa Serra Díaz

Es la primera vez que la vida de Julia de Burgos, una de las figuras más importantes de la cultura nacional, es fuente de inspiración para una novela. Julia de Burgos, reconocida no solo en Puerto Rico, sino también internacionalmente, fue una poeta visionaria cuya obra y vida han inspirado múltiples biografías, ensayos y homenajes. Sin embargo, La otra Julia, la reciente novela de la escritora Mayra Santos-Febres, es el primer libro que se adentra en su vida desde una perspectiva novelística, explorando no solo su legado como escritora, sino también las complejidades humanas detrás de esta figura icónica. Sobre esta publicación, conversamos con Mayra Santos-Febres desde la librería The Bookmark en San Patricio, donde este miércoles presenta esta obra, que es resultado de haber ganado en 2017 la prestigiosa beca Rockefeller Foundation Bellagio Center. 

¿A qué se debe que no se hubiese escrito hasta ahora una novela sobre Julia?  

Durante los años ’60 y ’70 hubo un proceso de rescatar a Julia para todos y todas mediante la producción de antologías, de investigaciones. Sin embargo, ese proceso estaba bien consciente de que la vida privada de Julia tenía unas tachas morales que para la época eran de mucho peso [para una mujer]. Además, había un proceso de endiosamiento y mitificación de los próceres padres de la patria, de perdonar sus adicciones y sus alcoholismos. Ese mismo proceso evitó un acercamiento a Julia desde su humanidad.  

Todo lo que pude conseguir, traté de aunarlo para llegar a un texto sobre su vida y su obra, sobre ella como la gran intelectual pública que fue. Abarcó mucho más que la poeta romántica, que es como nos la venden […]  Fue una de las primeras que articuló lo que ahora llamamos “latino” como una identidad en Estados Unidos. Fue la primera intelectual afro. Julia, a los 19 años, era la secretaria de la constituyente femenina del Partido Nacionalista Puertorriqueño. 

Sin embargo, a pesar de ser tanto, a diferencia del personaje de la escritora en esta novela y de la Mayra de esta época, me parece que usted demuestra en la obra que a Julia la invadía la soledad. 

El poder te hace sentir que estás sola. Esa es una de las cosas que ha resuelto el feminismo y los feminismos decoloniales: hacer sentir que una es parte de un movimiento, de un corillo inmenso en este archipiélago, en el Caribe, en África […] Julia tenía sus contradicciones, como las tenemos todas. [A pesar de sentir soledad], hoy le debemos a Julia cómo nosotras vamos tejiendo y reorganizando el poder que tenemos las mujeres. 

Todavía, 100 años después de Julia, veo que en la literatura de las mujeres siempre está esa contradicción, ese susto que tenemos muchas de enfrentarnos a un mundo que está gobernado por hombres de una manera categórica, con algunas excepciones. Pero hay otra manera de pensar, más afrocentrada, que es el Ubuntu, la fractalidad de tejidos que nos conectan. Con esa otra manera de pensar es que entiendes mejor el inmenso poder de la mujer, que no lo toca el patriarcado porque es un poder que viene directo de la conexión que nosotras tenemos con la vida. 

Esa conexión con la vida puede asociarse directamente con el espacio doméstico, que trascendió Julia. 

La domesticidad está impuesta por un sistema patriarcal eurocentrado porque las mujeres negras siempre hemos trabajado [afuera de la casa]. El asunto de la soledad y de la domesticidad tiene mucho que ver con ese aislamiento de la mujer como persona política, [y con el pensamiento patriarcal] de que simplemente servimos para parir y cuidar, para ser el ‘ángel del hogar’, como se nos decía en el siglo XIX, cuando había muchas mujeres en esa época que no teníamos ese ‘hogar’, que no éramos capaces de [asumir] eso. De hecho, por eso fuimos capaces de hacer un montón de cosas que han sido invisibilizadas. Mira los ejemplos de Celestina Cordero, Georgina Cordero, Pilar Barbosa, quedándome en Puerto Rico nada más. 

¿Es indispensable investigar y escribir sobre Julia desde la interseccionalidad de mujer, negra, pobre, campesina, migrante?  

La interseccionalidad se queda chiquita […] A mí me gusta mucho lo que dice Chela Sandoval del ‘subject position’ o la posicionalidad del sujeto porque en distintos espacios tú tienes que ponerle un acento a una de tus identidades. También lo que habla Ana Irma Rivera Lassén sobre la identidad móvil o tu transitar por un espacio con todas tus identidades. Yo insisto en que la identidad no es una, es múltiple. En casos como el de Julia, el mío y el de tantas otras, esas vulnerabilidades hay que saberlas utilizar, no tan solo como frentes de batallas, sino también como visibilizaciones de discursividad silenciada. 

Entonces, hay algo más allá de trabajar con la teoría de la interseccionalidad para estudiar a Julia y llegar a una novela como esta. 

Tienes toda la razón. Además, eso redefine lo que es el ejercicio de la escritura desde otras posibilidades. Para mí, hay que dejar los títulos y posicionamientos de superioridad frente al proceso de escribir. También, hay que alejarse de la objetividad. [Para la redacción de novelas históricas], ahora se está hablando de memorias vivas, de personas que a través de la oralidad tienen una información bien importante que ofrecer; se está hablando de una fabulación crítica que es rellenar con la experiencia propia lo que tú sabes que pasó, aunque carezcas del dato o la estadística. Es lo que dice Conceição Evaristo de las ‘escrivivencias’, que son los cuentos que una persona lleva encuerpados. Eso lo utilicé para completar los silencios de la vida de Julia, hasta donde pude porque Julia es inabarcable. 

¿Cómo se cataloga esta novela entonces? ¿Cabe dentro del género de la ficción? 

Esta novela es otra forma de escribir. Es más líquida, más maleable, cuento historias nuestras de manera común; yo fui el canal para que salieran otras voces que necesitaban ser escuchadas. 

Ese concepto lo viene trabajando en novelas anteriores. 

En Antes que llegue la luz (2021) fue cuando primero rompí con esto de la novela histórica basada en investigación oficial. 

Ha dicho que a partir de la escritura de Antes que llegue la luz y de La otra Julia, sus últimas dos novelas, ahora “hay otra versión de Mayra”. ¿Por qué ese sentimiento? 

[En el caso de Julia], si voy a narrar la vida dura de Julia, yo la tengo que acompañar narrando la mía; si voy a ser valiente contando la de ella, voy a ser valiente contando la mía. [Por eso, el personaje que conduce la novela, el de la escritora a quien le encargan escribir una biografía sobre Julia de Burgos], fue la manera para acompañar y de ser vulnerable en el proceso yo también. 

¿De qué manera la vida de Julia narra la vida del pueblo puertorriqueño y de todas las mujeres del Caribe?

La vida de Julia narra Puerto Rico entero. Julia migró del campo a la ciudad, de la ciudad a Estados Unidos, recoge toda esa migración que todavía vivimos. Julia se hace maestra y vive toda la apertura de las escuelas rurales para mujeres […] Ella está en muchos momentos importantes de la transición hacia la modernidad y muere en 1953, justo cuando en Puerto Rico se consolida ese plan con el Estado Libre Asociado (ELA). Julia es la historia de Puerto Rico, del Puerto Rico pardo, mulato, liberto, criollo. Esa es la importancia de ver la vida de Julia para entender la nuestra […] Julia es el pueblo de Puerto Rico y la historia de la modernidad puertorriqueña con todas sus fallas y enfermedades sociales, como el alcoholismo y la dependencia económica. Esa vulnerabilidad somos nosotros.  

Durante los seis años de investigación necesarios para concluir este proyecto literario, ¿cuál fue el hallazgo que más le asombró y que pudo proyectar en la obra?

La historia ancestral materna de Julia. La rescaté. Con eso nada más siento que logré la lectura que yo quería de Julia: rescatarla para la afrodescendencia amplia. Estoy bien contenta con esta novela. Siento que es grande.  

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