(Foto suministrada que muestra, en 1983, el respaldo a las trabajadoras de la desaparecida industria RCA en Juncos, quienes luchaban por mejorar sus condiciones de trabajo y retaban al liderato de la Unión que las representaba inadecuadamente.)
“Tenía 33 años. Mis hijos de 11 y 7 años me acompañaban en mi caminar. Luego de años de militancia político-partidista, decidí dedicar mi activismo al desarrollo de una organización que, desde el feminismo, aportara a adelantar la conciencia sobre las condiciones de vida y la realidad socioeconómica de las mujeres en mi país. Ese espacio fue a través de la OPMT. En ese caminar crecimos todas y todos desde lo personal y familiar hasta en el ámbito social y político. A mis queridas hermanas: ¡¡Gracias!! Sigamos caminando y construyendo desde nuestro espacio, y desde tantos otros, el país de equidad y justicia que anhelamos y merecemos”.
– Marta Elsa Fernández
Boletín Mujeres en Marcha OPMT, Edición Especial 39 Aniversario, 2021
Vengo de una lucha política de izquierda, de haber trabajado en sindicatos y de ocupar posiciones en el liderato intermedio del Partido Socialista Puertorriqueño. Esto me llevó a dirigirme hacia el trabajo con las mujeres a través de la labor que ya realizaban organizaciones como Taller Salud, Feministas en Marcha y Encuentro de Mujeres. Los diálogos que se desarrollaron en las Conferencias de la Mujer Trabajadora abrieron esa oportunidad.
Como parte del grupo de cofundadoras de la Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora (OPMT), en noviembre de 1982, y de las Conferencias de la Mujer Trabajadora que se dieron en 1981 y 1982, ese vínculo entre la lucha de las mujeres y la del pueblo trabajador era indispensable. Con el lema “Hacia el futuro organizadas”, nos proponíamos combatir el discrimen y la falta de equidad; así como luchar por reivindicaciones más urgentes e inmediatas.
Fue importante ir más allá de la teoría y comenzar a desmontar el discurso.
En el proceso, entendimos que había que visualizar el feminismo desde una perspectiva más amplia, en un lenguaje sencillo y reconociendo que esto afectaba la vida cotidiana de nuestras madres, abuelas, hijas e hijos. Cobramos conciencia de que lo más importante es la convivencia y la solidaridad, sirviendo de ejemplo a otros espacios.
Fuimos aprendiendo en el camino, crecimos y nos educamos en un proceso continuo, que luego fue desembocando en la formación de alianzas con otras organizaciones que también fueron surgiendo, como Encuentro de Mujeres, Feministas en Marcha, Taller Salud, que había sido pionera, y la entonces Comisión de Asuntos de la Mujer, para impulsar políticas públicas. El surgimiento en el 1988 de la Coordinadora Paz para la Mujer, coalición que integró diversas organizaciones con un fin común, aportó una perspectiva integral a la lucha feminista. Con estos esfuerzos y el activismo, se alcanzaron importantes legislaciones sobre la violencia doméstica, el hostigamiento sexual y el discrimen por razón de género en el empleo, entre otras.
Como dijo el poeta Antonio Machado en Caminante, “se hace camino al andar”, y aunque los caminos para cada una sean diferentes, tenemos el mismo compromiso. Enfrentando grandes retos, formas de prevenir la violación de nuestros derechos y de intervenir para defender los espacios que con esfuerzo y activismo hemos logrado, son distintas, así también han cambiado las formas de violencia hacia las mujeres.
Hoy, las luchas feministas en nuestro país se transforman. Cambios generacionales, sociales y políticos así lo requieren. Tomar en cuenta las intersecciones de raza, género, clase social en las luchas que emprendemos se hacen imprescindibles para alcanzar una verdadera equidad y respeto a los derechos humanos. La visión patriarcal que aún predomina, la homofobia, lesbofobia, xenofobia; la negación a considerar la perspectiva de género, pretende detener y revertir los derechos alcanzados. No lo van a lograr.
Las voces dirigidas a promover y apoyar una mayor participación política; mejores oportunidades de empleo y desarrollo económico; denunciar la violencia de género y defender los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres, personas gestantes y la comunidad LGBTQ+, se amplifican. Esfuerzos importantes como los que se realizan desde el Observatorio de Equidad de Género, la Fundación de Mujeres en Puerto Rico, entre otras, fortalecen y visibilizan el trabajo de las organizaciones sin fines de lucro que ofrecen servicios, así como aquellas que, desde el activismo social y político, luchan y reivindican nuestros derechos cada día. De igual forma aporta, el compromiso y los esfuerzos de otras organizaciones sociales que incorporan en su visión y objetivos de trabajo la perspectiva de género desde una mirada transversal.
Así ha sido este caminar desde el feminismo y así seguirá para construir el país de equidad y justicia que queremos.
Marta Elsa Fernández es integrante de las juntas directivas de la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) y de la Fundación de Mujeres en Puerto Rico. Esta columna forma parte de En ruta hacia la equidad, una serie auspiciada por la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR) para destacar las historias de mujeres que aportan al país desde sus respectivas organizaciones sin fines de lucro, apoyadas por la FCPR, como parte de su compromiso con promover la equidad de género, y la Fundación de Mujeres en Puerto Rico.