Ilustración por Michelle Dersdepanian
Amenazas. Miedo. Manipulación. Pena. Falta de recursos o apoyo. Autoestima frágil. Creencias religiosas que condenan el divorcio o la separación. Culpa. Normalización de la violencia. Amor… soledad. Esas pueden ser algunas de las razones por las cuales las mujeres que experimentan violencia regresan con sus agresores o les cuesta tomar el paso definitivo hacia la libertad personal.
Todas consultó a tres psicólogas y una trabajadora social para entender el peso que tienen las emociones detrás de la difícil decisión de abandonar una relación.
“Todos esos sentimientos y emociones se dan en un contexto cultural, con una influencia de las normas culturales. Nuestra cultura es muy fuerte con los estereotipos, mandatos y dictados culturales… como que el hombre es de la calle y la mujer de la casa, la mujer tiene que mantener la familia unida, si el matrimonio fracasa es culpa de la mujer, que es la responsable porque no estaba lo suficientemente bonita o no llenaba las expectativas de él o trabajaba mucho o no trabajaba, o sea, no importa porque los dictados culturales nos dicen que la mujer es responsable de la familia y del matrimonio”, detalló la doctora en Trabajo Social Diana Valle Ferrer.
Lo normal, de hecho, es que regresen entre tres a cinco veces con el agresor, antes de marcharse de manera definitiva, contextualizó la también autora del libro Espacios de libertad: mujeres, violencia doméstica y resistencia. La buena noticia es que las salidas y entradas no son en vano, dijo, puesto a que las mujeres están siempre aprendiendo y estrategizando cómo mitigar o librarse de esa violencia, contrario a la creencia generalizada de sumisión total.
“Para estas mujeres, es como si hubieran estado en un conflicto de guerra porque eso es lo que es”, destacó quien ha entrevistado a decenas de sobrevivientes y víctimas de violencia doméstica como parte de sus estudios.
Las relaciones en las que hay violencia están vinculadas a dinámicas de poder que complican el que la persona pueda salir de la relación, explicó la doctora en Psicología Atabey Torres Lorenzo, cofundadora de bePResent.
La psicóloga Joharys Aybar Cruz coincidió en que estas dinámicas de poder y control son difíciles de identificar, pues fomentan la dependencia económica y emocional, así como el aislamiento. “Pueden hacer creer a la víctima que necesita a su pareja para vivir o estar bien… que no tiene a dónde ir, o que no cuenta con un grupo de apoyo”, comentó la autora de Relaciones saludables.
Entretanto, Torres Lorenzo recalcó que un sinnúmero de factores influye en que la víctima pueda, o no, salir de una relación abusiva y proclamarse sobreviviente, comenzando desde el modelado de relaciones saludables en el hogar hasta la proacción social y gubernamental que faciliten que las mujeres se sientan seguras y tengan equidad en el acceso a los recursos.
Por esto, a juicio de las entrevistadas, la sociedad entera se debe evaluar a sí misma en un espejo, con mirada crítica y consciente de los constructos que permiten comprender el problema de la desigualdad de género.
Las cuatro profesionales de la conducta entrevistadas por Todas estuvieron de acuerdo en que los aspectos socioculturales como el machismo y el patriarcado afectan el poder de una mujer para terminar una relación. Según el diccionario de la transgresión feminista, el patriarcado se define como el dominio del hombre sobre la mujer, e implica que los varones tienen poder en todas las instituciones importantes de la sociedad, a la vez que las mujeres típicamente no tienen acceso. Entretanto, Mujeres en Red describe el machismo como la desvalorización de la mujer a consecuencia de una creencia en la superioridad del hombre.
“Desde estas perspectivas, se legitima el uso de violencia por parte del hombre y se crean expectativas de sumisión de parte de las mujeres. Lo mismo ocurre con el marianismo, que se enfoca en una visión de la mujer como sumisa, sacrificada, que prioriza el bien de los demás antes del suyo propio”, explicó Torres Lorenzo. Entonces, puntualizó: “Estas son las bases sociales desde las cuales se dan las condiciones perfectas para relaciones violentas y dificultan el que la mujer pueda salir de las mismas”.
Aybar Cruz añadió que todas las relaciones, de por sí, pueden ser complicadas. “Estar en una relación de pareja ya de por sí es un factor que vulnera, ya que intimar emocionalmente con alguien podría construir una vinculación fuerte, de compromiso y lealtad hacia esa otra persona. Además del apego a la familia y a lo que se ha construido”, humanizó en un llamado a la empatía y solidaridad.
La naturaleza propia del ciclo de la violencia —que transita entre la tensión, la crisis violenta y la reconciliación o luna de miel— puede generar no solo confusión, sino esperanza en la víctima lo que le hace recaer, observó Aybar Cruz.
“Es fuerte decirlo, pero, a veces, la esperanza te mata. Usualmente, es algo bonito, pero, en este caso, la esperanza muchas veces nos traiciona”, estuvo de acuerdo Valle Ferrer.
El miedo también juega su papel limitante, un sentimiento que está fundamentado y justificado por las amenazas y represalias. “Dejar una relación abusiva es un proceso que puede ser aterrador, complicado y abrumador”, reconoció la doctora Enid López Valentín, directora de Operaciones del Centro de Salud Conductual San Lucas Ponce.
La normalización de la violencia psicológica o las relaciones tóxicas en la cultura supone otra razón importante para analizar. “Cuando piensas que los comportamientos tóxicos o abusivos son normales, es difícil identificar una relación como abusiva y, por lo tanto, no hay razón para buscar ayuda”, lamentó López Valentín. A su vez, tiene consecuencias sobre la autoestima y la manera en que la víctima se visualiza.
Igual de influyentes son las presiones de la familia y la religión, que pueden fomentar una idea errada de que “el amor todo lo puede o todo lo soporta”, incluido el abuso o maltrato. “Creen que si aguantan, las cosas podrían cambiar”, reiteró López Valentín.
La doctora enfatizó que el problema fundamental en las relaciones tóxicas es que ninguna de las personas son capaces de ver que “ambos están perdiendo con la manipulación, la descalificación de las emociones, los comentarios hirientes y la privación de la libertad al otro”. Recomendó, por tal razón, que continuamente se evalúe la relación de pareja, incluso con la ayuda de profesionales que le asistan en alcanzar acuerdos y límites en la relación.
Si usted está en una relación abusiva, la mejor manera de protegerse es crear un plan de seguridad, añadió la psicóloga, que incluya lo siguiente: guardar dinero extra, mantener un bulto con ropa necesaria, preparar documentos e identificaciones, empacar medicamentos, notificar a alguien de confianza y apagar el GPS.
Si tú o alguna persona conocida está en situación de violencia, revisa estos recursos de ayuda.