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Teresa Hernández: “Mi trabajo es intrínsecamente feminista”

La artista puertorriqueña transdisciplinaria reflexiona sobre el cansancio y las prácticas artísticas de las mujeres en su nueva pieza escénica Prometea Cansada

Fotos de Ana María Abruña Reyes

Hablar de cansancio en estos días aciagos parecería ser una afrenta a la que no tenemos permiso. El capitalismo y los modelos neoliberales nos han vendido nuevos términos que nos empujan a la autoexplotación.

En esta ecuación, las mujeres y sus disidencias se han llevado la peor parte. Parecería una carrera contra el tiempo en la que tenemos que aprender, emprender, renovarnos, movernos, rendir, cuidar y cualquier otro verbo que le parezca. Sobre esa producción desmedida, sobre ese hacer a toda costa, sabe bien la artista transdiciplinaria Teresa Hernández.

Durante más de tres décadas, Hernández ha (sobre)vivido diciendo y haciendo lo que ama en un país en el que el arte experimental siempre se ha mirado con sospecha por lo raro, por lo inclasificable, por lo político.

Su trabajo se ha centrado en explorar y expresar las ansiedades del Puerto Rico cotidiano, investigando transversalmente temas como género, clase y raza, siempre rehuyendo de las clasificaciones y categorías disciplinarias del teatro. El espacio de la hibridez, de las entre disciplinas, ha sido el lugar por el que Hernández ha navegado su expresión artística que cataloga como “intrínsecamente feminista”.

Aunque al comienzo de su carrera, en la década del ochenta, no describía su práctica de esta manera –principalmente porque el feminismo dominante era blanco, de clase media alta y cis–, con el pasar del tiempo se reafirmó en lo que siempre ha sido su trabajo.

“A medida que el tiempo ha pasado y que uno sigue reflexionando autocríticamente y que también a nivel político las cosas se recrudecen y mi vida personal se puso en un lugar tan vulnerable, yo me radicalicé”, cuenta una mañana desde la diabla, su estudio/laboratorio/taller, ubicado en San Juan.

Desde aquí, narra las peripecias que ha tenido que hacer año tras año para sostenerse como artista-puertorriqueña-caribeña-experimental en un país donde el arte sigue siendo “un mundo masculino, un mundo del él y un mundo todavía de disciplinas”. “Todavía se siente la exclusión”, afirma sobre esas barreras de género que persisten en el ámbito de las artes y la cultura del país.

La precariedad ha sido uno de los temas constantes en el trabajo de Teresa Hernández, y no es por casualidad, sino porque es un síntoma de su propia práctica y un reflejo brutal de las condiciones de vida de tantas mujeres que apuestan por hacer las cosas bajo sus propios términos.

“Una mujer de la cultura y una artista que hace su propio trabajo en un país como este no está lejos de la trabajadora del supermercado… Yo me siento totalmente identificada con la señora que tiene 70 años y está ahí trabajando. ¡Esa soy yo…! Ganamos prácticamente lo mismo… claro, yo soy consciente de mi privilegio y de mi capital simbólico, pero en términos económicos y de deshecho y de exclusión, estamos ahí”, afirma.

Prometea Cansada

La condición de la trabajadora cultural y artística que “opera al margen del circuito comercial en este neoliberalismo colonial extremo” es parte de lo que aborda Hernández en su nuevo trabajo Prometea Cansada, que estrena este viernes, 25 de abril, en el teatro Victoria Espinosa, en Santurce, en el marco del Festival de Teatro Puertorriqueño del Instituto de Cultura Puertorriqueña y como parte de su Programa de Residencias Artísticas 2024-2025.

“Sí, tiene que ver con la trabajadora cultural y el arte, pero tiene que ver con todas las mujeres que están cargando. Somos nosotras las que asumimos y cargamos. Cargamos con las familias, con los problemas, con las responsabilidades, somos las cuidadoras, las que producimos”, enumera para luego decir que son muchas las veces en las que se ha preguntado hasta cuándo seguirá haciendo lo que hace en un sistema que nos obliga a encargarnos de nosotras mismas.

“El problema no es de uno, es un problema sistémico, y hay que cambiar ese sistema económico y de orden que nos tiene explotadas. Como el estado abandonó el bien común, entonces todo el mundo se tiene que encargar de sí mismo; esa es la base del neoliberalismo y por eso es que ha triunfado”, agrega con ese decir tan suyo y esa dicción rítmica que celebra y denuncia con la misma pasión.

Enseguida se levanta de la silla en la que se encuentra y camina hacia una especie de falda pesada que yace en el suelo abierta como una flor. Está hecha de decenas de retazos de trajes. “Este es el lomo de carga”, comenta, mientras eleva la falda y se la deja caer encima, quedando prácticamente invisible. Ahora es un cuerpo encorvado que camina.

Prometea Cansada nació de una reflexión de Hernández sobre ese concepto del arte y la cultura como industria que produce y replica, que homogeniza y monetiza, y nos obliga a ser sujetos de emprendimiento y rendimiento, causándonos, en palabras del filósofo Byung-Chul Han, un cansancio infinito. La pieza nos recuerda que el peso mayor de ese destino lo cargan las mujeres. Por eso, feminiza el Prometeo agotado del relato de Franz Kafka, exaltando el arte inclasificable y excéntrico de mujeres artistas singulares, cuyo trabajo es imposible de contener en estructuras industriales. 

“Si bien es cierto que el cansancio es un tema que abordo en mi trabajo, esta vez lo revisito no para hablar del cansancio histórico, sino también para hablar de algo más concreto de esta mujer y de esta artista”, explica.

Para conversar sobre estos conceptos, presenta a las voces-personajes de Prometea y Lázara, así como a la acompañante de la orquestación y las vecinas –a cargo de la música Alexandra Rivera–, que se cuidan, se apoyan y se acompañan.

Ante el cansancio provocado por la sobrevivencia de la condición colonial que enfrentan estas amigas, el descanso y el encuentro son un acto revolucionario contra las prácticas capitalistas y neoliberales.

“Nosotres tenemos que buscar lo único que nos puede hacer continuar en esta vida, que es buscar esa práctica del encuentro para la vida contemplativa, para estar, para compartir el silencio, para hablar así, mirándonos a la cara”, expresa Teresa Hernández.

Retorno al teatro

Los textos La sociedad del cansancio y El aroma del tiempo, ambos de Chul Han, conversan en esta pieza, que marca el retorno de la artista al espacio cerrado del teatro, lo que no ocurría desde que presentó Privada en el 2017.

Su trabajo más reciente, Cabaré agónico (2022) y la plataforma artística Bravata, sal, sargazo y cansacio, que inició en el 2019 en diversas costas de nuestro archipiélago, los realizó principalmente en espacios exteriores, combinando el performance, con piezas escénicas y de vídeo.

“Quería regresar a ese espacio lúdico”, dice sobre este regreso. “Todavía no lo sé explicar, pero fue como algo que empezó a llamarme a buscar los principios de cómo yo trabajaba, de jugar con los vestuario, de hacer monerías. Mi trabajo siempre ha tenido humor, siempre estaba muy ligado a la comedia… Pero [en un momento dado], empecé a sentirme más trágica que cómica. Yo empecé a trabajar con los elementos de la tragedia por necesidad, porque estaban ahí, pero la agonía viéndola también desde quien quiere aguantar ese hilo de vida. Y dije, ‘necesito regresar al espacio cerrado’”, narra, mientras estira sus piernas y flexiona sus pies.

Esta vuelta ha implicado para ella un proceso de reflexión sobre su propia práctica y ese hacer agónico que también se presenta en la pieza. Al invitar a la música Alexandra Rivera a participar con ella desde el inicio del proceso, eso trajo un nuevo tiempo, más lento, más contemplativo.

“Si quieres trabajar con el cansancio, tienes que aprender a demorarte. Tienes que aprender a también estar en la quietud, tienes que aprender a sentarte, a que las cosas se asienten y eso ha estado en el proceso y va a estar en la pieza”, afirma.

La puesta –como es usual en su trabajo– contará con elementos escénicos mininalistas: una cama de niño, que era de su hijo, un camisón con mangas larguísimas y el “lomo de carga” que nos había mostrado.

Todos estos elementos estarán en función de los temas centrales de la pieza, que invita al público a caminar en la dirección contraria al tiempo del consumo.

“Creo que ante esas cenizas en las que nos hemos convertido por esta economía que nos está arrasando, quemando, el antídoto de la amistad, de la comunidad, puede ser las que nos mantenga vivas”, afirma.

Prometea Cansada cuenta con la dirección técnica de Juan Fernando Morales y la asistencia de producción y diseño de promoción de Leilani Rodríguez. La construcción del libreto y la creación de personajes es de Teresa Hernández, a partir de fragmentos de textos de Tadeusz Kantor, Beatriz Llenín Figueroa, La baronesa dadá, Clarice Lispector y la propia Hernández.

Las funciones en San Juan serán el 25 y 26 de abril de 2025 a las 8:00 p.m., y el 27 de abril a las 5:00 p.m., en el Teatro Victoria Espinosa. Los boletos para estas funciones están disponibles a través de Ticketera.com o llamando al (787) 305-3600.

El 29 de abril a las 10:30 a.m., la pieza se presentará gratuitamente en el Teatro Luis Rafael Sánchez en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Humacao. Mientras, el 3 de mayo se mueve a Taller Libertá en Mayagüez y el 17 de mayo al Foro Amalgama en Ponce. Las funciones en Mayagüez y Ponce serán a las 7:00 p.m. y se sugiere un donativo de $10 para apoyar dichos espacios culturales. 

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