(Foto de Marisol Díaz)
La dramaturga puertorriqueña Alejandra Ramos Riera sabe que, desde el espacio teatral, se defienden convicciones y se denuncian injusticias.
Ella convoca a los espectadores, los involucra en la trama y, luego, los sorprende como si les echara un balde de agua fría para que reflexionen sobre asuntos que a algunos no les gustaría abordar en una conversación.
Este acercamiento lo hizo mientras impulsó sus piezas cortas con la compañía Teatro la Azotea, en San Juan, donde literalmente presentaba sus propuestas en una azotea, y ahora lo hará a través de la obra Saben a mar, en la ciudad de Nueva York.
En este trabajo hablará sobre las terapias de conversión, que consisten en unas prácticas y tratamientos que intentan cambiar la orientación sexual o la identidad de una persona, y que han sido descritas por individuos y organizaciones internacionales como una violación de derechos humanos.
La pieza se suma a la oferta del Fuerza Fest 2019, con temáticas que representan situaciones que vive la comunidad LGBTTQ+. Saben a mar forma parte de las ocho propuestas que se escogieron de la convocatoria de la Hispanic Federation.
“Esas terapias son un abuso hacia cualquier ser humano. No estoy de acuerdo, y las condeno. Me parece que son una violación contra los derechos humanos, y van en contra de quien uno es y cómo uno se siente y se entiende. Mi interés viene de ahí, de una profunda convicción de que no creo que sea ni responsable ni saludable ni que sea un bienestar para la sociedad. Todo lo contrario, creo que revuelca muchas cosas y fomenta más violencia, que es algo que no necesitamos en este mundo”, expresó la artista en entrevista telefónica desde Nueva York, donde se estableció hace ocho meses, en busca de nuevas oportunidades creativas.
La productora es consciente de que, en los pasados días, las terapias reparativas han formado parte de la discusión pública después de que el gobernador Ricardo Rosselló Nevares avivó el tema con la presentación de un proyecto de ley para “prohibir las terapias de conversión”. Aunque en apariencia parece una acción en favor de las personas afectadas por este tipo de violencia, defensores de los derechos humanos han establecido que solo aplicaría a los profesionales de la salud mental, y deja la puerta abierta para que el sector religioso continúe con esta práctica.
Para traer esta problemática a escena, la directora creó el personaje de “Alicia”, a cargo de la actriz boricua Nicole Betancourt. Su pareja será “Rosa”, cuya interpretación recae en la actriz chilena Sonia Mera. Ambas interactúan en la trama con el “doctor”, al que el actor colombiano Carlos Alberto Valencia le da vida.
Ramos Riera explicó que “Alicia” decidió internarse en un hospital siquiátrico, donde a través de sus monólogos revelará sus sufrimientos y sus frustraciones. Ella ama a una mujer, en una sociedad que aún no acepta la diversidad, y, además, vive con el vacío de que no pudo ejercer una carrera en la actuación.
“Ella también viene con una no aceptación de su familia. La historia es que la familia la somete y son quienes pagan por este tipo de terapia. Entonces, hay unos daños irreparables. Algo tan difícil como la no aceptación de la familia, pero encima este tipo de terapia que incluye muchos tipos de tortura. Las investigaciones nos sorprenden porque son aterradoras”, mencionó sobre el trasfondo del personaje de este proyecto, que abrirá el festival el 9 de mayo en el Julia de Burgos Performance and Arts Center, en El Barrio.
“Ella decide internarse porque ya no puede más y, una vez internada, estamos hablando de una industria farmacéutica que también tiene otras consecuencias, en las que se ven a los seres humanos como puro negocio y, lejos de enfocarse en la salud real, de pronto entras en un juego en el que te dan pastillas para quitarte algo y te enfermas por otro lado. Sin darte cuenta, estás en un círculo vicioso muy tóxico sicológico y físico del cual es difícil salir”, agregó sobre otra de las vivencias de la protagonista, quien transita entre la realidad y ficción por la cantidad de medicamentos que ingiere.
La mujer va apalabrando sus angustias a través de unos monólogos que se “inventa”, pero, realmente, reflejan su experiencia con las terapias de conversión, su quebranto ante el rechazo de su familia y sus recuerdos de cuando era niña, mencionó la dramaturga.
Dijo, además, que trae a la atención del público el tema de la homofobia, a través del doctor, y el amor incondicional de estas dos mujeres.
Alejandra Ramos Riera continuará con su escritura provocadora en español e inglés, además de que vislumbra traducir sus obras cortas a inglés. También, vislumbra llevar a cabo el montaje de la pieza Broken Words, de la que, recientemente, realizó una lectura dramatizada como parte de una residencia artística con Teatro Pregones.