Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes
Daniela Victoria Arroyo González reconoce que su historia es distinta a la de otras mujeres trans: ella, a diferencia de la mayoría de quienes comparten esta experiencia, contó con el apoyo de su madre —una maestra de profesión— así como el de sus tías y primas. Estuvo acompañada de su familia durante su proceso de afirmación de género.
“Estuve rodeada de mujeres que me empoderaron; mujeres que estuvieron dispuestas a escucharme”, puntualizó la activista y exconcursante de Miss Puerto Rico Universe en entrevista con Todas.
Ya a los 14 años comenzó su activismo para exigir respeto a su identidad de género en la escuela, y con ello, en el sistema de instrucción pública del país. Cuando era todavía estudiante, peleó para que le permitieran vestir el uniforme conforme a su identidad de género. Su caso fue uno de tres que motivaron enmiendas a la carta circular del Departamento de Educación sobre los uniformes escolares en 2015. Tuvo visibilidad nacional, pues fue entrevistada y su historia hizo portada en un periódico.
“Lo usé como una oportunidad de mostrarle al país lo mucho que una persona puede lograr cuando está rodeada de amor, rodeada de apoyo y sobre todo, empoderada”, comentó quien, diez años después, hizo historia nuevamente como la primera mujer trans en concursar en Miss Puerto Rico Universe.
La experiencia de contar con un hogar, es decir, con una vivienda y apoyo familiar para cubrir las necesidades básicas la llevó a afirmar con total convencimiento: “Las mujeres somos agentes de cambio bien importantes, y por eso, entre nosotras, tenemos que cuidarnos, escucharnos y apoyarnos. Creo que nosotras, al final del día, contamos con nosotras mismas”.
El apoyo de su madre a su afirmación de género no fue inmediato. Después de todo, ella también se había criado y educado en una sociedad patriarcal con muchos prejuicios hacia las personas trans. “Le tomó tiempo, pero tuvo la apertura de ir conmigo al psicólogo y escuchar. Veo que eso no es algo común. Por eso, siempre lo menciono: a las personas allá afuera, especialmente a las madres de hijos, estén dispuestos a escucharlos”, recalcó.
“Para mí, tuvo un impacto bien significativo el tener a mi mamá conmigo”, agregó quien se concibe privilegiada por haber podido terminar la universidad, conseguir un trabajo que le gusta y a tono con sus metas y sueños, así como haber participado de Miss Universe Puerto Rico. “Todo está relacionado a que tuve ese grupo de apoyo familiar”, puntualizó.
Esta es, precisamente, una de las mayores necesidades de la comunidad trans: el acceso a vivienda adecuada y a grupos de apoyo, ya sean familiares o amistades. Todo esto, observó Arroyo González, está también vinculado a la salud.
“Si no tienen una familia que les apoya, recurren al trabajo sexual porque es lo que les queda”, denunció en torno a la situación de sinhogarismo. “Creo que nuestro país no nos da esos recursos de manera fácil… ni, a veces, para nada; para pasar por una transición que sea segura, saludable, y para tener una calidad de vida, que sea digna”, agregó.
Hizo también un llamado para que se separe la religión de la política pública y las gestiones oficiales. “Muchos de los proyectos de ley que se quieren pasar, para quitar todo lo que hemos logrado, vienen de personas con ideales religiosos, que los quieren implementar también a lo que son los procesos políticos. Pienso que al gobierno le toca totalmente separar eso porque es algo que no puede coexistir”, señaló.
Más aliades y opciones para la vivienda transitaria
Por su parte, Karina Marie Torres Rosado lleva aproximadamente desde 2014 asistiendo a otras personas transgénero con los procesos judiciales para el cambio de nombre en su certificado de nacimiento o identificaciones oficiales. Actualmente, dirige The Euforia Project, con el que ofrece ayuda económica para costear los sellos y costos legales para el cambio de nombre y género, además de brindar acompañamiento a quienes atraviesan el proceso burocrático.
En ese contexto, la activista trans conoce bien que las participantes necesitan que se le garanticen los derechos y necesidades humanas básicas. “Hay alimentos, que me han pedido, pero no cubro esa área porque no tengo los fondos”, comentó.
Al hablar sobre cómo las personas pueden apoyar los derechos de las mujeres trans, Torres Rosado contesta que lo más que se necesita “son aliades, que estén con nosotros en una lucha, marcha o [suplir una] necesidad”. Luego, agregó que hacen falta más contactos para vivienda transitoria para apoyar a las personas trans, que están sin hogar, así como ayuda económica para atender las necesidades de esta población, entre ellas la falta de trabajo y educación secundaria.
En cuanto a lo que compete a las instituciones, insistió en la importancia de la educación: “Son pocos los que reconocen tu identidad”. “Les diría que se eduquen porque es una pieza clave de entendimiento, que vean que somos seres humanos, que no somos extraterrestres”, dijo.
Lamentó que hace falta educación no solo para sensibilizar a las personas, sino también para combatir estereotipos, pues, muchas veces, “tienen la imagen de que para lo único que servimos es trabajo sexual o beautician”.
Sobre el mensaje que desea llevar a la población general, enfatizó: “Que entiendan que ser trans no es hacer daño a nadie”.
Arroyo González reflexionó de forma similar: “Culturalmente, nos falta todavía mucho, para ver a las mujeres trans como iguales al resto de la sociedad y de las mujeres”.