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¿Cómo se logra la equidad de género en las candidaturas políticas?

Equidad en el Capitolio de Puerto Rico

Las mujeres en Puerto Rico nunca han llegado a conformar ni el 30% de las cámaras legislativas. Es un déficit en la representación continuo y consistente como si el 30 fuera un número imposible de alcanzar y superar, aun cuando las mujeres conforman el 53% de la población en la isla y la mayoría del electorado, y ya han pasado 90 años de la primera aprobación del sufragio femenino en la isla.

En las elecciones generales de 2016, votaron 871,529 mujeres, en comparación con 725,313 hombres.

Limitadas por los roles de género y la pobreza

Al examinar quiénes han conseguido hacerse de alguno de los puestos electivos en la Legislatura o en el Ejecutivo, hay tres características que sobresalen, destaca la abogada, profesora y exprocuradora de las Mujeres María Dolores Fernós.

“Son ricas, son solteras o son mujeres cuyos hijos ya son adultos”.

Entonces, la conclusión lógica es que el acceso de las mujeres a puestos electivos está limitado por las responsabilidades que socialmente se les han impuesto, como encargarse de las tareas del hogar, pero, sobre todo, del cuido de los hijos.

Merece la pena hacer la comparación con la participación de las mujeres en la Rama Judicial. Cada vez, son más las que ejercen como juezas en distintos niveles. Pero, entonces, ¿por qué no se traslada ese aumento en participación a las demás ramas de gobierno?

“Porque los tribunales tienen un horario fijo”, responde Fernós.

“Las mujeres buscan aquellas posiciones donde pueden balancear ese deseo de progresar y desarrollarse profesionalmente con ‘cumplir’ -pues se trata de una imposición patriarcal que la mayoría de los hombres no asume equitativamente- con las responsabilidades de los hijos que tenemos como un carimbo encima”.

Por el contrario, los trabajos en la Cámara de Representantes y el Senado, muchas veces, ni siquiera tienen hora de finalizar.

Algunos de los países con mayor equidad en sus posiciones de gobierno tienen políticas que fomentan la distribución de las tareas domésticas y de crianza, como extensas licencias de maternidad y paternidad, cuidos en los centros de trabajo y acceso a servicios de salud y educación.

Lee aquí: La promesa de “estabilidad” de Wanda Vázquez ante un #EstadoDeEmergencia

Inaccesible el mecanismo de cuotas en la isla

Uno de los mecanismos más efectivos para asegurar la equidad representativa ha sido la ley de cuotas, una medida que se considera temporal, pero que es un paso afirmativo para acelerar la incursión de las mujeres en la política. Argentina fue el primer país en implementarla, en 1991, al establecer que un 30% de personas candidatas a puestos políticos nacionales debían ser mujeres. Aunque todavía enfrenta retos para la equidad de género en el ámbito político, Argentina es hoy uno de los países con mayor tasa de representación parlamentaria de mujeres.

Sin embargo, este mecanismo no está disponible para Puerto Rico, como resultado de una decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos que determinó que las cuotas son inconstitucionales.

Esta decisión contrasta con la del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que considera las cuotas como un mecanismo legítimo para atender las discriminaciones históricas.

La sororidad en forma de Emily’s List

Como parte de las desigualdades sociales, la ausencia de capital económico y de apoyo para la financiación de una campaña política es otro de los retos a los que se exponen las mujeres que pudieran querer aspirar.

En Estados Unidos, se ha adelantado en temas de representación en la política estadounidense, en parte, gracias a una iniciativa de mujeres de poder adquisitivo del Partido Demócrata, conocida como la Emily’s List. Emily es el acrónimo de “Early Money Is Like Yeast” o “el dinero temprano es como la levadura”, en referencia a lo que puede hacer el financiamiento de las campañas de las mujeres.

Ellen R. Malcolm desarrolló esta iniciativa, en 1985, para apoyar económicamente la campaña de mujeres aspirantes a puestos electivos, pues reconoció que siglos de desigualdad económica aún repercutían en las posibilidades de mujeres de financiar una aspiración política y llegar a un puesto electivo.

Las elecciones de 2018 dejaron un nuevo récord de mujeres en el Congreso estadounidense, con 113 electas. Sin embargo, con un total de 435 miembros en la Cámara de Representantes y 100 senadores, las mujeres apenas conforman el 21%.

Comoquiera, en Puerto Rico, donde la mayoría de las personas pobres son mujeres y sus hijos, no existe una iniciativa similar al Emily’s List en ninguno de los partidos.

Mientras tanto, ¿qué funciona?

“Funciona que las mujeres han seguido educándose”, establece Fernós, quien es miembro de la Junta Directiva de Proyecto 85, una organización sin fines de lucro que, mediante donativos de personas interesadas en su misión, adiestra a mujeres para que aspiren a ocupar cargos públicos electivos en Puerto Rico.

La educación no necesariamente significa que esas mujeres se convertirán en candidatas, pues la reconfiguración de los roles de género ocurre muy lentamente y continúa imponiendo limitaciones. Sí puede implicar que apoyen económicamente a otras candidatas y traigan el tema a la discusión pública, como lo ha hecho Proyecto 85 y Movimiento Victoria Ciudadana (MVC).

El esfuerzo de Proyecto 85

Proyecto 85 inició hace poco más de un año sus adiestramientos con la misión de conseguir que más mujeres ocupen cargos públicos electivos en Puerto Rico. Las cofundadoras, puertorriqueñas en la diáspora y en la isla, evaluaron que para las últimas elecciones, de 161 puestos públicos electivos principales, las mujeres apenas ocuparon 23 de estos cargos, para un 14% de representación. A base de la composición poblacional, sería necesario que las mujeres ocupen 85 de estos puestos para tener una representación equitativa.

Desde noviembre de 2018, Proyecto 85 ha ofrecido siete adiestramientos, cinco sobre el currículo básico Corramos nosotras y dos de un nuevo currículo titulado De aspirante a candidata a cerca de 330 mujeres.

“Hay dos preocupaciones principales entre las participantes de los adiestramientos de Proyecto 85: el deseo de un cambio porque están cansadas de lo mismo y que, cuando observan a las mujeres que actualmente ocupan puestos políticos en Puerto Rico, no necesariamente se sienten representadas”, cuenta Natalie Caraballo, una de las fundadoras de la iniciativa.

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A la hora de considerarse como potenciales candidatas, salen a relucir múltiples obstáculos que son comunes a mujeres en otros países del mundo. Por una parte, el continuo cuestionamiento sobre las capacidades para ocupar un cargo público por el voto del pueblo.

“Aquí es que viene el rol de Proyecto 85. ¿Qué es lo que necesitamos para ser servidoras públicas? Nosotras contamos con lo que se necesita. Nosotras lideramos en nuestras familias, en nuestras comunidades. Luego del huracán María, fuimos las que salimos adelante para levantar nuestro país, así que tenemos lo que se necesita para estar en la mesa donde se toman las decisiones que afectan nuestro diario vivir”, establece Caraballo.

Ausencia de compromiso al interior de los partidos políticos

Esas inseguridades insertadas por el patriarcado se refuerzan en una sociedad que aún percibe la política como un asunto de hombres, en el que la participación de mujeres es más un logro extraordinario que una norma.

Los partidos políticos han hecho muy poco para transformar ese imaginario y promover la igualdad de oportunidades.

La gestión de los partidos políticos en la implementación de medidas que garanticen que más mujeres sean candidatas es una de las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas para adelantar la equidad de género en los países.

“Si no se puede obligar a que haya un determinado número, porque la ley de cuotas sería inconstitucional en nuestro país, pues que sean los partidos, como institución, voluntariamente, sin que una ley los obligue, los que propicien la participación de mujeres”, explica Fernós sobre esta recomendación de la ONU.

En la tarea, el Partido Nuevo Progresista ha sido el más efectivo, con una vicepresidencia de mujeres y adiestramientos específicamente para mujeres.

“No hay duda de que tomar medidas tiene como resultado más presencia de mujeres”, señala Fernós.

Sin embargo, “si un partido quiere tomar medidas para incrementar el número de mujeres, eso envía un mensaje claro de que los hombres pierden representación y ellos no quieren soltarla. Las maquinarias de los partidos están controladas por hombres que no dan paso, porque cada medida que tomen significa que habrá hombres que van a perder su lugar y no lo quieren perder”, añade.

“Todo funciona en contra de que podamos incrementar el número”.

“Ese es uno de los mayores obstáculos, ver cómo uno puede quebrantar un sistema que está hecho para que sea liderado por y para hombres”, apunta Caraballo, a partir de la experiencia con la que ya cuenta en la organización.

Caraballo ha participado de las asambleas de los partidos en un esfuerzo por identificar cuántos foros son moderados por mujeres, quiénes componen la dirección de cada colectividad, y evaluar el apoyo que hombres dan a foros de mujeres.

“Me he topado con cosas que me han dolido, pero también he visto cosas muy positivas”, reveló.

Por ejemplo, el partido de nueva creación Movimiento Victoria Ciudadana tiene entre sus objetivos electorales tener igual participación de mujeres, y que las mujeres ocupen al menos un 50% de sus candidaturas.

Para Caraballo, ese cambio en las dinámicas internas de los partidos no va a llegar como un “despertar” de sus cuerpos directivos.

“Siendo realistas, ¿ellos mismos van a decir ‘tenemos que cambiar?’ Si por décadas no lo han hecho, este cambio no va a surgir ahora de la nada”.

“Yo entiendo que el cambio debe venir de afuera, de las bases comunitarias, de las mujeres del día a día que digan: ‘Estamos cansadas de que esto siempre sea igual, que nosotras no estamos siendo representadas’, que vayamos y exijamos a nuestros partidos políticos que hagan algo distinto para que cuenten con nuestro respaldo”, considera Caraballo.

La importancia del compromiso por la equidad desde el inicio

Fue, precisamente, dentro de un colectivo que desde su origen ha establecido un compromiso por la equidad de género, que la abogada isabelina Rosa Seguí Cordero identificó un interés por aspirar a un puesto político.

Seguí Cordero anunció el pasado 18 de noviembre su intención de candidatura al Senado por el Distrito de San Juan en representación del Movimiento Victoria Ciudadana.

A base de esta experiencia, está convencida de que una colectividad política, no solo debe hablar de un compromiso por la equidad representativa, sino que “tiene que hacerlo a los cuatro vientos y tiene que vivirlo en todas sus esferas”.

“Se empieza por que el organismo rector de cada partido político lo requiera”, coincide Seguí Cordero con las evaluaciones de Fernós y Caraballo.

“Si de donde nace el partido político no tiene esa agenda establecida y clara, no va a poder lograrlo en el resto de las funciones. Por eso, pienso que Movimiento Victoria Ciudadana empezó con el paso correcto al establecer de manera clara y precisa en su agenda la no discriminación, la propuesta de la equidad, de los derechos humanos y a favor de la educación con perspectiva de género. Pero, dio un paso más al requerir el modelo organizativo que el 50% o más de las candidaturas sean mujeres en su diversidad”, describe.

Así lo anunció Ana Irma Rivera Lassén, una de las líderes de MVC, el 22 de octubre, frente a la escuela que lleva el nombre de una de las líderes sufragistas más importantes de Puerto Rico, Ana Roqué de Duprey.

“Durante décadas, la falta de representación de las mujeres en los espacios de toma de decisiones ha repercutido negativamente en nuestra calidad de vida. Hoy, en Puerto Rico, las mujeres ganan 25% menos que los hombres por el mismo trabajo, el 50% de las jefas de familia trabajan a tiempo parcial y el 55% de los empleos que se perdieron entre el 2010 y el 2014 eran ocupados por mujeres”, dijo Rivera Lassén entonces.

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A partir de su experiencia como abogada dedicada ofrecer servicios a un bufete sindical, Seguí Cordero conoce de primera mano las inequidades sociales que se reproducen en el ámbito laboral.

“Todas las políticas públicas nos afectan mayormente a nosotras. Si hay políticas que les quitan derechos a la clase trabajadora o limitan, se van a ver mayormente afectada las mujeres, porque somos la mayoría de la sociedad puertorriqueña”.

Es para ella una confirmación de la urgencia de que las mujeres y una perspectiva de género se inserte en las posiciones en las que se puede implementar política pública.

“Nuestra perspectiva es necesaria”, puntualiza.

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