El mensaje estaba plancha’o. Zinnia Alejandro había superado el proceso que antecedió a su discurso en el evento MBK Rising! de la Obama Foundation, celebrado el pasado mes de febrero, en Oakland, California.
El lejano escenario se convertía en una oportunidad única para hablar sobre cómo el programa de Acuerdos de Paz,de la organización sin fines de lucro Taller Salud, interrumpía la violencia entre jóvenes afrodescendientes en su pueblo natal de Loíza. Lo escribió, reescribió y practicó la lectura hasta que sintió haber “hecho las paces con el escrito”. Pero, los nervios que despegaron desde que se enteró de haber sido elegida como oradora especial, seguían presentes. Poco tiempo antes de salir al escenario, Zinnia sentía que no le salían las palabras, que ni siquiera podía leer.
“Siento que no sé ni hablar”, confesó a su esposo Luis Arroyo durante una llamada telefónica. “Lo vas a hacer bien”, respondió, intentando calmarla e infundirle confianza.
No era para menos. Por primera vez en su vida, Zinnia, una educadora de profesión, se enfrentaba a una concurrida audiencia compuesta por unas mil personas, que no hablaban su idioma ni pensaban como ella, contó a Todas tras su participación en MBK Rising! Así que tenía que vencer el miedo para comunicar su mensaje de esperanza: la posibilidad de interrumpir la violencia entre bandos, compuestos principalmente por hombres jóvenes, a través del programa Acuerdos de Paz, una adaptación cultural del modelo Curando la violencia de la Universidad de Illinois en Chicago, que apuesta a transformar las vidas de los jóvenes loiceños en alto riesgo al identificar escenarios de violencia, interrumpirla y transformar el pensamiento.
Esa había sido la respuesta contraria a la “mano dura” que la organización sin fines de lucro dio en el 2009 al incremento en las muertes violentas en este pueblo costero. Una respuesta feminista, dada por una organización feminista.
“Nuestra organización entendió que trabajar con hombres para reducir la violencia era urgente y era feminista, ya que eran las mujeres del pueblo las que estaban enfrentando el dolor, el luto y el duelo sin esperanza, porque las muertes continuaban en aumento”, explicó. Buscaban así, trabajar para las mujeres, a través de los hombres.
La respuesta dio resultados –durante su primer año de implementación, noviembre 2011 a noviembre 2012, evidenciaron una disminución de 53% en los homicidios, y otra disminución de 90% desde su inauguración en el 2012.
Mientras esto ocurría, la Fundación Comunitaria de Puerto Rico (FCPR), entidad sin fines de lucro con sobre 33 años de historia en la isla, participaba en el 2015 de un reto lanzado por el presidente Barack Obama para reducir los incidentes violentos entre jóvenes afrodescendientes. La FCPR trabajó un plan estratégico con la comunidad de Loíza, pero no fue hasta noviembre pasado que esta iniciativa recibió un nuevo aire luego que la FCPR logró ser una de las organizaciones ganadoras de la competencia comunitaria de My Brother’s Keeper (MBK) de la Fundación Obama. Obtuvo un donativo para implantar la propuesta de proyecto Alianza por la Paz, en Loíza, una evolución de Acuerdos de Paz, ya que esta vez contó con el apoyo de la también organización sin fines de lucro Nuestra Escuela y el municipio de Loíza, actores en la ecuación que entran para brindar acceso a educación y empleo.
La propuesta impactará durante un periodo de dos años a 25 jóvenes de mayor riesgo entre ambos bandos. La FCPR recibió un donativo de $400,000 por año, cantidad que pareará, y asistencia técnica.
Fue, precisamente, la fuerza de ese mensaje transformativo y el compromiso con su trabajo y pueblo, los que lograron darle las fuerzas para salir al escenario y hablar, acompañada aún de sus temores.
Ya no había vuelta atrás. La llamaron por su nombre e inició su recorrido a la tarima:
“¡Muy buenos días a todos! ¡Qué hermoso (ríe)! Me siento muy feliz de estar aquí. Me siento como en el cielo. Nunca he ido al cielo, pero debe ser algo así (aplausos). Mi nombre esa Zinnia Alejandro. Soy puertorriqueña (ovación) y creo que las personas merecen segundas oportunidades”, expuso.
La transformación toma tiempo
Zinnia les contó de su pueblo y trabajo, y les explicó que a “estos muchachos, que parecen monstruos, la gente los ve así, como monstruos, cuando nos sentamos a hablar con ellos, (nos damos cuenta de que) solo necesitamos conocer un poco de sus vidas y tener mucho amor, tacto y paciencia para transformar ese pensamiento”.
Y, cuando ese joven comienza a pensar diferente, se conecta con la vida –la expectativa de vida de estos jóvenes no pasa de la década de los años 20–, dice. Entonces, el deseo de tener cuarto año, licencia de conducir, trabajo, plan médico, casa… y las oportunidades, comienzan a asomarse en el panorama.
Recordó, por ejemplo, el encuentro de una abuela con su nieto. Zinnia contó que uno de los jóvenes de más alto riesgo le dijo en una ocasión que hacía 10 años que no veía a su abuela. La mujer vivía en una zona distante a la zona de él, y para poder ir a verla, tenía que cruzar por el área donde estaba el bando contrario, lo que pondría su seguridad en peligro.
“Tengo tantas ganas de verla y de comer de su arroz”, le confesó.
Zinnia la buscó y le dijo:
“Prepárate ese arroz que voy a llevarte a ver a tu nieto.
“Zinnia, eso está bien malo por allá, a lo cual le contesté, tranquila que no te va a pasar nada, y dentro de mí dije: ‘Quien hace las ‘travesuras’ es tu nieto…’”, recordó.
Se logró el encuentro. Hubo abrazo, lágrimas, y un estómago lleno.
“Soy terca”
Zinnia cree en las segundas oportunidades y en la transformación del pensamiento, de muerte a vida, aunque tome tiempo, y de ahí no la mueve nadie.
“Soy terca”, afirma, porque no abandona la constancia, firmeza y convicción en lo que cree.
Tras su gestación en el 2009 e inicio en el 2011, Acuerdos de Paz cosechó buenos frutos, sí siguió el programa, pese a haber sufrido una reducción de recursos que limitó su alcance, pero el apoyo económico logrado a través de la propuesta ganada por la Fundación Comunitaria de Puerto Rico fortalece un programa que apuesta por la vida y cree en las segundas oportunidades.
“Estamos a mitad de camino, pero hemos caminado un poco, y ese caminar nos da la seguridad de que sí funciona”, subrayó.