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Aunque el Gobierno de Puerto Rico tenía un asiento reservado como observador en la principal conferencia intergubernamental de Naciones Unidas para los derechos de las mujeres en América Latina y el Caribe, decidió no enviar representación oficial. Esa ausencia, sin embargo, no silenció al país, pues una delegación feminista puertorriqueña llevó las voces de nuestro archipiélago a la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, celebrada en Ciudad de México del 12 al 15 de agosto.
El encuentro, convocado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), ONU Mujeres y el Gobierno de México, reunió a más de mil participantes de la región —incluyendo a representantes de los gobiernos, parlamentos, organismos internacionales, organizaciones feministas y academias— en torno a la agenda global de equidad de género y la llamada sociedad del cuidado.
Allí, estuvieron presentes, no como gobierno sino como sociedad civil, siete mujeres puertorriqueñas que cargaron sobre sus hombros la responsabilidad de visibilizar los avances, retos y ausencias que marcan la vida de las mujeres en la isla.
La representación estuvo compuesta por Ana Irma Rivera Lassén, en representación del Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM) y la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora; Verónica Rivera, de CLADEM, Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico y Ayuda Legal Puerto Rico; Tania Rosario, directora ejecutiva de Taller Salud; Adriana Gutiérrez, representante del Partido Independentista Puertorriqueño; Maricarmen Carrillo Justiniano, asesora legislativa; Bárbara Jiménez, feminista de la diáspora, y Stephanie Figueroa Figueroa, directora ejecutiva del Observatorio de Equidad de Género (OEG).
Todas llevaron a México debates urgentes, entre ellos, la justicia económica del cuidado, el colonialismo como obstáculo para la autonomía de las mujeres, y la necesidad de que la violencia económica sea reconocida como una forma de violencia de género.
“La participación de Puerto Rico, aun sin tener soberanía, fue un acto de resistencia y reafirmación de que estamos aquí como mujeres puertorriqueñas, que nuestras voces cuentan, que nuestras mujeres merecen equidad y justicia como en cualquier otro país de la región”, afirmó Stephanie Figueroa Figueroa, directora ejecutiva del Observatorio de Equidad de Género (OEG), en entrevista con Todas.
Décadas de presencia feminista en espacios internacionales
Su reflexión sintetiza lo que significó para la delegación ocupar un espacio que el Ejecutivo dejó vacío. Esta no es la primera vez que el gobierno opta por no enviar a nadie a este tipo de conferencia, como recordó la licenciada Ana Irma Rivera Lassén, reconocida en América Latina por su trayectoria feminista y por haber participado en estos espacios desde la primera Conferencia Mundial de la Mujer en 1975, celebrada precisamente en Ciudad de México.
“Puerto Rico tiene un asiento en la CEPAL, pero depende de la voluntad del gobierno de turno utilizar ese asiento y ocuparlo”, dijo. “Que yo recuerde, la última representación oficial que tuvo Puerto Rico (en un evento de este tipo) fue con Wanda Vázquez cuando era procuradora (de las Mujeres)”, recordó.
Rivera Lassén explicó que la Ley de la Oficina de la Procuradora de las Mujeres (OPM) cuenta con una enmienda que establece que si hay un evento internacional que aborde temas sobre mujer o género, la OPM puede representar a nuestro archipiélago de manera oficial. Pero tampoco ocurrió. “Si el gobierno hubiera querido estar, lo hubiese podido hacer”, puntualizó.
La participación de Puerto Rico como observador en estos eventos se logró gracias al esfuerzo y la presión que ejercieron diversos grupos de la sociedad civil desde la primera Conferencia Mundial de la Mujer, hace 50 años, cuando se comenzó a abogar para que los países no independientes pudieran tener estatus de observador.
En aquel momento, narró Rivera Lassén, el entonces gobernador Rafael Hernández Colón no quiso hacer esa gestión, por lo que el trabajo lo llevaron a cabo diversas feministas del país. En 1995, cuando se celebró la cuarta conferencia en Beijing, Puerto Rico ya tenía una silla como país observador, pero inicialmente el gobierno de turno —bajo el liderato de Pedro Rosselló— tampoco quiso ocuparla.

Ana Irma Rivera Lassén en la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Ciudad de México (1975). Foto del Archivo de CLARIDAD
“La que era presidenta de la Comisión de la Mujer, en aquel entonces, era Albita Rivera y ella dijo que quería ir, pero con la delegación de Estados Unidos. Pero la delegación de Estados Unidos no le abrió la puerta… Como las organizaciones de la sociedad civil, en ruta hacia Beijing, habíamos hecho todo lo posible para que aprobaran diferentes resoluciones que permitieran que los países no independientes pudieran tener estatus de país observador, pues Albita lo aprovechó y finalmente fue en representación de Puerto Rico como país observador”, rememoró.
Para la exlegisladora del Movimiento Victoria Ciudadana, la participación nacional en estas conferencias es fundamental, pues son foros en los que se discuten temas que afectan a las mujeres y a las personas feminizadas no importa el país donde vivan, y que nos posiciona como parte de las discusiones internacionales.
Rivera Lassén resaltó que ha sido, después de la participación en estas conferencias internacionales, que se han logrado importantes avances en el país con relación a los derechos de las mujeres. Recordó, por ejemplo, cómo, luego de esa primera Conferencia Mundial de la Mujer en México, se logró aprobar en Puerto Rico la Reforma de la Familia de 1976 que equiparó los derechos patrimoniales de las mujeres en el matrimonio.
De igual forma, señaló que no fue hasta la conferencia en Beijing, en 1995, que las feministas puertorriqueñas consiguieron un compromiso por parte de los tres partidos políticos principales para la creación de un organismo autónomo que trabajara con los temas de la falta de derecho e inequidad de las mujeres, lo que eventualmente dio paso a la Oficina de la Procuradora de las Mujeres, establecida por ley en el 2000.
“Lo que hemos hecho, desde la sociedad civil durante años, es llenar ese vacío y asegurarnos de que el nombre de Puerto Rico circule en estos espacios, aunque el gobierno no esté”, destacó. “Es la sociedad civil la que ha empujado estos cambios, no la voluntad espontánea del gobierno”, puntualizó.
El cuidado como derecho humano en la agenda regional
La XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe se enfocó, en esta ocasión, en el derecho humano al cuidado, y en avanzar transformaciones en los ámbitos político, económico, social, cultural y ambiental, para impulsar la sociedad del cuidado y la igualdad de género, como le llaman en América Latina a lo que en Puerto Rico se nombra equidad de género.
En esa dirección, se aprobó el Compromiso de Tlatelolco, que establece una década de acción (2025-2035) en América Latina y el Caribe para avanzar en este tema y obligar a los Estados a tomar medidas para garantizar el derecho de las personas a cuidar, a ser cuidadas y a ejercer el autocuidado, sobre la base de igualdad, universalidad y corresponsabilidad social y de género.
Con este acuerdo, que incluye 80 puntos, los países participantes se comprometen a promover medidas “para superar la división sexual del trabajo y transitar hacia una justa organización social de los cuidados”, según un documento de la CEPAL.
Rivera Lassén celebró este hito, pero recordó que, en Puerto Rico, el tema apenas encuentra eco en la agenda oficial. Cuando fue senadora, presentó el Proyecto del Senado 223 que buscaba cuantificar el valor económico de estas tareas. A pesar de que fue aprobado en ambos cuerpos legislativos, el gobernador Pedro Pierluisi vetó la medida que habría arrojado luz sobre la magnitud del trabajo no remunerado, la disparidad de género de quienes lo realizan y cuánto representa en la economía.
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“Puerto Rico está en el mundo y el mundo está hablando de esto, incluyendo a Estados Unidos, así que tenemos que empezar a trabajar el tema porque nos está dando en la cara y tenemos que buscar una solución”, sostuvo, al precisar que cualquier legislación debe tomar en cuenta las intersecciones entre raza y género, porque la actual organización social de los cuidados, sobre todo en América Latina y el Caribe, ha afectado históricamente a las mujeres, adolescentes y niñas indígenas y afrodescendientes.

Una delegación activa
Rivera Lassén tuvo una participación destacada en esta XVI Conferencia, incluyendo en el foro de organizaciones no gubernamentales y en varios paneles en los que se discutieron las intersecciones entre raza y género.
La representante puertorriqueña Adriana Gutiérrez, por su parte, formó parte del foro parlamentario, donde resaltó cómo la condición colonial de Puerto Rico afecta de manera desproporcional a las mujeres.
De igual forma, Verónica Rivera, de CLADEM, Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico y Ayuda Legal Puerto Rico, estuvo en un evento paralelo a la conferencia principal, en el que abordó el tema de justicia económica y cómo en Puerto Rico se logró enmendar la Ley 54 para incluir la violencia económica como una forma de violencia de género.
“Creo que esa participación (de Verónica Rivera) fue fundamental, pues no necesariamente todos los países en Latinoamérica cuentan con una política comprensiva sobre eso y que ella haya traído ese contexto, también sirve como una ruta a seguir para otros países que no necesariamente tienen incluida la violencia económica dentro de sus agendas, leyes y política pública”, resaltó Stephanie Figueroa Figueroa del OEG.
Expresó que también fue bonito ver el reconocimiento de mujeres de todo el mundo al trabajo realizado por Ana Irma Rivera Lassén y otras feministas puertorriqueñas durante décadas.
“El intercambio regional es tan importante porque una puede ver que, en efecto, las barreras que enfrentan las mujeres a veces son barreras regionales, y que nos diferencian unas pocas cosas, pero nos unen muchas otras más”, compartió.

El reto de los datos y la invisibilización oficial
Figueroa Figueroa subrayó, además, que fue importante abordar la condición colonial de Puerto Rico porque atraviesa diversas experiencias: limita el acceso a fondos, restringe la participación en foros internacionales y distorsiona la forma en que se mide la realidad de las mujeres en el archipiélago.
De hecho, durante la conferencia se relanzó el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, auspiciado por la CEPAL. Allí se evidenció un ejemplo claro. Mientras los datos oficiales reportaron 17 feminicidios en Puerto Rico en 2023, el OEG contabilizó 81.
“La limitación es que la CEPAL utiliza solamente los datos que son los que el gobierno promueve y facilita, así que lo que queríamos en ese momento era visibilizar el problema de datos oficiales que tenemos en este momento y dejarles saber que esos datos que está proveyendo Puerto Rico no representan la magnitud del problema”, indicó.
La directora ejecutiva del OEG señaló que la CEPAL está consciente de esta limitación, “pero queríamos estar ahí de primera mano para visibilizar también la importancia que tienen las organizaciones de la sociedad civil en la generación de datos y así deconstruir la mentalidad de que los datos confiables son los oficiales porque, como sabemos, no necesariamente sucede así”.
Desde una mirada crítica, la también trabajadora social destacó que, aunque la conferencia de la CEPAL abordó temas fundamentales para las mujeres, sintió que hubo un vacío con relación al tema de violencia de género y feminicidios. “En ese sentido, la agenda fue bastante conservadora, por decir una palabra. No vi mucha oportunidad para debate sobre la violencia y el género, a diferencia de otras actividades externas en las que sí vi una ruta en esa dirección. Eso me preocupó”, opinó.
Puerto Rico en el mundo
Figueroa Figueroa sostuvo que la presencia feminista puertorriqueña en México fue imprescindible y que seguirán ocupando estos espacios internacionales.
“Me parece importante reclamar nuestro espacio regional porque somos parte de América Latina y el Caribe y la única manera de dejarlo saber es estando en estos espacios, ocupándolos y no dejar pasar estas oportunidades de insertarnos e intercambiar experiencias con otros países de Latinoamérica”, reiteró.
Rivera Lassén lo resumió así: “No importa que el gobierno no haya estado. Estuvimos nosotras. Y vamos a seguir empujando desde la sociedad civil, porque Puerto Rico está en el mundo y el mundo está discutiendo estos temas. No podemos quedarnos atrás”.






