Foto de archivo por Ana María Abruña Reyes
Que una mujer negra puertorriqueña hable de independencia parecería un oxímoron. Sin embargo, hay muchas formas de pensar la independencia; sobre todo, de practicarla.
A principios de junio, tuve la oportunidad de participar en un instituto de estudios sobre AfroLatinidades y Afrolatinoamericanidades en la Universidad de Pittsburgh, en Pennsylvania. Haber sido seleccionada entre casi un centenar de solicitantes, fue un privilegio estupendo. Al llegar a Pittsburgh, además de la belleza de la ciudad, me llevé la grata sorpresa de ver el letrero que lee: Roberto & Vera Clemente Dr. Que una calle estadounidense lleve el nombre de dos personas afropuertorriqueñas merece ser recordado todos los días. Reconocer lo disruptivo de ese letrero es celebrar la independencia.
Durante las dos semanas que estuve en Pittsburgh, no dejé de pensar en la importancia de continuar insertando a Puerto Rico -y al resto de los países de América Latina- en los estudios sobre AfroLatinxs y AfroLatinoamericanxs, pues no es posible continuar construyendo conocimiento sobre estas comunidades únicamente desde Brasil y Cuba. Tampoco es viable que este campo de estudios siga siendo ocupado desproporcionalmente por personas no-negras que desconocen la experiencia de vivir la negritud en América Latina y en Estados Unidos.
No se puede seguir desplazando el trabajo académico de intelectuales negrxs, punto. Para ello, es necesario garantizarles educación, a todos los niveles, a las personas visiblemente negras. También, es necesario hablar de privilegio blanco, colorismo y posicionalidades en los espacios académicos en los que se atienden temas de negritud. Apuntar sobre estos asuntos en espacios predominantemente blancos es celebrar la independencia.
La penúltima semana de junio, me sorprendió en Sonoma, California. Hasta allí llegué, después de varios vuelos, pues acepté una invitación, que me tomó por sorpresa, para participar en el Global Black Feminisms Writing Retreat 2022, organizado por dos profesoras afrofeministas de UC Berkeley.
En el retiro, en el que celebramos el triunfo de Francia Márquez Mina, vicepresidenta de Colombia, habíamos 14 académicas negras que pocas veces somos conscientes de la importancia de autocuidarnos y entrecuidarnos para evitar lo que en inglés se denomina como “black fatigue”, aludiendo a las condiciones de vulnerabilización y precarización bajo las que la academia nos explota con cargas de trabajo exhorbitantes, y sin proveernos espacios de sanación al indagar en asuntos que nos abren heridas, que suelen ser detonantes o que nos activan traumas.
Empezar el día con una clase de yoga, tener sesiones colectivas de escritura, un espacio individual para recibir una meditación guiada, comer bien, intercambiar experiencias en afrosororidad y asegurarnos acompañamiento en un espacio cómodo y seguro es celebrar la independencia.
El 4 de julio, como los restantes 364 días del año, es un día para celebrar todas las formas en las que podemos ejercer las independencias y para continuar articulando estrategias cuyo norte sea la independencia plena de un país que no conoce otro estatus político que no sea ser una colonia.