En el momento en que la guionista y directora teatral Kisha Tikina Burgos toma un lápiz o bolígrafo para escribir en un papel esos personajes que habitan en su mente, aparecen líneas de mujeres fuertes, independientes e imparables ante la adversidad.
Sean protagonistas o no de su pieza artística, esas figuras femeninas sobresalen en la trama. Esta práctica surge sin planificación. Igualmente, sin plantearse temáticas de antemano, en esos papeles, por lo general, explora temas sobre las relaciones humanas, la soledad, la sexualidad y de los que nadie quiere hablar.
“‘Carmín’ y ‘Solimar’ son personajes en los que quería explorar a mujeres que no necesariamente son víctimas. Bueno, son víctimas de una sociedad machista, pero, dentro de eso, no se hacen las víctimas. Ellas luchan, pelean y son fuertes. Quieren algo y lo logran dentro de lo erróneo que puedan estar. Son personajes que no juzgo sobre si están bien o mal. Son personajes que están reaccionando a la vida que les tocó vivir”, expresó la artista.
“Mi mamá es una mujer muy fuerte que me enseñó a ser independiente, autosuficiente y emprendedora. Siempre me dijo que las cosas las tenemos que hacer nosotras, que no podemos esperar por nadie. Ella me inculcó tanto eso y ya entiendo que sale de ahí”, añadió la actriz mientras reflexiona.
El personaje de “Carmín” (Miranda Purcell) es una adolescente que vive el abandono de su madre y se encuentra en plena adolescencia descubriendo su sexualidad en el filme. Antes de que cante el gallo (2016). Mientras, “Solimar” (Kisha Tikina Burgos) es una puertorriqueña radicada en Nueva York que se obsesiona con las prácticas sexuales violentas de sus vecinos en la película Under My Nails (2011). Este año, Burgos presentó la pieza teatral Tuya, en la que escribió sobre las complejidades de una relación entre dos mujeres.
En esa búsqueda de situaciones para sus historias cinematográficas, es inevitable que la artista se traslade a su niñez y a su adolescencia en su natal Barranquitas. Esos periodos están muy presentes en su vida. En su niñez, confesó, se sintió sola, sin opciones para darle rienda suelta a su creatividad, y, en su adolescencia, no encontraba respuestas a las preguntas que surgen a esa edad. En Antes de que cante el gallo, con la dirección de Arí Maniel Cruz, hace referencia a ambas etapas.
“La gente idealiza el campo, pero cuando estás solo, sin hermanos, se puede sentir aislamiento, mucha soledad. Sufrí mucho mi niñez, pero no la cambio porque fue el cimiento para que el arte despertara. Esa soledad, dolor e inconformidad me hacen fuerte. No tenía opciones, más allá de la escuela, para desarrollarme”, comentó al mencionar que ese vacío se llenó un poco a sus 10 años de edad con el nacimiento de un hermano.
La intérprete relaciona su crianza en el campo con su despertar artístico por las horas que tenía para pensar, entenderse y conectar emociones que vivía.
“Siempre parto de lo que vivo, aunque luego hay ficción. Todo el mundo se criaba un poco solo y hacía lo que podía. Los padres tienen que trabajar. Tenías que cuidarte sola. Recuerdo los deseos de salir de allí y no poder, y ese despertar sexual que todos pasamos en la adolescencia que pasan tantas cosas por la mente y uno está tan vulnerable. Esa confusión, esa ignorancia. No recuerdo esa educación sexual o ese consejo, y quería retratar eso”, recordó, y gritó un “por fin” en el momento en que llegó a la Universidad de Puerto Rico, donde se graduó del Departamento de Drama.
Esas experiencias lograron que ame trabajar el tema de la adolescencia, que describe como un momento decisivo y en el que se lidian con tantas emociones. “Hay una pasión de ese tiempo que no la debemos perder”, dijo al señalar que sus líneas temáticas también están influenciadas por el guionista y director de cine Lars von Trier (Nymphomaniac, Antichrist).
Esa mención sobre el trabajo del cineasta surge cuando piensa en “Solimar”, de Under My Nails, quien no tiene miedo a acercarse a un hombre que aparenta haber asesinado a su pareja, y a quien conoce tras espiar sus prácticas sexuales violentas. “Me atrae hablar de esas partes oscuras de nosotros, de lo que no puedo hablar normalmente, y el trabajo artístico es un espacio seguro para hablar. Me gustan los misterios. Me interesan los temas complejos que te chocan, pero, a la vez, son tan reveladores de uno mismo”, mencionó la profesora universitaria.
La artista reconoce que, precisamente, el diálogo de tabúes en pantalla grande es una barrera que enfrenta en la industria del cine, en la que también lucha por posicionarse como directora. “¿Cuántas películas de acción y de gente matándose han hecho? ¿Por qué no vamos a hablar de nuestras relaciones humanas, de nuestra sexualidad, de nuestros lados oscuros? Vamos a hablar de la falta de equidad. El cine siempre está atado a cómo vamos a hacer dinero porque es tan costoso, pero no me interesa hablar de pillos, policías y mafia”, comentó la creadora de las piezas teatrales Enjaula y La memoria de los elefantes.
Trabajará el sentido de culpabilidad
Otro tema que le ronda la cabeza, y que desarrollará en un guion, es el sentido de culpabilidad que sienten las mujeres ante una agresión sexual o ante miradas y acercamientos incómodos. La necesidad de escribir surgió cuando ella se sintió culpable por cómo la miraba un compañero artista. Cuando llegó a su casa, se miró al espejo para cuestionarse su forma de vestir y sus gestos ante esa persona.
“Sentía que lo había provocado y, cuando me entero, les pasó lo mismo a otras mujeres. Es una persona que está acechando todo el tiempo. Me sentí incómoda, pensé que había dicho algo o estaba coqueta. Lamentablemente, eso pasa a gran escala, que un hombre te toca, te viola, y tú te sientes culpable porque lo provocaste. Eso está cañón. Quiero hablar de ese tema de sentirnos culpables desde la contemporaneidad”, expresó la egresada de Tisch School of the Arts (NYU).
“Ese es el gran problema. Nos hemos sentido culpables por los problemas sociales. La mujer tiene la culpa si el hombre es machista porque es la que lo cría, también soy culpable de que un hombre se ponga fresco. Me tengo que sentir culpable por como visto y como soy. Es como mucha responsabilidad”, añadió.
Kisha Tikina Burgos se prepara para su nueva película, La gran desilusión, cuyo protagonista es un joven adolescente a quien medican. Sin embargo, como en sus otras entregas fílmicas, el personaje de la madre se impone en el guion. “Estoy explorando la mirada de este joven perdido e incomprendido. La madre es muy fuerte, incisiva, muy dura con el niño”, advirtió.
*Todas las fotografías que acompañan esta entrevista han sido suministradas por Kisha Tikina Burgos.