(Concepto creativo para @cambiayapr en Instagram por @vero83 / ilustración por @god.en)
La violencia sexual ha sido una problemática social desde el inicio de los tiempos. La sostiene un sistema patriarcal y misógino que se encarga de normalizar estos comportamientos, atentando directamente contra la vida y dignidad de las mujeres alrededor del mundo.
En Puerto Rico, se padece una ola gigantezca de violencia sexual, resultado de la desigualdad de géneros y la manera en la que fuimos criadxs. Este sistema, no solo permite a los hombres creer que tienen el poder de hacer lo que quieren sobre cuerpos ajenos, si no que lo normaliza, perpetúa y defiende.
Cuando suceden incidentes de violencia sexual, se cuestiona activamente las decisiones de la víctima antes, durante y después del ataque. El foco alumbra hacia cómo vestía, a qué hora y dónde se encontraba, si intentó defenderse o si gritó. Incluso, se hace énfasis a la reacción posterior, si la perjudicada decide continuar su vida normal luego del suceso- como método para poner en duda su veracidad y credibilidad-, más que en culpabilizar a el o los responsables.
(Concepto creativo para ¡Cambia ya! por Verónica de la Cruz. Ilustraciones por @god.en)
Aunque siento que cada vez se habla más de este tipo de situación y el apoyo entre víctimas y sobrevivientes es más visible, sobre todo en redes sociales, aún encontramos muchas actitudes con las que se culpa a las mujeres, creyendo fielmente y sin titubear, que ella se lo buscó.
En principio, buscando siempre defender la postura masculina, juzgándolo muchísimo menos, justificándolo. Siempre ha existido este debate absurdo de quién tiene la responsabilidad en este tipo de circunstancia, pero realmente nunca ha tenido espacio de discusión, SIEMPRE ES EL AGRESOR EL CULPABLE.
Si bien es cierto que las instituciones deben tomar acción, legislando y creando mayor política pública, procesando a los agresores y acabando con la cultura de impunidad reinante en este tipo de casos, nosotros, como individuos, en cada uno de nuestros espacios, podemos crear conciencia. Generando espacios de conversación seguros, corrigiendo a nuestros familiares y amigos cuando realizan comentarios despectivos, machistas o violentos hacia una víctima sobreviviente de agresión sexual, evitando que se comparta contenido sexual no autorizado, promoviendo la libertad femenina y equidad de géneros, y, sobre todo, repudiando todo acto sexual no consentido.
Tengo allegados cuestionándose si en algún momento hicieron algo mal, gracias a las conversaciones que mantengo abiertas en mi círculo y en mis redes. Aunque probablemente nunca lo confiesen, cuestionar es un avance.
La violencia sexual es una problemática monumental que no tiene espacio en el mundo en el que quiero vivir. Erradicar este mal, con una lucha constante, pone el granito de arena diario para que un día, a ninguna otra persona se le ultraje su vida.
Lee más de ¡Cambia ya! y vamos contra la violencia machista.
Este texto es una colaboración como parte de la campaña ¡Cambia ya!, auspiciada por Oxfam, que invita a la reflexión sobre las actitudes, pensamientos y comportamientos machistas como una forma de detener la violencia machista. Si quieres colaborar, envía tu contenido a todaspr@gmail.com