Desarrollar la capacidad de negociar con tu pareja no solo denota que valoras la equidad, sino que hace menos probable que las personas que integran la relación recurran a la manipulación o el maltrato como estrategia de poder y control, coincidieron una psicóloga clínica y una abogada de sobrevivientes de violencia de género entrevistadas por Todas.
La abogada feminista Olga López Báez se ha dedicado a defender a las mujeres sobrevivientes de violencia de género durante los 30 años que ha laborado desde distintas organizaciones y en su práctica privada. La experiencia ganada le ha convencido de la necesidad de hacer campaña educativa por la equidad y ofrecer herramientas como la negociación en la relación de pareja y la concienciación sobre el daño que causan los estereotipos de género –todo eso que se espera de una persona a partir del sexo que se le asignó al nacer–.
“Las situaciones de violencia se originan, en muchos casos —además de por los roles impuestos—, porque no nos enseñan a negociar con la pareja”, argumentó López Báez, en una entrevista reciente que tuvo con Todas, por motivo de la medalla Nilita Vientós Gastón, que le otorgó el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico (CAAPR).
La también presidenta de la Junta de Directoras de la Casa Protegida Julia De Burgos agregó que se trata de un ejercicio diario, no solo para el inicio de la relación o decidir contraer matrimonio y tener hijos. La convivencia conlleva la toma de decisiones tanto en asuntos relacionados a los cuidados —como la distribución de las tareas de cocina, limpieza y crianza de los hijos y adultos mayores— como para acordar qué hacer en el tiempo de ocio.
Una conversación entre iguales
La negociación parte de dos entes jurídicamente iguales, distinto al contrato que un prestatario pudiera firmar con un banco: el banco va a tener ventajas porque “es más poderoso que tú”, resumió López Báez. No existe la posibilidad de negociar en igualdad de condiciones con un ente más poderoso.
Entonces, recalcó: “Una relación con un banco no es lo mismo que una relación con quien te estás acostando todos los días; con quien has estado desnuda en todo el sentido de la palabra, tanto emocional como físicamente, que conoce tus fortalezas y tus debilidades”.
Establecer acuerdos como responsabilidad afectiva
Velar por el bienestar emocional de las partes, en una relación amorosa, requiere de establecer acuerdos, coincidió la psicóloga y dueña de Sanar, Yanellys Román Díaz. Esa responsabilidad afectiva implica evitar también que las opiniones y necesidades de una de las partes sean invalidadas.
Román Díaz explicó que, en algún punto, las partes tendrán puntos de vista, opiniones y necesidades opuestas, y será necesario la flexibilidad, la comunicación y el establecimiento de límites. Los límites, agregó, son necesarios para garantizar la seguridad física y mental, así como para no comprometer los valores personales.
La doctora, quien ofrece terapias individuales y de pareja, observó que “las relaciones dependientes o de maltrato e inequidad, con roles fijos asignados por género, tienen poca capacidad de negociación”. Adjudicó esa incapacidad o falta de destreza a “dinámicas de poder y control en donde una o ambas partes utiliza estrategias emocionales, económicas y físicas para perpetuar dinámicas de sometimiento y dependencia”. Las inequidades se pueden manifestar en factores económicos, tiempo, educación, privilegios u otros.
La independencia emocional y económica puede ser un tipo de prerrequisito para honrar los valores de equidad y flexibilidad en la relación, pues donde hay dependencia “es difícil hacer negociaciones por el nivel de desventaja que se ha creado”.
Observó que la violencia emocional es otro obstáculo para la negociación entre iguales.
“No puedo negociar aquello que yo no siento que merezco o que no sé que es posible”, puntualizó.
¿Cómo afecta la construcción de género?
Román Díaz mencionó que la perspectiva o construcción de género en Puerto Rico asocia a la figura masculina tradicional como una persona reservada, autoritaria y proveedor, con dificultad para comunicar sus emociones. La mujer, por el contrario, se percibe como dispuesta a hablar y solucionar, pero puede asumir un rol pasivo por temor o resignación, analizó.
“Esta perspectiva tradicional que hemos heredado solo refuerza las creencias de que negociar, acordar y vivir relaciones con acuerdos diferentes a las de nuestras familias de origen es imposible”, dijo.
La terapeuta recomendó separar tiempo individualmente para el autodescubrimiento y la reflexión para conocer aquello que “no estás dispueste a negociar antes de ingresar a una relación y evaluar hasta dónde pudieras ser flexible, si ya estás en una”.
Recordó, además, que “nuestra historia familiar no tiene que ser un patrón sin fin. Podemos romper con eso y buscar ayuda profesional puede ser clave. A la terapia vienen muchas parejas que entienden que es posible aprender otras alternativas y estrategias que aporten mayor flexibilidad a la relación”.
Por su parte, López Báez recalcó que “la paz es posible”. Apostó a la educación con perspectiva de género para ayudar a aliviar las presiones sociales que se ponen sobre las mujeres, como que se casen a cierta edad, que tengan hijos y criar de cierta forma. “Esas son opciones que la gente tiene, y tienen que ser opciones. Hay otras opciones también de vida… Nadie te puede obligar”, enfatizó.