Arte por Pedro Camacho Sepúlveda / Pansy Arts (él/elle)
PASADO
En 1851, Sojourner Truth, una abolicionista afroestadounidense, se dirigió a un público en Ohio, Estados Unidos, para denunciar la inequidad entre hombres y mujeres. Interesantemente, Truth añadió una categoría a la ecuación: las personas negras. Ella insistía en que podía hacer lo mismo que los hombres. Preguntaba insistentemente si acaso ella no era una mujer, Ain’t I a woman?
En 1977, un colectivo de feministas negras, bautizado como el Combahee River Collective en honor a la gesta abolicionista de Harriet Tubman de 1863, expresó en un manifiesto la importancia del feminismo negro para combatir las opresiones que sobreviven las mujeres negras.
En ese mismo año, en el estado de Illinois, la poeta de ascendencia afrocaribeña Audre Lorde leyó la ponencia titulada “La transformación del silencio en lenguaje y acción”, en la que invitaba a la audiencia a responder las siguientes preguntas:
En esa misma década, en los años 70’s, en Puerto Rico, sobresale la figura de la feminista negra Ana Irma Rivera Lassén. Rivera Lassén propició iniciativas que permitían que mujeres no-blancas se sintieran interpeladas por el movimiento en contra del sexismo que oprime a las mujeres en la sociedad puertorriqueña. La mera presencia de Rivera Lassén, una mujer visiblemente negra, hacía eco a esas conversaciones que feministas negras sostenían en Estados Unidos en torno a sus múltiples identidades. El trabajo feminista y político de Rivera Lassén ya hablaba de interseccionalidades.
Sin duda, antes de que la abogada y académica afroestadounidense Kimberlé Crenshaw popularizara el término interseccionalidad, Sojourner, las miembras del colectivo Combahee River, Audre, Ana Irma y tantas otras mujeres negras hallanaron el camino hacia el reconocimiento humanizado de las experiencias particulares que sobreviven las cuerpas negras.
PRESENTE
Hoy, mi abuela materna cumple 90 años de edad. Si bien celebro su natalicio y la fortuna de ser su nieta; también, reflexiono sobre su vida y las dificultades que ha sobrevivido por ser una mujer negra.
Al movimiento feminista, le pregunto: ¿Acaso mi abuela Prin no es una mujer? De paso, agrego: ¿Acaso yo no soy una mujer? ¿A quiénes favorecen los derechos que exige el feminismo? ¿Son los activismos feministas antirracistas? ¿Qué cuerpas siguen siendo deshumanizadas? ¿Es posible hablar sobre los miedos que cancelan estas conversaciones? ¿Qué retóricas y prácticas racistas y sexistas se perpetúan en el movimiento feminista que distancian a las mujeres negras? ¿Acaso el racismo antinegro y el sexismo internalizados laceran a las mujeres negras que se rehusan a llamarse a sí mismas Afrofeministas?
La invitación es a emular al sakofa. Hay que mirar hacia atrás. Vale la pena detenerse a responder las preguntas de Sojourner y Audre. Es necesario pensar en los reclamos del colectivo Combahee River, de Ana Irma y Kimberlé, y trazar un plan de cara al futuro.
FUTURO
Por esas 129 mujeres trabajadoras que murieron el 8 de marzo de 1908 en Nueva York, por todas las que fallecieron antes y las que han perecido después, observemos el Día Internacional de la Mujer 2023, en este espacio feminista digital e inclusivo, con el compromiso de que hasta que el sexismo y el racismo no estén abolidos, TODAS tenemos que ser Afrofeministas.