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Periodismo, activismo y la supuesta “neutralidad absoluta”

Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes

Cánon 4: La verdadera objetividad se logra cuando el periodista se cuida de informar honestamente. Una conciencia  bien  formada  y  respetada  es  la  única  garantía  efectiva  de  la  objetividad  periodística. Un periodista puede ser miembro de cualquier grupo cívico, político o sindical, o de otra índole, que pueda ser  objeto  o  parte  de  la  discusión  pública  en  determinado  momento,  sin  perder  la  objetividad…”, Canon 4 del Código de Ética de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico.

Hace un tiempo, estuve tomando un curso intensivo de verano sobre el Acceso a la Información y la Libertad de Expresión en mi facultad de Derecho. Durante una de las clases, el profesor trajo de invitado a un reconocido y exitoso periodista para charlar sobre sus logros dentro del periodismo, además de proveer opiniones sobre asuntos relacionados con el curso. Yo, como de costumbre, estaba muy entusiasmade haciendo preguntas sobre las dificultades de hacer periodismo en nuestros tiempos. Las respuestas que proveía el invitado eran sumamente perspicaces, al punto de que me ayudaron a poder entender mejor cómo deseo manifestarme en el futuro como defensore de derechos humanos.

Sin embargo, ya casi finalizando su intervención, el invitado trajo una opinión que, a mi entendimiento, era necesaria problematizar. Desde su perspectiva, él entendía que el periodismo y el activismo eran dos cosas que se debían mantener aparte y que, por consiguiente, no se podían hacer simultáneamente. Como persona activista que soy, esto me levantó una bandera amarilla (el amarillo de precaución). Es ahí que procedí a comentarle:

“Considerando que los medios periodísticos, a través de sus reportajes, pudieran adelantar agendas políticas particulares. ¿Realmente son incompatibles el periodismo y el activismo? Después de todo, usted dijo que el activismo es la lucha intencionada para lograr cambios sociales y el impacto que puede tener lo que ustedes (les periodistas) hacen puede adelantar estos cambios, aunque no sea intencional. Incluso, he presenciado mientras doy talleres de lenguaje inclusivo que les periodistas buscan con mi enseñanza el intencionalmente cambiar las palabras que utilizarán para no ser discriminatories. Considero que esta acción responde a unos movimientos sociales particulares”.

El invitado me reafirmó que veía al periodismo y al activismo como dos cosas diferentes, que no se pueden mezclar entre sí, pues los periódicos perderían todo sentido de neutralidad si se adhirieran a ciertas agendas políticas. Incluso, sostuvo que si él fuera director de algún gremio (equipo de periodistas), no llevaría talleres de lenguaje inclusivo debido a que veía esto como la acción similar de grupos estadistas al imponer que se use el término “Junta de Supervisión Fiscal”, contrario a “Junta de Control Fiscal”. Demás está decir que la conversación entre él y yo se volvió caldeada, al punto de que no tuvimos tiempo para poder discutirlo a profundidad.

Esta no era la primera vez que me había encontrado con algunas de estas ideas. Así como él hay muchas personas que piensan que no se deben mezclar ambos temas. Me han surgido casos similares al dar mis talleres de Sensibilización sobre personas trans para periodistas, en donde personas mostraron resistencia al uso de terminología más afirmativa y el uso de lenguaje inclusivo por ser “temas que generalmente no trabaja el periodismo”. Lo que sí había encontrado, por primera vez, era la idea de que dos conceptos que considero tan esenciales para avanzar la agenda de derechos humanos fueran vistos como incompatibles entre sí. Debido a que no estudié comunicaciones ni me he profundizado en el mundo del periodismo, se me hizo difícil poder llegar a una conclusión conciliadora por el resto del día.

Las preguntas reflexivas no faltaron: ¿De veras el periodismo y el activismo deben mantenerse aparte? ¿Le quita el activismo neutralidad al reportaje? ¿Se puede desligar completamente le periodista de sus prejuicios y sesgos? Por un lado, he deseado poder luchar por mis derechos humanos, utilizando incluso el periodismo como herramienta de visibilización y puente hacia la aceptación. Por otro, no deseo imponer mis ideologías ni censurar a les periodistas, porque esto sería un acto de coerción de la libre expresión. Es por esto que será necesario revisar algunas presunciones sobre el priodismo y el activismo.

La neutralidad y la objetividad en nuestra labor

Dos de los mayores mitos en la sociedad contemporánea son la supuesta “objetividad pura” y la “neutralidad absoluta”. Ambas parten de la idea de que las personas, si se lo disponen, pueden despojarse completamente de sus ideologías, sesgos, prejuicios y cosmovisión al momento de ejercer sus profesiones. Un ejemplo típico es el de la ciencia y las personas científicas. Se asume que quien está llevando a cabo un estudio tiene completa objetividad y que dentro de sus interpretaciones no puede filtrarse su manera de ver el mundo. Sin embargo, considero esto una completa farsa.

Aunque en estos casos sí se debe buscar tener la mayor objetividad posible para que el producto esté lo más libre de ideas sesgadas, llegar a una completa objetividad es imposible para el ser humano. La persona que investiga viene de algún lugar en el mundo en particular (con propia cultura, costumbres y maneras de ver el mundo), estudió en una universidad específica (con sus propios sesgos y maneras de hacer investigación) y, muy probablemente, escoge qué estudiará porque es un tema que le interesa (o incluso está relacionado con una experiencia desagradable del pasado).

Cuando hablamos de periodistas, al momento de ejercer sus labores, no necesariamente están utilizando un método científico (visto como la herramienta para lograr una investigación objetiva y efectiva) para publicar sus reportajes. Si aplicáramos lo que se dijo sobre les científiques, sobre la importancia del contexto, áreas de estudio y temas de interés, podríamos decir que les periodistas tampoco son completamente neutrales u objetives.

El activismo no es neutro

Como muy asertivamente comentó el invitado a mi clase de Derecho, el activismo no es neutro, en la mayoría de los casos. De hecho, el activismo en nuestros tiempos es una contrapropuesta a la supuesta “neutralidad” y silencio que asumen muchas personas ante las violencias sociales que vivimos a diario. El activismo es el acto de luchar activamente por una causa social (sea de izquierda o de derecha). La persona ni siquiera requiere considerarse activista, sino simplemente buscar alternativas para la crisis de derechos humanos en la que nos encontramos actualmente.

Este último punto es importante porque ante el comentario del invitado a clase, sobre que el periodismo y el activismo son incompatibles, parte de la idea de que para que algo sea considerado activismo primero se tiene que autodenominar intencionalmente como tal. Como activista que lleva diez (10) años en el campo, considero que no es cierto. Hay personas que, aunque se rehúsan a nombrarse activistas por el estigma que acarrea dicho título, han impactado la sociedad de una manera irreversible. Estas personas, por su cuenta, han sido responsables de adelantar agendas de derechos humanos hasta sin darse cuenta. ¿Cuántes artistas solamente estaban expresando al mundo su verdadero yo como personas LGBTTIQAP+ y, por consecuencia, revolucionaron cómo el mundo veía a las personas sexo-género diversas?

Lo cierto es que, activista o defensore de derechos humanos, la definición para ambas son sumamente expansivas y no se pueden limitar a un acto de intencionalidad.

Los medios periodísticos no son neutrales

Los periódicos, editoriales y otros medios periodísticos se componen de una gran diversidad de personas. Todas estas personas vienen desde sus escuelas de estudios, vivencias, interseccionalidades e ideologías particulares. Como ya discutimos, sabemos que estas particularidades pueden hacer una gran diferencia en como el producto final de un reportaje puede resultar. No obstante, algo que no se toma en cuenta es los filtros a través de los cuales se pasan estas obras.

Antes de publicar cualquier noticia, no tan sólo está en ella impresa las palabras e ideas escogidas por le periodista escritore, sino que también las citas directas de quienes entrevistó, las ediciones hechas por les editores, así como el visto bueno de quien dirige el gremio (quien incluso a veces decide no publicarla o esperar un poco más antes de publicarla para aprovechar algún evento socio-político ocurriendo). Nada de esto me puede llevar a concluir que los periódicos por sí mismos puedan ser completamente neutrales u objetivos, sino todo lo contrario.

Durante la intervención del invitado a clase, él indicó que los periódicos conocen quiénes son su público y se aseguran siempre que su plataforma se mantenga haciendo cobertura que es de interés a este público en particular. Según mi entendimiento de la neutralidad, si en efecto la tuviesen en su totalidad, el periódico no escogería priorizar únicamente a un público particular, sino acomodar a todes.

Esto último es un punto de mucho debate, porque una de las críticas mayores a muchos periódicos es la de cómo éstos escogen activamente evitar ciertos temas para no incomodar ni enojar a su público. Incluso, algunas personas me han comentado que muchos directores evitan ciertos temas para que no se le vincule al periódico con un movimiento social particular. Pero, ¿verdaderamente hay neutralidad cuando un periódico activamente evita hablar de temas de racismo, feminismo, comunidades sexo-género diversas y otros temas relacionados con movimientos sociales de derechos humanos? Peor aún, ¿verdaderamente es un periódico neutral cuando decide cubrir las historias de estas comunidades sólo cuando se trata de tragedias?

Personalmente me siento más confiade con los periódicos que son más honestos con sus posicionamientos sobre algunos temas. Tomemos por ejemplo a medios periodísticos como lo son Todas (les prometo que esto no es una promoción pagada) y el Centro de Periodismo Investigativo (CPI). Ambos se tratan de ejemplos de medios alternativos a los periódicos tradicionales puertorriqueños que no han tenido miedo a asumir posturas particulares sobre los derechos humanos, ni han tenido miedo a llegar hasta las últimas consecuencias para obtener información de interés público para el pueblo.

Todas es un periódico que se ha asumido como un “periódico feminista puertorriqueño”. Como sabemos, el feminismo es una serie de movimientos sociales que se han dado a través del mundo primordialmente por mujeres y personas feminizadas, y cuyo objetivo es la liberación de todos los géneros ante las garras del patriarcado. Al ser el feminismo una manera de ejercer activismo, el periódico Todas abiertamente se ha posicionado como uno activista o defensor de derechos humanos. Publicar noticias relacionadas con temas de interseccionalidad, feminismo y mujeres responde al interés de quienes escriben tras el teclado y quienes desean ofrecer una perspectiva diferente a la ya establecida socialmente.

Sin embargo, según las definiciones y opiniones provistas por el invitado a mi clase, un “periódico feminista” parecería dar indicios de ser una contradicción. Si en efecto, para que haya total neutralidad, el periódico debe desvincularse completamente de los derechos humanos, entonces considero que la neutralidad, con respecto a este tema, puede llegar a ser muy nefasta.

¿Y qué ocurre si el periódico no se vincula abiertamente a ningún movimiento político-social? Esto aún no le salva de posibles críticas ante su falta de neutralidad. Un buen ejemplo de esto es el CPI. En los últimos años, el CPI se ha dedicado a publicar una serie de reportajes que directamente retan las mentiras de los gobiernos que nos han corrido en la última década. Tanto sus reportajes sobre las muertes ocasionadas por el huracán María, así como las solicitudes de documentos a la Junta de Control Fiscal han sido actos que adelantan agendas hacia el acceso a la información, el escrutinio de los gobernantes, la auditoría de la deuda y la liberación de les puertorriqueñes. Aunque el CPI no se asuma abiertamente como periódico activista ni sus componentes lo sean, sus acciones crean mucha discusión pública y han adelantado unas luchas que para nada son concebidas como convenientes para los sectores conservadores puertorriqueños. Es por esto que no es raro ver que el medio noticioso reciba críticas de ser “izquierdista” o “independentista”.

Hacia un futuro con más transparencia

Es necesario que transformemos cómo vemos tanto al periodismo como el activismo. Ambas profesiones pueden ir de la mano y permiten espacio para ser ejercidas con la mayor transparencia posible. El que un periódico publique un reportaje que refleje unas realidades muy poco visibilizadas no me parece la pérdida de la neutralidad, sino la exaltación de la misma. No podemos fingir como que los periódicos no se han vinculado a partidos políticos, compañías capitalistas de ventas de productos o figuras públicas para moldear la manera en que las personas piensan.

Desde le periodista que se escoge para el reportaje y sus interseccionalidades, así como al público escogido, son maneras en que se muestra que no hay total objetividad y neutralidad. No deberíamos tener ningún problema con eso, pues permite que haya una diversidad de ideas y maneras de expresarse. Lo que no podemos hacer es seguir fingiendo que los periódicos y les periodistas carezcan de prejuicios, sesgos o ideologías, ni pensar que éstas no permean en sus escritos. Debemos llamar las cosas por su nombre: a quienes ante tanta violencia sistémica se mantienen en silencio, se les llama cómplices. Y la complicidad es un mensaje que no requiere palabras, sino actos tan sencillos como los de omitir y censurar.

Lee otras columnas de Ínaru Nadia de la Fuente Díaz 

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