Foto por Gerardo Mora
*Publicado en alianza con el Centro de Periodismo Investigativo
Asegura que tocó más de 10,000 puertas en su distrito para hablar con las personas sobre lo que realmente necesitaban. Le acompañaron cerca de 200 voluntarios y, al final, Jessie Fuentes, la primera latina cuir en convertirse en concejala para la asamblea legislativa de Chicago, dice que su mensaje resonó. A diferencia de políticos que suelen ser abogados, hombres de negocios y representantes de grandes corporaciones que ni siquiera conocen las comunidades que representan, su experiencia y trasfondo es similar al de muchos de sus vecinos.
Su principal contendor tenía mucho más financiamiento para la campaña política que ella. Pero prevaleció. Y su camino para llegar a esa silla ha sido duro y poco tradicional.
“Todo lo que estaba pasando en mi familia, en mi vida personal y socialmente eran experiencias para las que yo no tenía las herramientas para manejarlas”, recuerda de lo que fue su adolescencia. “Me convertí en una persona violenta; era una perpetradora de violencia. Estuve involucrada en múltiples altercados violentos en la escuela que me llevaron a ser expulsada del sistema de educación pública”, añade. Esa historia, que incluye a su padre en prisión la mayor parte del tiempo, y, a la vez, a su madre batallando contra la adicción a drogas ilegales, es parte de lo que necesita contar para que se entienda quién es y por qué hace lo que hace.
Ahora, se considera privilegiada de haber llegado a los 16 años a la Escuela Albizu Campos, una iniciativa del Centro Cultural Puertorriqueño en Paseo Boricua, en Humboldt Park.
“Por primera vez en mi vida, estaba aprendiendo sobre la realidad colonial de Puerto Rico, la migración de puertorriqueños a los Estados Unidos. Esa educación me dio un lente para entender a mi madre de una manera muy diferente, pero también fue esa conciencia política la que me dio sanación de mi propio trauma histórico y generacional”, resalta.
“Cuando eres capaz de tener esa conciencia política y realmente entiendes la realidad del colonialismo entre los latinos y en la diáspora, pero más importante, ser capaz de entender la supremacía blanca y el racismo, y todo lo que los latinos y las personas negras tienen que pasar, comienzas a comprender por qué existe la adicción a las drogas, el encarcelamiento masivo de personas de color, por qué tantas de nuestras familias tienen que participar en actividades ilegales para sobrevivir en un país que ha puesto millones de barreras al frente de ellos. Poder entenderlo me permitió amarme a mí misma de una manera que no fui capaz de hacerlo por mucho tiempo”.
A pesar de todo el coraje y la inestabilidad que cargaba consigo, Fuentes siempre fue una estudiante aplicada. Una vez en la Albizu, no le tomó mucho más de un año completar los créditos para obtener su diploma de escuela secundaria. Fue a Northeastern Illinois University, donde cursó Estudios de Justicia y Estudios Latinoamericanos, y se involucró en la Union for Puerto Rican Students y en su revista Que Ondee Sola.
“Fue muy liberador poder ser parte de algo más grande que yo misma. Pero, también entendí muy temprano que yo no era la única persona que tenía esas experiencias interpersonales como una joven boricua en la diáspora y que había muchas familias en Chicago que estaban experimentando el mismo tipo de dolor en el que yo estaba. Así que decidí convertirme en educadora”, comenta.
Fuentes trabajó por 10 años como administradora de escuelas, seis de ellos en la Academia Roberto Clemente y los otros cuatro en su Escuela Pedro Albizu Campos.
“Durante tanto tiempo, como una persona joven, me preguntaba a mí misma ¿qué hice para merecer esto?¿Qué hice para merecer unos padres que carecen de la capacidad de amarme y criarme? ¿Había algo malo en mí que mis padres no me podían cuidar?”, dice sobre las preguntas que le martillaban la mente cuando aún no podía entender el contexto de la vida de sus papás.
Fuentes no es solo una latina del Caribe. También, es una lesbiana de apariencia masculina en una sociedad profundamente homofóbica y transfóbica.
“No puedo describirte cuán difícil fue para mí estar en un baño de mujeres y que me dijeran que estaba en el baño equivocado”, establece sobre lo que es una experiencia común en mujeres como ella, pero de la que se habla muy poco.
Participar de la gestión del Centro Cultural Puertorriqueño, estudiar en su escuela, la hicieron visiblemente parte de una comunidad, de un movimiento que, reconoce, le acepta tal cual es. La lucha contra la transfobia, la homofobia, el colonialismo y el racismo son parte de su agenda política.
Pero, su entrada a la política electoral estuvo principalmente motivada por los efectos de la pandemia de COVID-19 en la población joven latina de Chicago.
“Se volvió extremadamente difícil existir dentro de un sistema que permitía que los jóvenes, específicamente, los jóvenes de color, murieran y desaparecieran. Y no estábamos haciendo nada al respecto. El Gobierno no estaba haciendo nada al respecto”, resume.
Política por necesidad
En marzo de 2021, cuando las escuelas públicas reabrieron tras las medidas de confinamiento por la pandemia del COVID-19, miles de estudiantes faltaron por semanas. Fuentes siguió de cerca el asunto y observó que había una gran cantidad de niños y jóvenes que no habían regresado.
“Luego, nuestra economía en Chicago colapsó”. Después, llegó lo que catalogó como una nueva pandemia en la ciudad, la violencia armada.
En Chicago, la cantidad de víctimas de homicidios por disparos aumentó un 43% desde el inicio de la orden de confinamiento en Illinois el 21 de marzo de 2020 hasta principios de agosto de 2020, en comparación con el promedio del mismo período en los tres años anteriores, recoge un estudio de la Universidad de Pensilvania.
“Entonces, no solo estábamos viendo desaparecer a los jóvenes de nuestras escuelas, sino que estábamos viendo morir a los jóvenes”, añade para establecer que se trataba de una crisis de seguridad pública.
“Por primera vez, sentí que no había nada que yo pudiera hacer que hiciera una diferencia. Estaba existiendo dentro de un sistema que no me permitía hacer más nada de lo que realmente estaba haciendo. Cuando llegas a ese punto, tienes que tomar decisiones”.
Eso significó dejar su carrera en un campo que amaba mucho, e intentar entrar al Gobierno. Se postuló como parte del Partido Demócrata de Estados Unidos, algo que reconoce como una contradicción.
“Tengo que recordarme a mí misma constantemente que es una contradicción evidente”, reconoce.
¿Cómo hace las paces con esa idea? Dice que está convencida de que la estrategia de desarrollo y movilización desde las comunidades tiene que ir de la mano de una estrategia de movilización de recursos y de política pública al interior del aparato gubernamental.
“En el Concejo Municipal, justo en este nivel hiperlocal, se trata de cómo sigo creando oportunidades para que mi comunidad determine lo que quiere para sí misma. ¿Cómo puedo crear sistemas y programas que permitan a las personas convertirse en dueños de una casa, de un negocio y que no dependan de un sistema mayor? Se trata de cómo descolonizar nuestra comunidad a nivel local”.
Eso, añade, se trata de tener sistemas de salud mental anticoloniales, cambiar los currículos escolares para hablar de colonialismo, supremacía blanca y racismo.
Una de sus prioridades, cuenta, es la seguridad. Y su enfoque para lidiar con la violencia se aleja de las medidas de criminalización que han llenado las cárceles de Estados Unidos de personas negras y latinas, y que han probado ser poco efectivas para bajar los índices. Se acerca más a la prevención mediante la provisión de servicios.
Fuentes sabe que su comunidad está entre las más violentas de los 77 vecindarios en Chicago con altos índices de violencia armada. Es, dice, el resultado de la desinversión histórica en el área.
“No podemos hablar de sanar a una comunidad y abordar las causas profundas de la violencia si no estamos dispuestos a brindarles a nuestras familias los servicios que merecen para poder sanar de ese trauma y ser capaces de abordar realmente el problema por lo que es, que es que tenemos una crisis de salud mental”.
Para ella, parte de la solución está en la creación de espacios para la niñez y la adolescencia que sean culturalmente sensibles, que les permitan a los jóvenes autodescubrirse. Y su propuesta parte de su propia experiencia como estudiante de la escuela de modelo alternativo Pedro Albizu Campos, en Paseo Boricua.
“Yo recuerdo el momento en que sentí que mi vida estaba cambiando porque estaba aprendiendo sobre quién era yo, de dónde vengo y sobre cómo yo existía en un sistema que estaba roto, que no estaba hecho para mí. Eso significa que tenemos que transformar la forma en que se construye nuestro sistema educativo y tenemos que crear espacios para que los jóvenes construyan”, reflexiona.
Otra prioridad de Fuentes es el desarrollo económico para crear estabilidad para las familias, además de vivienda digna. Cree en trabajar mano a mano con las uniones para garantizar el pago justo por el trabajo, pero también en apoyar a los pequeños y medianos empresarios de la comunidad.
En el Distrito 26, hay tres grandes corredores comerciales. “Como consecuencia de la gentrificación, hemos visto cómo estas empresas corporativas blancas se mudan y desplazan a los propietarios de las pequeñas empresas”. Uno de los objetivos de Fuentes es crear programas que ayuden a las pequeñas empresas a sobrevivir y conservar las zonas, como Paseo Boricua, como distritos culturales que mantengan la identidad de quienes los habitan.
“Yo, realmente, creo en la reapropiación de los fondos del Departamento de Policía de Chicago, porque sé que el encarcelamiento masivo de personas negras y latinas no hace que nuestra comunidad sea más segura. Tenemos que invertir en medidas de prevención y de intervención y, para mí, eso no es con la Policía”.
Fuentes apuesta por el modelo que impulsa su compañera en el Concejo Municipal, la también puertorriqueña Rossana Rodríguez, llamado Treatment Not Trauma, para que sean trabajadores sociales y mediadores, quienes intervengan en situaciones de crisis de salud mental y no la Policía.
“Ese es el modelo de cuidado que nuestras comunidades necesitan”.