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Sylvia Rivera: la piedra lanzada a la transfobia en Stonewall

“Hell hath no fury like a drag queen scorned”
(“El infierno no tiene la furia de una drag queen rechazada”).

-Sylvia Rivera
The Death and Life of Marsha P. Johnson

El lema Love is love, del artista puertorriqueño Lin Manuel Miranda, ha sido popularizada en defensa de las causas LGBTQ+. Pero los orígenes de esas luchas fueron mucho más radicales, construidos por personas que se salen del molde blanco, masculino y binario. 

Sylvia Rivera fue una activista trans puertorriqueña–venezolana, a quien se le adjudica lanzar la primera piedra durante los disturbios del bar Stonewall en 1969. A este suceso se le atribuye el auge del movimiento LGBTQ+ contemporáneo.

Cada año, el Día del Orgullo (que se celebra el 28 de junio), marca la fecha de esta histórica respuesta a la represión policiaca. BoriFrases y Todas conmemoran Pride con este breve recuento de la vida de Sylvia y su gran impacto en las comunidades que tanto defendió.

Una vida dolorosa

 

“Is there any problem with my sexuality? I don’t know.
I know I like men. I know I like to wear dresses.
But I don’t know what any problem is.”
(“¿Hay algún problema con mi sexualidad? No sé.
Sé que me gustan los hombres.
Sé que me gusta usar vestidos.
Pero no sé cuál es el problema”).

-Sylvia Rivera
The Death and Life of Marsha P. Johnson

Sylvia Rivera nació en Nueva York en 1951. Desde sus tres años, tuvo que enfrentar la vida sola: su padre abandonó el hogar y su madre se suicidó, intentando matarla en el proceso.

La niña quedó bajo custodia de su abuela, quien la abusaba físicamente por querer un nieto “macho” blanco y rechazar a su padre afropuertorriqueño. Pero desde cuarto grado, Sylvia comenzó a mostrar su feminidad al usar maquillaje y vestidos.

Al ser descubierta, recibía palizas; una vez tan fuerte que intentó suicidarse. A tal punto fue el abuso que mientras se recuperaba en el hospital, la abuela trató de quitarle su crucifijo del cuello, pero pudo ser detenida.

Las agresiones siguieron, esta vez en la escuela y la calle. A los 10 años, su maestro de quinto grado la abusó sexualmente. Sylvia decidió abandonar su casa para escapar de su familia y la pobreza. 

Desde su juventud, expresaba que no era un hombre homosexual y que detestaba esa prisión entre “heterosexual” y “maricón”, cuando la esencia que sentía era más fluida. En la calle, encontró una familia escogida de personas queer que le permitían libertad para definirse a sí misma.

El trabajo sexual fue su supervivencia, ya que ningún trabajo formal aceptaba a personas latinas, negras y LGBTQ+. Esto le exponía a la violencia de clientes y policías.

La amistad y hermandad con Marsha P. Johnson fue un giro esencial para aprender las reglas callejeras de supervivencia y, luego, la entrada al activismo.

El impacto en todo un movimiento



“Molotov cocktails were flying and I’m like: Oh my God, the revolution is here!
Thank God! You’ve been treating us like shit all these years? Oh, now is our turn.»

(“Volaban cócteles molotov y yo decía: ¡Dios mío, la revolución está aquí!
¡Gracias a Dios! ¿Nos has tratado como una mierda todos estos años?
Ah, ahora es nuestro turno”).

-Sylvia Rivera
The Death and Life of Marsha P. Johnson

El 27 de junio de 1969, la joven, de 17 años, fue a bailar al Stonewall Inn. Sylvia entró por conexiones con alguna amistad, ya que era un bar que solía rechazar a “drag queens” negras.

Una ley de Nueva York exigía que las personas vistieran al menos tres prendas “apropiadas” a su género.

La Policía entró para pedir identificaciones, como solía hacer en establecimientos donde se congregaba la juventud LGBTQ+. Esa noche separaron a los arrestados en “gays”, “lesbianas” y “drag queens”, según su vestimenta.

Pero alguien comenzó una respuesta a la represión, que se le atribuyó a Sylvia: un objeto lanzado contra los agentes. Ella lo negó; respondiendo con una sonrisa que arrojó la segunda piedra.

En ese momento histórico, los grupos LGBTQ+ eran referidos solamente como “comunidad gay”. Ya cansados del acoso en las redadas, se unieron en protestas que duraron seis días.

La Sylvia histórica

 

“I’ll be damned if I’m going to my grave without having the respect this community deserves.
I want to go wherever I go with that in my soul and peacefully say I’ve finally overcome.»

(“No voy a la tumba sin tener el respeto que merece esta comunidad.
Quiero ir a donde quiera que vaya con eso en el alma y decir en paz que finalmente vencí»).

-Sylvia Rivera
The Death and Life of Marsha P. Johnson

Aunque hoy Sylvia es honrada hasta convertirse en la primera mujer trans en tener un retrato en el National Portrait Museum de Estados Unidos, su vida post-Stonewall continuó requiriendo de mucha fortaleza para enfrentar la transfobia aun dentro del activismo.

Al terminar los disturbios, se canalizó la protesta en la Gay Liberation Front y la Gay Activists Alliance. Allí, Sylvia fue rechazada por su acento, su feminidad y el color de su piel, mayormente porque el liderazgo consideraba a personas trans como “female impersonators”.

Por ejemplo, en 1970, luchó porque se incluyera la identidad de género como categoría protegida en la ley contra la discriminación por orientación sexual. Otros líderes acordaron con políticos remover esa categoría para pasar la ley.

El roce llegó a su peor punto en la Parada Pride de 1973, al negársele a mujeres trans acceso al micrófono. Sylvia subió al escenario a hablar comoquiera y fue golpeada. Es aquí que decide renunciar al activismo.

Ella y Marsha organizaron el Street Transvestites Action Revolutionaries (STAR), luego de reuniones con varios grupos, como el nuyorican Young Lords Party. Reconociendo otras opresiones como la racial y económica, se dedicaron a darle hogar a jóvenes LGBTQ+ echados de su casa.

Sylvia murió, en 2002, luego de sufrir sinhogarismo varias veces. Una década antes, fue entrevistada para el libro Stonewall por el historiador Duberman, lo que permitió recuperar la participación central de la comunidad trans en aquella histórica noche y década.

Más allá de una lista de sus logros, Sylvia fue trascendental en la adopción de la diversidad para incluir la identidad de género, diferentes razas y a las personas empobrecidas dentro del movimiento LGBTQ+. Eventualmente, así también al resto de la sociedad.

Sylvia Rivera nos legó la importancia de gritar: ¡No más transfobia! ¡No más violencia! ¡Equidad! ¡Diversidad! ¡Libertad!

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Referencias:

Still at the back of the bus: Sylvia Rivera’s struggle, 2007, Jessi Gan, CENTRO Vol. 19 (1)

The Death and Life of Marsha P. Johnson, 2017, David France

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