Fotos suministradas de Jorge Castro
La sala experimental Carlos Marichal del Centro de Bellas Artes de Santurce está prácticamente a oscuras. Solo unas luces tenues revelan el piso negro del escenario, donde aparecen escritas con tiza blanca las siguientes consignas: “Yo te creo”, “‘No’ es una frase completa”, “Nos tenemos”. Es viernes, 4 de octubre de 2024, en la noche, y está a punto de comenzar la primera función del monólogo A primera vista, una traducción y adaptación de Prima Facie, escrita originalmente por la australiana Suzie Miller.
De pronto, aparece en escena la actriz Alfonsina Molinari: pantalón y chaleco negros, camisa blanca, cabello recogido, maletín en mano. Personifica a la licenciada “Laura Robles”. Durante las casi dos horas de duración de la pieza teatral, la artista solo ha estado acompañada en escena por cambios de luces y poca utilería, elementos muy bien empleados para representar los distintos espacios y circunstancias de la historia narrada.
La trama: una abogada sagaz narra su entorno laboral dentro del sistema de justicia, uno que defendió hasta el día que se cambiaron los roles y la víctima fue ella. En la cumbre de su éxito, comienza una relación con un compañero de trabajo, también abogado. Una noche, la relación trasciende a lo sexual sin su consentimiento. Tras los hechos, ella presenta una denuncia por agresión sexual y abuso. Se desata, entonces, un enfrentamiento entre ella, ahora víctima, y el sistema judicial para el que trabajó por tantos años en torno al aspecto del consentimiento expreso.
“A primera vista es un montaje que invita a analizar, criticar y debatir sobre cómo se percibe y se administra justicia en situaciones tan delicadas como son los casos de agresión sexual”, dice la directora del monólogo, Mariana Quiles-Fabián, en el programa impreso. La pieza también insta a reflexionar sobre la desigualdad de género presente en las estructuras y procedimientos que rigen el ámbito judicial en casos de violencia sexual y de género a nivel internacional. Al ser un libreto escrito originalmente por la australiana Suzie Miller, se evidencia que estas estructuras judiciales también operan en otros países.
Al concluirse la poderosa y bien ejecutada actuación de Alfonsina Molinari, se efectúa un corto conversatorio en el que la licenciada Josefina Pantoja, la jueza municipal Raiza Cajigas Campbell y la jueza superior Jannette Perea López reaccionan a la puesta en escena.
Para la licenciada Pantoja, lo visto es reflejo de lo que ha vivido en el sistema de justicia en Puerto Rico, donde se manejan los casos de violaciones sexuales como si fueran “un ring de boxeo” porque se busca “ganar en vez de hacer justicia” y “el aspecto de la credibilidad hacia la víctima sigue estando en issue”. Las tres profesionales están de acuerdo en que el acompañamiento que se les ofrece a las víctimas desde distintas organizaciones pro derechos humanos ha fortalecido este proceso “frío” para las víctimas.
Acciones del poder judicial para proteger a las personas víctimas
En un aparte para Todas, la jueza Raiza Cajigas Campbell, directora de la Directoría de Programas Judiciales de la Oficina de Administración de los Tribunales, desde donde dirige administrativamente el Programa de las Salas Especializadas de Violencia de Género, contesta preguntas acerca de cómo el sistema de justicia en Puerto Rico está manejando los casos de violaciones sexuales.
La jueza reconoce que ha habido un adelanto histórico al contar actualmente con leyes “neutrales” para atender estos asuntos de violencia. Asegura también que eso “no es suficiente», que se tiene que continuar reflexionando para que en la interpretación y aplicación de estas leyes también haya equidad. La herramienta principal, reconoce, es la perspectiva de género.
Cajigas Campbell explica que con perspectiva de género se logran entender los contextos en los que las víctimas presentan cargos por violencia sexual, además, se manejan estos casos enfocándose en el trauma de la persona, por lo que se logran interpretar con sensibilidad, seguridad y confidencialidad.
En casos de víctimas de violencia sexual, una de las alternativas concretas para contrarrestar el escenario tradicional de los tribunales ha sido la creación, en 2007, de salas especializadas. “De cara al futuro, lo que continuaremos haciendo es transformando a violencia de género aquellas salas que están todavía como de violencia doméstica. Este cambio implica que en estas salas no se atenderán solo los casos de Ley 54, sino que también todas las manifestaciones de violencia y abuso sexual contra menores y personas adultas, independientemente de que no exista una relación consensual afectiva entre las partes”, explica la jueza.
Otra medida que ha creado el poder judicial para apoyar a las personas víctimas de violencia sexual y de género es el que se permita que una intercesora o un intercesor legal las acompañe en todo momento, desde la radicación de la orden de protección hasta el inicio del proceso penal.
“La figura de la intercesora legal en Puerto Rico se crea como una medida adicional de acompañamiento para las personas víctimas. Se enmendó el reglamento del poder judicial para permitir que esta persona acompañe a la víctima. Por el éxito de la presencia de esta figura en las salas, también se enmendó la Ley 54 para que fuera reconocida oficialmente su labor de acompañante”, dice Cajigas Campbell.
Finalmente, la jueza comenta que para el poder judicial es vital que el modelo de especialización que se ha implementado cuente con la colaboración de entidades externas, como los municipios, las organizaciones de base comunitaria, la Policía y el Departamento de Justicia.
“El recurso legal no es la única necesidad que tiene una víctima. Por eso es que, bajo este modelo, se trabaja con el fin de aglomerar en un mismo lugar la mayor cantidad de servicios y recursos para ofrecerle a una víctima”, asegura la directora del Programa de las Salas Especializadas de Violencia de Género.
La sala experimental del Centro de Bellas Artes de Santurce, que hace un rato había estado a oscuras, de pronto comienza a iluminarse. Es la señal de que la función ha terminado. Es momento de la reflexión final.
El monólogo A primera vista continúa este fin de semana. La pieza, que es solo para adultos, está a cargo de Producciones Girasol y cuenta con el apoyo de Coordinadora Paz para la Mujeres.