Mirarla de por sí es no saber reconocer a simple vista lo que su semblante relajado expresa. No parece estarlo, pero Annabelys de Jesús López siempre está atenta. La realidad es que nunca deja pasar un detalle desapercibido, no permite que el tiempo se le escape y se escabulle con facilidad entre las oportunidades que el destino le presenta. Analiza con sus pupilas, sin pronunciar una sola palabra; su rostro es mudo.
Sin embargo, ahí se encuentra, presente, en el ahora, con sus zapatillas violetas, un pantalón crema y el cabello lacio acariciándole los brazos desnudos, con una personalidad caótica, al pronunciar lo que defiende como una verdad ineludible: ser doula es un acto revolucionario.
—¿Por qué doula? ¿Cómo esta profesión ha cambiado tu vida?
—Soy especialista en medicina placentaria, doula de aborto, doula de embarazo, parto y posparto. Ser doula ha cambiado mi manera de ver la vida en todo su sentido, pues he visto vida, dar vida, y esto me ha estremecido por completo. Es increíble reconocer lo que el cuerpo es capaz, de lo que la mente es capaz, y cómo nosotras, como doulas, cambiamos toda una historia de parto.
No solo acompañan y están presentes. Las doulas cambian el trayecto de la historia, ya que, durante el acompañamiento, la madre toma decisiones seguras, el bebé tiene más probabilidad de crecer sano y saludable, y se reduce la depresión posparto. Annabelys lo lleva haciendo desde 2021.
Annabelys, de 21 años, estudia en la Universidad de Puerto Rico en Humacao. Actualmente, realiza un bachillerato en Ciencias Sociales, con concentración en Investigación en Acción Social. Cursa su cuarto año, es líder estudiantil, presidenta del grupo de teatro de su Universidad y, además, es especialista en medicina placentaria en la organización Placenta Vida en Caguas.
Recalca que sus distintas experiencias son parte de su transformación como persona y de su sentimiento de libertad, pues reconocer los aciertos y errores en cada una de ellas, aprender de ellos, definen quién es. Para ella, la educación es primordial, ya que nutre sus ideas para realizar lo que considera su propósito.
—¿Qué experiencia te llevó a ser doula?
—Ninguna experiencia o anécdota me llevó a ser doula. Fueron mis ganas de educar, acompañar o simplemente estar ahí, presente, para otras mujeres.
—¿Cómo ha sido este proceso?
Annabelys ladea la cabeza y su semblante se relaja. Está pensando, con los labios sellados. El vaso de agua que antes bebía reposa sobre una mesa llena de libros de feminismo, poesía y velas. Mira al frente y suspira, como si tuviese muchas cosas que decir sin saber cómo organizarlas en palabras.
“Mi trayecto como doula, al principio, fue lleno de miedo, y aún lo es; es un reto entre un sistema médico que está en contra de nosotras y nuestra manera de trabajar. Pero ha sido un trayecto hermoso que me ha permitido sanar, fortalecerme, aprender y acompañar a distintas mujeres en sus procesos de embarazos, parto y pospartos. En este punto de mi vida, a pesar de mi corta edad, me siento agradecida con las distintas experiencias que me he permitido vivir, pues son las que me han transformado y me seguirán transformando. Eso hace parte de mí y de mi historia como mujer”.
—¿Cuál es tu perspectiva sobre la maternidad?
—He dicho anteriormente que la maternidad siempre debe ser deseada y me he educado desde la maternidad feminista. Aprendí que la maternidad no debe idealizarse como una perfecta, pues cada proceso es una historia distinta. Sin embargo, si de algo estoy segura es que, en mi mundo, ser madre será romper patrones generacionales.
—¿Qué es lo más difícil que has atravesado siendo doula? ¿Qué fallas le ves al sistema de Puerto Rico respecto a la maternidad?
—Lo más difícil que he atravesado es que los hospitales de aquí no me permiten el acceso, y eso violenta el derecho de la madre de estar acompañada. A mí, me inspiró el abuso de poder de nuestro sistema. Me inspiraron mis ganas de la transformación social. Me inspiraron las historias de las mujeres en mi familia, la violencia obstétrica que hemos normalizado. Me inspiró mi historia, y pienso que esto me ha ayudado a definir mi propósito. Yo creo que mi propósito es transformar la vida de muchas mujeres.
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El alma libre que describe a Annabelys es la revolución. Annabelys cree fielmente que el acompañamiento entre mujeres es sanador. “La conexión es desde lo que soy y lo que somos capaces juntas”, siempre dice.
Las doulas acompañan, están presentes, y procuran que la única protagonista del proceso de embarazo sea la persona gestante. Algo primordial que se recalca en ellas, es que la educación que fomentan se convierte en un aprendizaje necesario para toda la vida. Es primordial educarse desde esta perspectiva para transformar el mundo de la maternidad en uno más humanizado.
Parteras y doulas afirman que, cuando una mamá es acompañada, las intervenciones médicas son menos. Además, hay más probabilidades de lograr una lactancia exitosa y las depresiones posparto reducen, asegura.
Annabelys destaca que, durante el proceso, es esencial que mamá tome decisiones informadas. “Es primordial educarse desde esta perspectiva para transformar el mundo de la maternidad en uno más humanizado”, afirma.
La doula cita a las escritoras Edmaris Carazo y Ana Teresa Toro, quienes defienden que parir es partirse: “hay un quebranto emocional y físico, lo que convierte el acompañamiento en algo vital”. Ante esta expresión, Annabelys argumenta que ser doula es un acto revolucionario porque son aliadas en lo individual, están comprometidas con los cambios sociales, colectivos, y, como el parto mismo, quebrantan, en este caso estigmas, culturas institucionales y un sistema médico que con frecuencia observa el parto y los cuerpos desde las lógicas individualistas y de producción del capital.
“La revolución nace cuando haces un cambio desde lo colectivo, y, entre todas, se busca y se lucha por esa justicia en la comunidad materna infantil”, concluye Annabelys.
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Este perfil fue producido como parte del curso Reportando en palabras, de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel, en la Universidad del Sagrado Corazón. La clase fue impartida por la profesora María de los Milagros Colón, quien es periodista de Todas y productora del pódcast La sala de Todas.