Fotos por Ana María Abruña Reyes
“El establecimiento me dijo:
—Negra, ¿tú quieres ser cantante? Te lo vamos a permitir en una esquina, ahí, oscurita, al lado de allá, donde nadie te ve.
—Pero es que yo quiero [estar a] la luz —respondió ella después de quince años—.
—En la luz no.
—¡En la luz me voy a parar!”
De esa manera, describió Choco Orta sus inicios en la música como mujer, negra y lesbiana. La salsera con casi 40 años de carrera se convirtió en la primera mujer en ingresar a la Plaza de los Salseros del Salón de la Fama de la Música.
Sin embargo, su trayecto para lograrlo no fue fácil. Desde la Cumbre Internacional de Afrodescendencia, la actriz, cantante y bailarina –cuyo nombre de pila es Virgen Milagros Orta Rodríguez– compartió cómo su resistencia y rebeldía frente a un mundo musical dominado por hombres la llevaron hasta donde se encuentra hoy.
“No quiero ser la única. No quiero ser la excepción. Quiero que más niñas negras crezcan sabiendo que su voz importa, que su música tiene un espacio, que su historia merece ser contada”, expresó desde el conversatorio Mujeres en la Salsa: la voz de la memoria silenciada, presentado en la Universidad de Puerto Rico de Río Piedras.
Orta estuvo acompañada por la catedrática Marie Ramos Rosado, quien le realizó preguntas sobre su vida y su trayectoria; y por Mayra Santos Febres, encargada de la organización de la Cumbre Afro por cuarto año consecutivo.
“Estamos aquí ante una memoria viva de lo que ha sido nuestra expresión menos censurada de la palabra pública, que ha sido la música, que ha sido la salsa… (A Choco Orta) casi siempre la vemos cantar, pero nunca tenemos la oportunidad de hablar con ella”, comentó Santos Febres sobre la ocasión.
En el diálogo, la salsera afirmó que, en muchas ocasiones, su talento no bastaba para introducirse en el mundo de la música y llegar hasta donde otros colegas varones, con menos años de experiencia, llegaban. Destacó que pocas mujeres en la salsa son reconocidas por su labor como directoras de orquesta o soneras, más allá de coristas y roles secundarios.
De ahí, que sintiera el impulso de luchar por su visibilización y la de tantas personas negras en la salsa. Lo hizo por medio de un documental que tituló Soy negra, soy negro, en el que exalta las negritudes en la salsa. De este documental, presentó un pedazo durante su exposición.
Presentó también su novela autobiográfica Si me comprendieras, en la cual incluye algunos de los retos que vivió a lo largo de su vida y su carrera.
La intérprete de El hombre que yo amo, Basta, Cúcala, entre otras, reconoció que no llegó sola a su éxito musical. Mujeres como Ruth Fernández, Celia Cruz y Graciela Pérez abrieron camino para que ella pudiera tener el reconocimiento que ha logrado. Exaltó también la figura de soneras como Fe Cortijo, Yolanda Rivera y Aymée Nuviola como grandes talentos de mujeres en la industria.
“Por ser afrolatinas, es hora de que tomemos nuestro lugar sin pedir permiso… Somos muchas. Hemos estado aquí desde siempre y es momento de que el mundo nos escuche”, comentó durante su participación.
Orta finalizó su presentación como lo ha hecho por las últimas cuatro décadas: interpretando, actuando y bailando.