(Josefina Pantoja Oquendo, amiga y compañera de luchas de María Dolores “Tati” Fernós, compartió este escrito, el sábado, en la actividad que se celebró la vida de la abogada y defensora de los derechos humanos).
Desde el pasado martes 22 de febrero, las organizaciones defensoras de los derechos humanos, muy particularmente las que luchamos por hacer realidad la equidad y la paz con justicia para las mujeres, hemos sentido una gran tristeza colectiva.
La partida física de la compañera María Dolores “Tati” Fernós, una de nuestras lideresas más carismáticas, compañera entusiasta, visionaria, gran estratega para alcanzar las metas trazadas en el difícil camino de restarle poder al patriarcado; la que con la palabra firme y sin rodeos desmontaba los argumentos que levantaban barreras ante nuestros reclamos, sin perder la compostura y con la hermosa sonrisa que la caracterizaba, nos ha traído hermosos recuerdos de su vida junto a nosotras.
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La Organización Puertorriqueña de la Mujer Trabajadora (OPMT) siente gran orgullo de que Tati sea una de nuestras fundadoras. En el 1982, promovió la creación de la OPMT y, desde entonces, militó continuamente en nuestras filas. Su creatividad, aportación de ideas y ágil pluma en Mujeres en marcha, nuestro órgano informativo, dejaron una huella imborrable, al igual que su alegría en los encuentros navideños, en los que tocaba el güiro, con mucha destreza. Uno de sus proyectos preferidos era el tradicional análisis electoral que hacemos cada cuatro años, en el cual ella era fundamental para ponerle el cascabel al gato, hacer propuestas y exigir rendición de cuentas. Tenía el convencimiento de que la reivindicación de nuestros derechos y lograr la equidad de género se haría más difícil en la medida en que no tuviéramos poder político.
Pero la boricua cuya vida celebramos no solamente está en los cimientos de la OPMT, sino que varias de las organizaciones que nos acompañan hoy la tuvieron a ella entre las propulsoras de su creación. Así ocurrió con la Coordinadora Paz para las Mujeres, el Observatorio de Equidad de Género de Puerto Rico, Inter-Mujeres, la Fundación de Mujeres de Puerto Rico. Otras recibieron su entusiasta apoyo, como es el caso de la Casa Protegida Julia de Burgos, de cuya Junta de Directoras fue parte, y cada diciembre lograba la mayor cantidad de donaciones para las ventas del Bazar Navideño.
También el Movimiento Amplio de Mujeres, Taller Salud, el Centro de la Mujer Dominicana. Recuerdo que fuimos juntas a la presentación pública de este último en la iglesia de la avenida Universidad. Desde entonces, han pasado muchos años y el Centro es una organización sólida. Matria también tuvo el respaldo de Tati por considerar el desarrollo económico y la independencia de las mujeres fundamentales para sobrevivir la violencia de género.
Disfrutaba mucho la cercanía del trabajo con las más jóvenes pues, como decía, se aprende mucho de ellas, contagian su energía y mantienen viva la esperanza de que la lucha para erradicar el discrimen y la violencia por razón de género tiene futuro. Por eso, fue consejera de la Asociación de Mujeres Estudiantes de Derecho y presidió la Junta de Directoras del Proyecto 85, que se dedica a estudiar la baja participación de las mujeres en los puestos políticos electivos y a hacer propuestas para cambiar esa realidad.
En el 2001, fue recomendada de forma unánime por las organizaciones para ser la primera procuradora de las Mujeres. Habíamos recorrido un largo camino desde que en preparación para la Quinta Conferencia de la Mujer en Beijing y la participación de nuestra Patria en el foro no gubernamental, ya que por nuestra condición colonial no podemos hacerlo en el oficial, las ONGs incorporamos, en el documento que preparamos, la propuesta de que estableciera en Puerto Rico una Procuraduría de las Mujeres, una entidad autónoma, fiscalizadora que no estuviera sujeta a los vaivenes del partidismo político, cuya dirigenta contara con el aval de las organizaciones no gubernamentales.
Al llegar a la gobernación la primera mujer en ocupar dicho puesto, la señora Sila María Calderón, quien está presente, se abrió la oportunidad de que se creara la procuraduría. Por supuesto, Tati fue una de las muchas compañeras y organizaciones que promovimos la legislación necesaria y su cabildeo para que finalmente fuera aprobada la Ley 20 del 2001. La querida compañera Rosa Bell Bayrón, cuya vida también celebramos hace unas semanas en este recinto, y su amiga Ramonita Berio, integraron al proyecto de ley las recomendaciones de Tati y de muchas otras compañeras.
La procuradora debe ser “…una mujer de reconocida capacidad profesional e independencia de criterio que se haya distinguido por su compromiso en la defensa de los derechos de las mujeres, en la lucha por la eliminación de todas las manifestaciones de opresión, marginación y discrimen, por su respeto a las diferencias y que esté dispuesta a hacer un análisis continuo de la situación de las mujeres desde una perspectiva de género”.
Díganme si esta no es una descripción de nuestra querida compañera. No fue fácil persuadirla para que aceptara el reto de ser la primera procuradora de las Mujeres, pero lo hizo y enfrentó el nada fácil proceso de confirmación.
Siendo independentista, feminista, defensora de que las mujeres tomen las decisiones sobre su cuerpo y salud reproductiva, y existiendo en la Legislatura un machismo, conservadurismo y partidismo rampante, no las tenía todas consigo. Hizo gala de la inteligencia, dignidad y valentía que la caracterizaba y, por sus capacidades y cumplimiento con los requisitos del puesto, fue confirmada.
El feminismo, las organizaciones de servicios, la comunidad LGBTQI+ y cada mujer en esta Patria nuestra tuvimos en el quehacer de Tati en la OPM importantes avances en los derechos, en la visibilización de las necesidades de los sectores vulnerables y propuestas para atenderlas. Su voz para denunciar el discrimen por género, la violencia machista y exigir la educación con perspectiva de género como indispensable solución; su empeño de que se reconocieran las aportaciones de las mujeres en la historia, la continua fiscalización, comparecencias a la Legislatura para objetar propuestas perjudiciales para las mujeres o impulsar las que fueran beneficiosas caracterizaron los casi siete años de incumbencia en el puesto.
Para tristeza y coraje de las que hoy celebramos su vida, gran parte del sendero que ella abrió desde la OPM, se ha cerrado. El partidismo y la mediocridad lo han cubierto de abrojos. Pero hoy es un día de luz no de reproches.
La salida de Tati de la OPM, la vuelta a la cátedra y a múltiples proyectos de gran beneficio para las mujeres, el amor familiar, especialmente la alegría que sentía por su amado nieto Bertín, su activa participación en la OPMT, en las juntas directivas de fundaciones y organizaciones, llenaron su vida. La opinión experta y respetada a través de los medios de comunicación la hicieron muy presente en esta Patria que tanto amó.
En lo personal, como amiga, compañera de tantas luchas-sindicales, políticas, sobre todo, feministas; como su comadre, acepto que estoy muy golpeada, pero tan orgullosa de que haya estado en mi vida desde que nos conocimos en el 1977; y privilegiada de que me haya permitido acompañarla desde entonces y hasta el pasado martes.
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Como tantas compañeras y personas que la quisieron, admiraron y respetaron, no hay mejor forma de honrar a nuestra querida Tati que seguir su ejemplo y dar continuidad a sus luchas, porque como bien ella dijo y cito: