Fotos de Vanessa Serra Díaz
Una caja eléctrica, un pedazo de madera, una bombilla y un receptáculo bastaron para devolverle la esperanza a Marie Ed Sostre Carmona. La electricista de profesión había perdido su trabajo, uno en el que era líder de equipo, pero los retos no cesaban. Era la única mujer realizando esa labor y había tenido que educar continuas veces a sus compañeros para que no la subestimaran.
“Ese último trabajo fue bien frustrante como persona, además de como mujer, por el ambiente… Tuve que dejar el trabajo”, dijo con la voz rápida, relatando cómo perdía la esperanza en la profesión a la que le dedicó un grado asociado y un bachillerato.
Pero un día, a finales de 2019 y todavía sin empleo, tuvo la urgencia de cargar su teléfono de una forma más práctica. Entonces, con los materiales eléctricos que ya conocía, confeccionó una lámpara de mesa con un receptáculo que le permitió lograrlo. Cada vez que alguien llegaba a su casa y admiraba su creación, una luz –más allá de la que transmitía su lámpara nueva– se encendía en su interior. “Ahí, comencé Encendía”, dijo sobre su página web y de Instagram por medio de las que vende las lámparas que confecciona de acuerdo con su creatividad o al pedido de las personas.
Esa primera pieza que realizó era en realidad más rústica. Ella la compara con la primera lámpara del mundo, presentada en 1879 por Thomas Alva Edison. “Supersencilla, se veía superindustrial”, describió. Aun así, al igual que el inventor del siglo 19, aquella idea sería solo el comienzo.
En febrero de 2020, aprovechó su pasión por las tiendas de antigüedades para transformar una cámara instantánea, negra y de los años 80, en otro objeto iluminado con el que se llevaría una sorpresa.
Solamente tenía una pieza, así que detalló en su cuenta de Instagram que participaría de un evento al día siguiente y que la primera persona en llegar al lugar, se la llevaría. “Yo montaba (la carpa con las lámparas) a las 8:00 de la mañana y yo tenía gente allí desde las 6:00”, recordó dejando salir una carcajada de entusiasmo y sorpresa.
–Yo llevo aquí dos horas, esa lámpara es mía- le dijo un muchacho que, cuando la vio llegar, se bajó de su auto para comprar la lámpara de la cámara.
–¿Sabes qué? Te la voy a dar ahora mismo- le respondió la creadora.
Fue así como vendió su primera lámpara confeccionada a partir de un objeto antiguo. Desde entonces, ha seguido haciéndolo con máquinas de coser, maquinillas, guantes de béisbol, teléfonos antiguos, candados, grecas de café, libros y decenas de objetos que la gente le lleva para que les dé un toque de luz.
“La mejor parte de Encendía es la respuesta de las personas”, dijo desde su taller en Naguabo, donde conserva algunas lámparas y termina otros pedidos. “Es como si revivieran algún momento de sus vidas”, subrayó sobre la respuesta de la gente al ver las creaciones y contarle historias sobre los recuerdos que les evocan algunas de sus lámparas.
El taller es un espacio rectangular, aledaño a la marquesina, con un patio trasero donde la puertorriqueña de 30 años pule madera, retoca con pintura las antigüedades que han perdido el color, y concreta sus ideas y las de sus clientes.
A poco más de cuatro años de haber comenzado su propio negocio, Sostre Carmona ha llevado sus creaciones a bazares, festivales, eventos y actividades de arte, entre otros. Pero su proceso educativo como mujer en el campo de la electricidad y el arte no ha culminado.
Recordó que, estando en Plaza las Américas exhibiendo las lámparas junto a su padre, personas se acercaban a él para preguntarle sobre la confección de las lámparas, creyendo que era el que las había diseñado. “Tienen esa perspectiva de que son los hombres los que bregan con electricidad, o los que bregan con madera, o los que bregan con un taladro… Es una educación constante”, afirmó.
De ahí que varios de sus vídeos en Instagram sean demostraciones de ella puliendo madera, cortando, taladrando o pintando, para recordar que es ella quien confecciona las piezas.
Los precios de sus obras varían. En su página web, se pueden encontrar lámparas desde $50 hasta $990 dependiendo del producto. Sin embargo, resaltó que el promedio de precios es de $150, siendo las antigüedades los objetos más caros.
Aseguró que el tiempo que le toma confeccionar algunas de sus lámparas varía entre horas a semanas. Su diseño más reciente fue una roca volcánica que sabía que se rompería si trataba de manipularla. Por tanto, estuvo dos semanas ideando el diseño iluminado alrededor de la piedra y un día confeccionando la lámpara.
“Eso fue algo que me marcó mucho porque me lo disfruté. Me disfruté el proceso completo”, expresó con emoción luego de que el padre de la joven le enviara el video con la reacción de su hija al recibir la lámpara.
Hoy, su negocio tiene más de 18 mil seguidores en Instagram, decenas de ideas concretadas y más de 200 lámparas encendías.