Fotos por Adriana Maldonado Raimundí
La feminista y activista del placer de la mujer gorda Leuryck Valentín se encontraba sentada en la oficina pequeña de Las Marias Editorial, la casa publicadora que apostó por su primer libro Gorda desobediente.
Su primera creación literaria, que recoge vivencias sexuales de su adolescencia temprana hasta sus años de adulta, se publicó hace unas semanas y está lista para celebrar este hito en su carrera.
“He escuchado a lo largo de mi vida y, en estos últimos diez años, a mujeres apalabrar que han alcanzado éxito, pero no lo consideran éxito porque no están delgadas y eso es fuerte, eso es fuerte, eso es cruel. Es doloroso porque es mentira… es mentira. Sin embargo, es real”, contó.
En su libro, la escritora recuenta en primera persona, y con una mirada crítica, un pasado lleno de placeres y de diversión, pero también de prejuicios y estereotipos que, en aquel momento, muchas veces, no los reconocía como tal.
“Es bien chocante cuando te das cuenta de todas las violencias que recibiste y a las que te expusiste, y también de las que tú fuiste partícipe, que reproduciste porque era normal”, reflexionó Valentín.
En la dedicatoria del libro, la autora incluye a Molly, que es su niña y adolescente interior. Por cosas de la vida, por un tiempo, Valentín dice haberse alejado de ese ser alterno.
“Cuando yo la perdí, perdí mi seguridad. Cuando dejé que Molly se fuera, me convertí en esa gente que sirve al sistema. Molly corrió la carrera del pavo sin pensar que no podía hacerlo. Molly jugaba softbol. Molly practicaba oratoria. Molly quería estar bailando. Molly quería estar en el público”, expresó.
“Cuando [Molly] se fue, entraron los complejos. Comencé a escuchar la opinión de los demás sobre mi cuerpo. Ahora, hablo mucho con Molly. Ya más o menos creo que me perdonó por dejarla ir y estoy ahora mismo dándole lo que el sistema me quitó, lo que yo permití que me quitara”, elaboró.
Una historia llena de placeres
Más que nada, la obra autobiográfica de Valentín evidencia que la mujer gorda puede provocar placer y desearlo.
“No hay nada más que le moleste al opresor que ver a una gozando”, mencionó.
Por lo tanto, para la autora, era sumamente importante que en el libro se destacara que los cuerpos gordos pueden disfrutar de distintos placeres, incluyendo el placer sexual, sin tener que dejar de ser gordos.
“Veo que se está escribiendo de gordofobia con muchos reclamos y desde una vertiente bien triste de todo el dolor, de toda la herida y sí, yo tengo esa herida, pero también tengo gozo, también tengo placer”, explicó.
Cuando se habla de cuerpos gordos, es común la narrativa aspiracional. Bajo el velo de una sociedad gordofóbica, se tiende a percibir a la persona gorda rodeada de angustia que vive únicamente para, algún día, ser flaca y feliz. No obstante, Valentin demuestra que un cuerpo gordo puede ser protagonista de una historia alegre.
“Mi editora y yo trabajamos mucho el aspecto de no ser una historia triste. Yo no quiero recalcar lo triste porque ya hay mucha gente hablando de lo triste, de lo violento y de lo salvaje que es atravesar este sistema, mundo, vida con un cuerpo gordo y siendo mujer e identificándose como mujer”, sostuvo.
La gordofobia: un tema más hablado, pero no necesariamente más comprendido
Desde que el movimiento de body positivity o positividad corporal aumentó en popularidad en las redes sociales, el tema de la gordofobia ha estado en la boca y en los teclados de muchos usuarios.
“Considero que se está hablando más, se está exponiendo. Sin embargo, no se está comprendiendo. Sí, hay mucha gente hablando, pero es bien difícil comprender lo que está normalizado”, opinó.
Las personas que disparan odio en las secciones de comentarios de mujeres como Valentín – felices, curvilíneas y libres–, suelen escudarse detrás del argumento de lo que es y no es saludable.
“La gordura siempre está asociada a enfermedad y eso hay que tomarlo con muchas pinzas, porque ¿qué es enfermedad¿, ¿qué es salud? Son términos de muchas zonas grises, y en esas zonas grises, es que se nutre el sistema para oprimir”, dijo la también enfermera.
Además, la realidad es que la salud de una persona no siempre es visible en el exterior. Una persona delgada puede tener serios problemas de salud y una persona gorda puede estar saludable. Mas, ¿quiénes son estas personas que quieren opinar acerca de la salud de otros y otras? ¿En realidad les preocupa el estado de salud o solo es una excusa para oprimir, rechazar y juzgar a cuerpos que no cumplen con los estándares de belleza tradicionales?.
“Seguiré escribiendo y ocupando espacios”
Valentín escribía desde pequeña y durante sus años universitarios, en los que estudió enfermería, mantuvo su amor por la escritura al cursar clases de poesía y de literatura. Ahora, que logró compaginar sus historias en libro, el parar de escribir no forma parte de sus planes para el futuro. Todo lo contrario. “Es como si hubiese abierto una represa”, aseguró.
“Tengo tantas cosas que quiero contar. Hacen falta estas historias. Leer a mujeres, a disidencias, a mujeres trans, a personas racializadas, a todo lo que se va por la frontera. Necesitamos conocer ese mundo, pero de la boca y de la experiencia de quienes lo viven”, añadió.
También, tiene como meta continuar con su presencia en las redes sociales para liderar la lucha por el goce de la mujer gorda. Actualmente, a través de su cuenta de Instagram (@leuryck_valentin), tiene una comunidad de más de 13 mil seguidores y seguidoras.
“Una de las cosas que yo quería como gorda, que yo necesitaba era ver gente como yo haciendo las cosas que yo quería hacer y no la encontraba”, recordó.
Por eso, ahora la escritora, encima de sus otros roles, es anfitriona de Vulgar Maravilla (@vulgarmaravilla), un pódcast en el que cuenta experiencias de liberación y reclama el derecho a la sexualidad como inherente desde que se nace.
Gorda desobediente está a la venta en versión digital e impresa en la página web de Las Marías Editorial y en las librerías Casa Norberto y The Bookmark.