“¿Qué más quieren las feministas?”, “Feministas las de antes”, “La generación de cristal”, “Ahora, hay que tener cuidado con todo lo que se dice”, “¿De qué se quejan las mujeres? Que vayan a ver cómo viven las mujeres en el Medio Oriente. De seguro, dejan de quejarse”.
Ser mujer en Puerto Rico, en el 2022, implica un sinnúmero de violencias, pero hay una en específica que su único objetivo es mantener el status quo: es la más peligrosa. Representa la raíz que sostiene todas las violencias y las desigualdades que se manifiestan en los cuerpos feminizados.
Estos comentarios que continuamos leyéndolos en las redes sociales, escuchándolos en algunas reuniones familiares o, incluso, en algunos programas radiales y televisivos parten desde la reacción patriarcal.
La periodista Susan Faludi utilizó este término, en los años 90, en su libro Reacción. La guerra no declarada contra la mujer moderna para explicar que, cuando los movimientos feministas cuentan con una gran visibilidad social, se articula la reacción patriarcal porque, a medida que el feminismo gana y muestra su fuerza, a su vez, el conservadurismo se organiza para contratacar ante cualquier mínima posibilidad de quiebre.
Cada vez que un grupo oprimido se moviliza para reivindicar sus derechos y revertir la situación de desigualdad, hace que los defensores del orden social establecido sientan que están perdiendo sus privilegios y crean diferentes estrategias para defenderlos.
Por lo tanto, la reacción se produce cuando las movilizaciones han sido masivas y se han conseguido logros. En nuestro caso, la declaración del Estado de Emergencia, las leyes sobre el acoso callejero y contra la venganza pornografíca, y la tipificación de feminicidio y el transfeminicidio como conductas que constituyen un delito de asesinato en primer grado.
A pesar de que estas conquistas no desequilibran de una forma radical la estructura patriarcal, para conservar el poder cultural, político, económico y social, los policías del patriarcado utilizan la violencia explícita, pero también sutiles a través de construcciones discursivas que minimizan los reclamos de las mujeres.
Las reacciones patriarcales existen desde el origen del feminismo mismo. Solo hay que recordar la condena y la ejecución en la guillotina de Olympe de Gouges por escribir la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana en 1791. Este hecho es una muestra de que, aunque el feminismo nunca ha utilizado la violencia contra ningún ser humano, las reacciones patriarcales ejercen violencia. En ocasiones, lo pagamos con nuestras vidas.
En la actualidad, la reacción se materializa en el crecimiento y la fuerza que están tomando los sectores antiderechos y fundamentalistas. Estos grupos dirigen gran parte de su energía en construir discursos antifeministas que cuestionan los derechos de las mujeres y personas trans. Además, se combina con la expansión de políticas de despojo y austeridad propias del capitalismo neoliberal, explica la doctora en sociología y antropología, Beatriz Ranea en Breve diccionario de feminismo.
No es casualidad la crisis de vivienda accesible que experimenta la ciudadanía en Puerto Rico. Tampoco, es casualidad que la pobreza en Puerto Rico tenga cara de madre soltera, mujer negra y mujer trans. Las feministas llevan años gritándolo: “Patriarcado y capital forman una alianza criminal”.
¿Por qué nos deben importar estas reacciones patriarcales? Ahora mismo, son las causantes de que no tengamos una educación con perspectiva de género en las escuelas para poder prevenir la violencia de género desde la niñez. Es evidente el poder que tiene el sector conservador del país para dirigir y redirigir las políticas públicas referente a la educación y la equidad.
A estas frases que construyen imaginarios para hacernos creer que hombres y mujeres están en pie de igualdad, se le suman las dificultades que enfrenta la juventud, específicamente los adolescentes, para percibir la desigualdad de género en sociedades formalmente igualitarias. Con sociedades formalmente igualitarias, me refiero a la igualdad que se tiene ante la ley, pero que, en muchas ocasiones, no se materializa. Las adolescentes que nacieron en un contexto en donde pueden votar, estudiar, trabajar, tener la posibilidad de llegar a puestos de poder, si el techo de cristal se lo permite, ven en el feminismo un proyecto del pasado. En el salón de clase, he tenido estudiantes, mujeres, que me han dicho: “Es que hay feministas que son muy radicales”, “hay feministas que odian a los hombres”, “las mujeres tienen muchos derechos ya. Las cosas no son como antes”, “si el feminismo defiende el derecho de todas las personas, ¿por qué no le cambiamos el nombre?”.
Mi estudiante tiene razón. Gracias a la lucha de todas las mujeres que me han precedido las cosas no son como antes. Pero el sistema patriarcal está profundamente anclado en la estructura social, y como ha enseñado la historia, puede transformarse para no desaparecer. Por esta razón, es tan importante generar los mecanismos para que las futuras generaciones no renieguen del feminismo como lo han hecho ya muchas personas.
Les escribo un 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, para que estemos alertas. Para que estemos siempre vigilantes. El feminismo está tomando visibilidad en muchas partes del mundo, y Puerto Rico no es la excepción. La crueldad de los feminicidios y evidente negligencia del Estado ha hecho que las personas estén más conscientes de esta problemática social. Latinoamérica tampoco es la excepción. Solo hay que ver la conquista que ha tenido, por ejemplo, el movimiento feminista en Argentina y Colombia con referente al acceso al aborto. Y en 2019, inundamos todas las las redes sociales al coro de: “El estado opresor es un macho violador”.
El feminismo está experimentando una cuarta ola que tiene carácter transnacional. Somos la cuarta ola feminista. Cada día, somos más mujeres unidas desde nuestra diversidad, haciendo frente común y tejiendo una red de apoyo que visibiliza el carácter estructural de la violencia. Nuestras reivindicaciones son amplias: buscamos acabar con la violencia de género, junto con demandas LGBTTIQA+, anticapitalistas, antirracistas, ecologistas y antiimperialistas. El feminismo se escucha en esta era, de reacciones patriarcales, y lucha por construir una vida libre de violencias y de miedos para todes.