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“La sirenita” desaprovecha el poder de la representación

Dado que Disney no se da cuenta de que estamos satisfechos con las películas animadas que formaron parte de nuestra infancia, seguimos recibiendo remakes de acción-en-vivo que casi siempre fallan en estar a la altura de la magia original. Con esto en mente, era imposible abordar su último lanzamiento con grandes expectativas. La sirenita (The Little Mermaid) es la última incorporación a la lista de adaptaciones de acción-en-vivo. Si bien esta servidora tenía bajas expectativas por las razones expuestas, sorprendió encontrarse, en cambio, con una película enteramente encantadora.

Dirigida por Rob Marshall, mejor conocido por haber dirigido la película del musical Chicago, la película también cuenta con un guion de David Magee, basado en la historia de La sirenita animada junto con el cuento original de Hans Christian Andersen. Obviamente, no es tan sombría y devastadora como el material original. Esta versión de la historia de 2023 es caprichosa.

Seguimos a “Ariel” (Halle Bailey), una sirena joven, enérgica y llena de esperanza que a menudo fantasea con el mundo humano. Su vida cambia para siempre cuando se encuentra con un barco que transporta al príncipe “Eric” (Jonah Hauer-King). El príncipe, al igual que “Ariel”, quiere explorar el mundo y vivir más allá de los muros de su castillo. No nació en la realeza, y acostumbrarse a ser el hijo adoptivo de una familia real no es lo que esperaba. Ambos anhelan la libertad, por lo que es imposible que esta sirenita no se enamore. El resto de la película se desarrolla como lo hace la original.

Esta versión intenta justificar su existencia con motivos culturales. La mayoría de las veces, el propósito de una nueva versión es actualizar la historia a una nueva audiencia, generalmente una audiencia más joven, aunque la mayoría de nosotros que crecimos con estos clásicos de Disney también nos alinearemos en la boletería. Con esto, viene un nuevo conjunto de ideas, perspectivas y valores de una nueva generación. El mayor cambio fue convertir a “Ariel” en una mujer negra.

Como la mayoría recordará bien, vimos muchas protestas cuando se anunció el casting de Halle Bailey, porque algunas personas simplemente no podían entender cómo una criatura mitológica que no está atada a una raza, etnia o cultura podría ser una mujer negra. Parecía que Disney se determinó en contrarrestar el racismo que muchos mostraban al abrazar por completo no solo la cultura negra, sino también la abundancia de la herencia africana en el Caribe.

Pero solo hay tanto que podemos esperar de Disney cuando se trata de acercarse a temas de raza. Lo más lejos que llegaron para agregar un subtexto a la narrativa fue ambientando la película en el Caribe. Para personas como nosotres que crecimos en el Caribe, es bastante obvio qué es lo que estamos viendo y lo que están intentando lograr, ya sea por medio de la arquitectura o la música gracias a las contribuciones de Lin-Manuel Miranda.

Aun así, fallan porque no son específicos. Sí, en un momento vemos un mapa de Jamaica, en donde el príncipe “Eric” dice que esa es la isla, en la cual se encuentran. También, hay una cantidad enorme de acentos a lo largo de la película, pero nunca nombran la isla como Jamaica. Nunca establecen dónde están ni cómo se identifican como personas en la isla. Mantienen todo bastante anónimo para crear la ilusión de que este lugar podría estar en cualquier parte. Simplemente, necesita vivir en tu imaginación.

Es comprensible hasta cierto punto desde la perspectiva de la empresa. ¿Cómo puedes abordar temas serios relacionados con la raza y el colonialismo en una película como esta? ¿Pero el objetivo de estas películas no es agregarles algo más, darles profundidad? Para compensar, sin esforzarse demasiado, La sirenita participa en el “color blind casting”.

Las hijas de “Tritón” (Javier Bardem) son todas de diferentes razas y etnias para representar los siete mares. En tierra, “The Queen” es negra (Noma Dumezweni), pero nunca se le da un nombre. Su hijo adoptivo, el príncipe “Eric” es blanco y, a menudo, sueña con el deseo de descubrir lugares en aguas desconocidas. 

Por un lado, el “color blind casting” aumenta la diversidad y brinda más oportunidades a los artistas negres en la pantalla. Por otro, no reconoce en su totalidad la importancia que tiene esta representación. La interpretación más reciente de Disney de La sirenita camina de puntillas sobre el tema sin enfrentarlo de frente. Es durante un intento de revolucionar la representación sin radicalizarla que falla en enviar un verdadero mensaje. En cambio, es compatible con el problema.

Dicho esto, disfruté bastante la película. Halle Bailey es una de las pocas actrices que asume el papel de una princesa de Disney y le da nueva vida. Ella es la personificación de “Ariel”, y desempeñó el papel con tal gracia y alma que hizo que esta adaptación fuera aún más mágica. En cuanto al resto del elenco, Daveed Diggs se robó el espectáculo como “Sebastian”, el cangrejo, a pesar de la falta de emoción en el rostro de su personaje debido a las limitaciones de su interpretación fotorrealista. Más allá del forzado acento jamaiquino, todas sus líneas fueron un éxito, arrancando las risas del público. Melissa McCarthy sorprende como “Úrsula”, aunque pudo haber hecho más con el personaje, ya que, a menudo, se dejaba llevar más por el espectáculo visual del CGI del personaje en lugar de sus propios esfuerzos para darle vida al personaje a través de expresiones faciales. “Úrsula”, la original, era más que expresiva y la “Úrsula” de McCarthy que, simplemente, parecía aburrida con su existencia.

Aun así, si miras más allá de sus fallas evidentes, prueba que tal vez Disney todavía sabe lo que está haciendo a pesar de los signos de dólar que llevan como anteojeras. Simplemente, necesitan más intención con sus esfuerzos.

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