“Sí, señores. He tenido la honra de ser condenada por defender la libertad de mi patria”
-Mariana Bracetti Cuevas
Todavía en el siglo XXI, los natalicios de las mujeres que han marcado y cambiado la historia no reciben un día feriado o de conmemoración. Aun en círculos académicos o de activismo, su legado es usualmente minimizado a los roles de género tradicionales o a su relación con hombres históricos.
Uno de los primeros ejemplos de esto en la historia moderna de Puerto Rico es Mariana Bracetti Cuevas. Esta columna repasa su vida con una mirada más fiel a la compleja realidad histórica que vivió y colaboró a escribir.
Mariana bordó banderas… y realizó mucho más. Veamos.
Señorita y esposa
“Era un abuso”
-Mariana sobre el trato a personas esclavizadas en las haciendas de Añasco
Testimonio a su familia
La niña Mariana nació el 26 de julio de 1825, siendo la más pequeña de 10 hijos. Aunque fue bautizada en Mayagüez con el nombre de Ana María, se crió como Mariana en la finca familiar en Añasco.
Sus padres eran pequeños propietarios, por lo que se educó según las normas de clase y género del Puerto Rico colonial. Aprendió costura, religión, gramática, geografía e historia.
Pero su naturaleza libertaria despertó temprano. Según un relato contemporáneo recogido por la Revista Puerto Rico en Marcha (1968), Mariana paseaba en caballo y llevaba tijeras para cortar los amarres de personas esclavizadas castigadas bajo el sol por sus vecinos hacendados.
A sus 25 años se casó por primera vez y procreó tres hijas y un hijo. Sus tres hijas llevaban el nombre de su madre: Antonia.
El cólera morbo llegó a Puerto Rico en 1856, causando la temprana viudez de Mariana. El mal manejo de esta epidemia por España exacerbó el sentir revolucionario. Lares y Mayagüez fueron los primeros en crear células independentistas y abolicionistas; ambos pueblos claves en la vida de nuestra heroína.
Su segunda boda fue en 1860 con el hacendado Miguel Rojas Luzardo, con quien tuvo otra hija. Mariana se mudó de Añasco al barrio Pezuela de Lares, donde la familia se estableció. Allí fue vecina de su cuñado Manuel, futuro presidente de la fugaz República de Puerto Rico.
De estos años existen testimonios de Mariana ofreciendo clases de alfabetización a las esposas de sus obreros. Vale aclarar que el matrimonio tuvo al menos un esclavo “alquilado” a pesar de su eventual actividad abolicionista.
Revolucionaria
“¡Si Carlos V nos viera bordando la bandera de la libertad!”
-Mariana Bracetti Cuevas
Su parodia de una canción mientras cosía banderas de Lares
En 1864, Mariana y Miguel se unen a la célula Centro Bravo Número 2. Fue entonces que adoptó su nombre de batalla: “Brazo de Oro”. Su apodo no nació posterior a bordar la bandera. ¡Lo escogió ella misma al convertirse en revolucionaria!
El motivo del origen de este inmortal nombre no está claro, pero podemos asumir. Ella era costurera; también su apellido en catalán significa “brazo pequeño”.
En 1867, Puerto Rico se enfrentó al huracán Narciso, y meses después, a un terremoto. El llamado colectivo era a una pausa en el cobro de tributos a la Corona.
Mariana escribió una carta al gobernador colonial Marchessi expresando la apretada situación económica de su hacienda. Ahí le expresó que ella era el sustento de su familia como costurera, ya que su esposo e hijo estaban enfermos.
El gobernador no le contestó a Mariana ni España a Puerto Rico, al negarse a reformas legales al sistema esclavista y a la libreta de jornaleros. Esto dejó a la revolución como único método.
El Grito de Lares se adelantó para el 23 de septiembre de 1868, luego de ser descubierto. Mariana cumplió el rol de bordar las primeras banderas de Puerto Rico para el evento. Según el historiador Coll y Toste y el investigador Vicente Borges, Mariana y otras dos miembros de la célula de Mayagüez cosieron varias banderas enviadas del exilio por Betances.
Curiosamente, a Mariana no se le enjuició por este acto sino por “poseer las claves de los revolucionarios que fueron halladas en su residencia” (Cancel Sepúlveda, 1985).
Sentenciada a la pena de muerte, Mariana fue prisionera temporalmente en Lares y luego en Arecibo. En la cárcel se destacó por ser portavoz de los demás presos políticos y, según un testimonio recogido por la Revista Puerto Rico en Marcha (1968), enviaba mensajes secretos fuera de prisión en los zapatos de su hijo.
La costurera revolucionaria permaneció en la prisión hasta la amnistía decretada por el gobernador el 25 de enero de 1869.
Leyenda
“Brazo de Oro,
quien fue en Puerto Rico
la más noble y valiente mujer;
Brazo de Oro,
bordó la bandera
que los puertorriqueños
sabremos defender”.
-Luis Lloréns Torres
Himno de Lares
Luego de su cita con la historia, Mariana dio a luz a una hija a sus 45 años de edad. Sin embargo, Manuel fue desterrado de Puerto Rico y se disolvió el matrimonio.
A sus 50 años, Mariana se casó por tercera y última vez con un comerciante aguadillano y regresó a su natal Añasco.
Lo que se conoce de su vida en esta etapa es una dedicación a proveer educación y salud a sus familias vecinas recientemente liberadas de la esclavitud.
Mariana falleció el 25 de febrero de 1903 por problemas cardíacos. Tenía 77 años. Su velorio fue concurrido por una multitud diversa y fue enterrada vestida de blanco, “con sus trenzas que nunca se cortó” (Revista Puerto Rico en Marcha, 1968).
En las eventuales representaciones artísticas visuales y auditivas, como el himno de Lares de Luis Lloréns Torres, Mariana es presentada en su rol de costurera, sentada y concentrada en su bandera.
Esa leyenda tiene verdad, pero no es la historia completa.
Como vimos, Mariana Bracetti Cuevas ha sido presentada como un símbolo legendario de la mujer que colabora en la revolución de su esposo y otros hombres.
Pero la realidad histórica es la de una rebelde que sí asumió su rol de género, a la vez que accionó en constante defensa de las poblaciones marginadas y de la libertad de nuestra nación.
¡Qué viva Mariana: costurera y revolucionaria!
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Referencias:
Conferencia Mariana Bracetti Cuevas: un perfil y una imagen, Mario R. Cancel Sepúlveda, 25 de julio de 1985
Semblanza de una heroína, Puerto Rico en marcha, Vol. II (2), Septiembre 1968
