*Esta es la segunda de una serie de perfiles que publicaremos en Todas como parte de una alianza con Ruta Crítica, incubadora de proyectos de cine en Puerto Rico. Mujeres del cine boricua es un pódcast y registro en video de mujeres que son o han sido parte de la historia cinematográfica puertorriqueña. El proyecto, con entrevistas a cargo de la cineasta Arleen Cruz-Alicea, busca documentar la memoria y el trabajo de mujeres de distintas generaciones que han asumido distintos roles en el cine de Puerto Rico.
Fotos suministradas por Ruta Crítica
Cuando la puertorriqueña Nannette Rosa Collazo comenzó a adentrarse en el mundo del cine en la década de 1980, la mirada machista ponía en duda la capacidad de las mujeres en este arte. “Era un mundo de hombres”, recuerda sobre sus inicios en este campo en conversación con la cineasta Arleen Cruz-Alicea.
No fue fácil vencer el machismo existente en ese entonces. Pero tuvo “la suerte” de toparse con “algunos hombres” que fueron la excepción en su vida, como Vicente Juarbe, quien le dio una de sus primeras oportunidades en Saga Films, donde trabajó con el director Marcos Zurinaga y el productor Roberto Gándara, responsables de La Gran Fiesta, una de las producciones más ambiciosas y emblemáticas del cine nacional.
Otra cosa que hizo desde muy temprano en su carrera fue trabajar con un equipo (crew) de mujeres. “Yo fui escogiendo un grupo extraordinario de mujeres como Inés Mongil, Tere López, Julie Silver, Eréndira Núñez”. “Lo que hice fue incorporar más mujeres al equipo, no dejarlas solamente donde solían estar, que era en maquillaje y vestuario”, relata.


Nannette Rosa Collazo, segunda a la izquierda, durante el estreno de la película Tango bar (1988), dirigida por Marcos Zurinaga, y protagonizada por la argentina Valeria Lynch, el puertorriqueño Raúl Juliá y el argentino Rubén Juárez.
Rosa Collazo tuvo muchos sombreros en la industria cinematográfica local e internacional. Se desempeñó en puestos de gerente y coordinadora de producción, productora asociada, productora, coproductora, y supervisora de posproducción. Como gerente de producción, trabajó para las exitosas compañías estadounidenses Warner Brothers y DreamWorks. Pero empezó, como muchas personas del cine, “empujando neveritas, echando hielo, preparando café”. “Fui asistente de producción e hice de todo”, rememora.
Aunque es egresada de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad de Puerto Rico, donde estudió Biología, no quiso dedicarse a eso profesionalmente. Rosa Collazo se considera una cinéfila de siempre porque el gusto por el séptimo arte era un asunto familiar. “Yo siempre amé el cine […] éramos una familia de ir al cine y, si me gustaba una película, la veía tres y cuatro veces”, recuerda.
Fue en una oficina médica en Nueva York, ciudad a la que se trasladó a principios de su juventud, donde, por cosas del azar, se encontró con Ana María García, productora y directora de cine que se ha destacado por contar en sus documentales historias sobre el pueblo puertorriqueño. Cuando ambas se encontraron, García ya había realizado el documental La operación (1982), que aborda la práctica de esterilización forzada a la que fueron sometidas mujeres en edades reproductivas de comunidades empobrecidas de Puerto Rico entre las décadas de 1940 y 1960. En ese momento, Ana María García le ofreció a Nannette Rosa una oportunidad laboral en el mundo del cine como distribuidora del filme.
Al año de esa experiencia, García le propuso a Nannette Rosa que colaborara con ella en la producción de la película Cocolos y Rockeros (1992). En 1985, regresaron a Puerto Rico para emprender la producción de esa pieza fílmica.

Rosa Collazo formó parte del crew que trabajó en la película Linda Sara (1994), dirigida por Jacobo Morales y protagonizada por Dayanara Torres y Chayanne.
Ya reubicada en suelo boricua y a sus 26 años de edad, trabajó con el director Vicente Juarbe en Saga Film. “Entré allí y no salí por muchísimos años, por décadas”, recuerda sobre sus principios en la industria. “Yo hice comerciales de televisión, documentales, películas del patio, películas de otra gente en otros lugares como Canadá y Estados Unidos. Fue curioso porque, de haber sido una cinéfila toda la vida, me convertí en una cineasta sin planearlo”, comenta.
Como productora, trabajó en películas como Angelito mío y Linda Sara. Asimismo, como gerente de producción, tiene a su haber largometrajes como Amistad, Contact, Commandments, Assassins, The Perez Family, La guagua aérea, San Juan Story, Q&A, The Bell y Una pasión llamada Clara Lair.

La productora también se destacó en el filme Una pasión llamada Clara Lair, dirigido por la cineasta puertorriqueña Ivonne Belén.
Las experiencias que tuvo en compañías multimillonarias y de la mano de directores reconocidos fueron escuela para Rosa Collazo, pero también la hicieron entender que hacer cine es un acto político. En ese sentido, “tienes que saber hacia dónde está tu lealtad”, comenta. Y la de ella estuvo siempre con la gente puertorriqueña que figuraba en la industria. “Tuvimos muchas experiencias en las que querían pagarles menos a los boricuas que a los americanos [estadounidenses] por hacer lo mismo, y a esta que está aquí, no, ni a mi equipo. No íbamos a permitir eso porque no éramos menos”, declara.
Nannette Rosa Collazo siente que, en la actualidad, hacer cine en Puerto Rico es un reto por muchas razones. Por ejemplo, piensa que “muchas veces hay una tendencia mayor a apoyar proyectos que no sean del país. El que no haya un apoyo especial a la gente que hace arte cinematográfico en este país apunta a la mirada colonizada de que ‘lo que viene de afuera es mejor’”.
Según la experimentada productora, es momento de que los cineastas del patio vayan “buscando formas nuevas de llegar a grupos que tengan poder para que se puedan conmover con lo que nosotros queremos hacer [aquí en Puerto Rico]”.

La periodista Gabriela Ortiz Díaz redactó y recopiló los datos de esta historia.






