(Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes)
Mami, que es maestra por vocación del sector público de enseñanza y que ha puesto su saber al servicio del país, un día llora (y ella rara vez llora), y dice: “Me botaron por la Ley 7”. A lo que, entonces, pensé: “¡Qué cosa más absurda!”. Para ese momento, todavía creía que todas las leyes eran buenas, que estaban hechas para protegernos, pero resulta que crearon una ley que justificaba despedir a maestras.
Aunque dijeran que la ley no era para eso, porque “hay que pagar la deuda”, “que tomamos prestado”. Sin embargo, pienso -y lo digo en voz alta- que quienes tomamos prestado no hemos sido nosotras; nos han hurtado.
En Puerto Rico, tenemos más de 500 años de colonización, y más de 120 de colonia de los Estados Unidos. Como si eso no bastara, nos presentan una PROMESA de muerte anunciada, un presagio del país de los cuatro pisos, un monte adentro robado, una costa vendida, un retiro digno que nos niegan, como si le pudieran poner precio a nuestras vidas, como si tuvieran derecho a dejarnos morir.
La PROMESA es una Junta de CONTROL Fiscal, de personas no electas, que toman decisiones que afectan directamente nuestras vidas. La Junta representa otra ficha de ajedrez para el imperialismo y sus buitres, que están acostumbrados a jugar solos y a dejarnos sin poder. Se conoce también como Ley Promesa; de acabarnos, de dejarnos sin nada, de arrebatarnos nuestras tierras, nuestras casas, nuestras vidas y, sin saberlo, nos han quitado el miedo como daño colateral.
Este país ha creado y tomado su ficha, se ha organizado, y movilizado, ha desarrollado estrategias y propuestas que construyen otro acuerdo con leyes buenas para el pueblo. Nuestras pensionadas y pensionados son un ejemplo de esa gente que dedicó su vida al servicio público y a quienes han tratado de robarles el derecho a una vejez digna. Lo bueno es que se han organizado, han generado propuestas y estrategias. Se han reunido, en asamblea, han establecido grupos de trabajo, han asumido portavocías, han hecho alianzas, han construido un movimiento.
Desde esta lucha, surge el Proyecto de la Cámara 120, para crear la Ley para un Retiro Digno, que sería una política pública para devolvernos el poder, proteger los servicios esenciales, y las presentes y futuras pensiones. Nos daría la oportunidad de elegir al pueblo antes que a la deuda. Nos muestra que podemos ganar. Esta medida fue aprobada en la Cámara, y se encuentra en el Senado.
El retiro digno devuelve la esperanza, y a mí me consuela con que, tal vez, no todas las leyes son malas, porque no todas favorecen a los buitres y corruptos. Que algunas anteponen el sentido común que nos han querido robar, y nos presentan la oportunidad de que Construyamos Otro Acuerdo. Esta es la ficha para el pueblo en el juego de ajedrez, y ha puesto en jaque mate a la Junta.
Esta isla no es juego fácil. Nuestras vidas no serán un juego en solitario. Con leyes así (que necesitamos más), lo político será pronto una charla alegre en nuestra mesa, y la oportunidad de contarnos una mejor historia, como que se ha puesto al pueblo antes que la deuda, para que construyamos otra vida.
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