Foto de archivo / Ana María Abruña Reyes
Lo tomo personal cuando eliges a una persona que no me ve como un sujeto de derechos, o cuando votas por alguien que considera mi existencia una amenaza, en lugar de reconocer y garantizar mi dignidad y mis libertades. En la pugna entre existir visible y plenamente vs. morir invisible y para tu plenitud, decido tomarlo personal. No hay otra forma.
Sí, ejerciste tu derecho al voto, y lo respeto, pero te olvidaste de mi derecho a existir libre y plena. Decidiste que tu sentido de “comodidad” era más valioso que mi existencia. La decisión fue tuya, pero las consecuencias son de todxs. Así que sí: decido tomarlo personal.
Te convertiste en cómplice de abusos y desprecios hacia quienes no encajamos en tu visión restringida de sociedad. No es exagerado decir que esto se siente como una traición, y no se trata de “simple política”. Hace tiempo aprendimos que lo personal es político, y esto cobra aún más sentido ahora, cuando enfrentamos no solo cuatro años de un gobierno que no nos representa, sino más de una década de políticas públicas que afectarán profundamente nuestras vidas. No pidas “unidad” cuando la misma implica el sacrificio de nuestros derechos, ignorando a quienes sufrirán el impacto de decisiones tomadas con la indiferencia de quienes no se verán afectados. El llamado a la “unidad” es, sencillamente, un insulto revictimizante.
Se nos exige paz, mientras se nos arrebata. Se nos exhorta a practicar la empatía, mientras se nos despoja de garantías sociales. Esa falsa unidad de la que tanto hablan, es una excusa para que los que se sientan seguros eviten la incomodidad de la confrontación. Esa “unidad” es un disfraz para silenciar nuestra rabia, un barniz superficial que pretende cubrir el desprecio que se oculta debajo. No pueden pedirnos que miremos hacia otro lado, cuando el nuevo gobierno, fortalecido por tu voto, se dispone a restringir nuestra autonomía, a moldear la justicia a su conveniencia, a imponernos una vida que no elegimos, y a relegarnos a la sombra de nuestra propia Tierra. Así que sí: lo tomo personal.
La gobernadora certificada, simpatizante de los grupos conservadores y trumpistas de Estados Unidos, tiene la oportunidad histórica de nombrar tres jueces al Tribunal Supremo de Puerto Rico. No es un secreto que, en su afán de complacer a quienes desprecian su/nuestra existencia, replicará legislaciones y modelos republicanos para establecer una mayoría ultraconservadora en el más alto foro judicial de la isla. Esta decisión persistirá mucho más allá de su mandato y puede ser la herramienta idónea para utilizar el poder judicial para implementar una agenda opuesta al progreso en justicia social, derechos humanos, civiles y políticos. La nueva gobernadora apoya políticas que restringen las libertades individuales, mientras fortalece a sectores fundamentalistas bajo la consigna selectiva de la “protección de la libertad”. Aunque su narrativa se basa en el cliché de “proteger valores” su verdadero objetivo es limitar libertades que muchas damos por garantizadas, fortaleciendo un grupo selecto y privilegiado mientras debilita valores de buena y sana gobernanza. Esto resulta contradictorio y peligroso para una democracia que se supone debe servir a todas, todos y todes.
¿Es esto mera hipocresía o es oportunismo politiquero? Probablemente ambos. Se aprovecha de los prejuicios y temores de ese segmento de la población que ve la dignidad humana como una amenaza, y lo hace para cimentar su poder, sin importar cuántas vidas queden rezagadas en el proceso. Este es el verdadero rostro de una administración que tú ves como “moderada”, pero que realmente tiene un compromiso profundo con una agenda conservadora, antiderechos y reaccionaria. A ti, que me llamas amigx, que dices que me amas y me pides no tomarlo personal, te pregunto: ¿cómo podría no hacerlo?
Cuando decides apoyar a alguien cuyo historial evidencia desprecio hacia lo que SOY, duele, porque ese voto tuyo es un permiso para violentar mi derecho a vivir, decidir sobre mi vida y mi cuerpo. Este no es un “simple cambio de administración”, ni se trata de diferencias políticas que podemos ignorar: son una amenaza real para muchxs.
Esta ola de poder conservador no es solo un nuevo gobierno, es la materialización de una crisis planificada contra la democracia y del legado perverso del coloniaje, que ha calado tan profundamente en la psique puertorriqueña. Entender de dónde nacen sus decisiones egoístas, que incluyen apoyo ciego y servil a figuras abiertamente racistas y antipuertorriqueñas como Donald Trump, no les exime de responsabilidad. Tal idolatría nos deshumaniza y traiciona nuestra dignidad.
Estos respaldos no son una mera elección política; esta postura vulnera las protecciones sociales de todxs nosotrxs, especialmente cuando una administración local sigue los pasos de estos líderes caricaturescos. Mientras viralizas publicaciones en redes sociales de unidad, somos muchxs los que estamos buscando las formas de sobrevivir en un país que nos niega sistemáticamente echar raíces en nuestra [m]patria, con miedo a ser desplazadas y obligadas a crear comunidad en la diáspora. No puedes pretender que ahora “todxs debemos” unirnos cuando esa unión implica la invisibilización de quienes llevamos años luchando por cada pedazo de libertad y territorio que nos pertenecen, y que ahora se tambalean bajo el peso de un gobierno que no le importa el bienestar colectivo. Así que sí: lo tomo personal, porque elegir ignorar las consecuencias de tu voto es cómodo únicamente para ti.
No me pidas que no me duela. No me pidas que no recurra a la lamentable dicotomía de nosotrxs vs. los otrxs, cuando claramente con tu voto me obligas. Por favor, abstente de pedirme que no me indigne y te reclame por un “evento que sucede cada 4 años”, y no me exhortes a mirar hacia el futuro para “construir” lo que indudablemente con tu voto permites que se destruya. Así que sí: lo tomo personal.