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Silvia Federici: “La lucha feminista no es solo contra la derecha; es contra un sistema económico”

La teórica feminista marxista italiana, autora en más de una decena de libros sobre cómo el capitalismo y el patriarcado están entrelazados, visitó Puerto Rico por invitación de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU)
Silvia Federici en la Universidad de Puerto Rico

Fotos por Ana María Abruña Reyes

Sería fácil caer en la tentación de analizar el rol de los movimientos feministas en el momento actual. Puerto Rico sigue siendo una colonia de Estados Unidos, donde la victoria de Donald Trump como presidente por un segundo término revalida las fuerzas de la ultraderecha en el imperio, pero también en el mundo. Órdenes ejecutivas contra los migrantes más pobres, la afrenta contra la dignidad de personas trans, la validación presidencial del discrimen contra las poblaciones LGBTQ+, la extensión de la prohibición del aborto en los estados y el autoritarismo en todo su esplendor suceden como rafagazos que son muy difíciles de esquivar.

Pero Silvia Federici no va a hablar del ahora sin establecer el contexto de cómo llegamos aquí. La teórica feminista marxista italiana, autora en más de una decena de libros sobre cómo el capitalismo y el patriarcado están entrelazados, tiene un preámbulo a esta conversación.  

“Es importante comprender que nuestra lucha hoy no es solamente contra la derecha; es una lucha contra un sistema económico, que es racista y patriarcal. No lo vamos a cambiar con el voto”, dice en claro español, con voz pausada, sentada a la sombra de un árbol en la Plaza Antonia Martínez, del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. 

Federici, de 82 años, fue la invitada de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) a su primera edición de la Cátedra APPU, una serie de ponencias y conversatorios académicos con figuras reconocidas, que se realizó el 6 de marzo en la Facultad de Educación. 

“Sí, ahora vemos un gran avance de la derecha, pero es muy importante comprender que en realidad la derecha hoy dice y hace abiertamente lo que se ha organizado y construido por el capitalismo hace décadas, y por todos los partidos, incluyendo a los demócratas [en Estados Unidos]. Entonces, es importante no seleccionar la derecha, pues la derecha habla abiertamente, de forma muy sádica y cruel, de una lógica que ha crecido en los últimos años, a partir de la crisis de la deuda, todos los tratados de libre comercio que han destruido la vida de millones y millones de campesinos, el ataque a todos los servicios sociales, los ataques racistas contra los migrantes… Todo esto no es solo una novedad de la derecha”, continúa.

Tras ese reconocimiento, señala que el rol del feminismo es contra el capitalismo, un sistema que destruye la vida. No se trata solo de aspirar a la paridad salarial ni de otros reclamos feministas que han sido cooptados a conveniencia por marcas y empresas, así como por “la política institucional encabezada por las Naciones Unidas” para crear “un feminismo neoliberal”.

La idea de que las mujeres pueden participar de la sociedad capitalista al igual que los hombres es el resultado de “una invasión institucional que ha distorsionado el significado del feminismo”, establece. 

“La lucha feminista no es una lucha por la igualdad con los hombres, es una lucha para cambiar un sistema. ¿A cuál hombre somos iguales? ¿A los señores que están en la Casa Blanca, a los que están en prisión, a los que son esclavizados? Claro que queremos la paridad salarial, pero feminismo significa cambiar un sistema social a un sistema que pone la vida al centro, que no destruye la vida como este sistema capitalista”, elabora con contundencia.

Mientras habla, de fondo, se escuchan los campanazos de la Torre que marcan la hora menos cuarto. 

Federici llegó a Puerto Rico la noche antes de esta entrevista. Vino junto con George Caffentzis, filósofo político y marxista, quien es su compañero de vida hace más de 50 años. Antes de sentarse a conversar, acompañados por profesoras universitarias, recorrieron el recinto. Caffentzis tiene párkinson y Federici se asegura de que cada mañana haga una caminata. Ella es quien cuida de él.

Por el camino, Federici no deja de asombrarse con el verdor del campus. Está fascinada con un arbusto de flores blancas. Pregunta “¿cómo se llama esa flor?” Nadie sabe. Es jazmín.

Silvia Federici en Puerto Rico

Mira de frente los bustos de Luis Palés Matos, Pedro Salinas y Juan Ramón Jiménez. Se ríe. “Es el patriarcado”, señala por la ausencia de esculturas de mujeres a la vista. 

Dice que desde hace mucho tiempo había querido visitar la isla. Residente en Nueva York desde 1967, compartió muchos espacios con puertorriqueños de los que aprendió sobre la lucha independentista y anticolonial. La oportunidad surgió ahora, gracias a la invitación de la APPU, y pudo aprovecharla. 

De las cosas que ha aprendido durante su corta estadía, le sorprende muchísimo que Puerto Rico importe la mayor parte de su comida. 

Es un ejemplo, dice, de cuán fundamental es la lucha por la tierra en cualquier parte del mundo. “Tenemos que recuperar la tierra, recuperar formas de autonomía de producción y colectividad”.

“Se dice ‘el pueblo unido jamás será vencido’. Es una verdad no solamente sobre unirse en las manifestaciones y en la protesta, sino unirse también en los momentos de construcción de nuevas formas de producción”. 

Silvia Federici en Puerto Rico

Desde inicios de su vida académica y activista, Federici ha escrito sobre cómo el capitalismo se desarrolló a partir del control sobre la reproducción y cómo el cuerpo femenino fue clave para la acumulación de capital. 

“El capitalismo, desde el principio, ha necesitado controlar el cuerpo de las mujeres porque lo ve como una fábrica de soldados, una fábrica de trabajadores. En el capitalismo, el cuerpo de la mujer es una fuerza económica”, abunda Federici. Ese control, señala, también es selectivo en cuanto a cómo y contra quiénes se impone. Mientras muchas mujeres son obligadas a parir, la historia cuenta demasiados ejemplos de otras a quiénes se les ha impuesto la imposibilidad de tener hijos mediante la esterilización forzada, como las mujeres colonizadas y racializadas. Puerto Rico tiene su capítulo en esa historia. Aquí, se ejecutaron planes de control de natalidad a través de esterilizaciones masivas y se realizó el primer ensayo clínico a gran escala de la píldora anticonceptiva.

Silvia Federici lleva años defendiendo que el trabajo doméstico es trabajo no pagado. “Eso que llaman amor es trabajo no pago” es una de las frases por las que es más conocida y que ha sido inspiración de murales, graffitis, camisetas y sellitos en muchas partes del mundo. 

A principios de la década de 1970, fue una de las fundadoras del movimiento Salarios para el Trabajo Doméstico. Sostiene que la marginación de las mujeres al espacio individual del hogar es una forma de opresión económica y una explotación que sostiene todo el sistema capitalista.

Todavía, las mujeres son quienes principalmente realizan tareas en el hogar que son indispensables para el funcionamiento de las familias y de su participación en el sistema sin que sean compensadas. “Hoy, por ejemplo, en Estados Unidos, la gran mayoría de las mujeres tiene un trabajo fuera de la casa, y todavía, son pocas las que han sido capaces de, con su dinero, ser autónomas. En realidad, la mayoría está endeudada hasta el fin de su vida. La gran parte de las mujeres cargan con dos y tres trabajos”, señala Federici.

“Desafortunadamente, el movimiento feminista no ha sido capaz de conquistar el servicio social que necesitamos para el cuidado de la niñez, de los mayores, de los enfermos, así que hay millones de mujeres encarceladas en sus casas o con dos trabajos”, lamenta.

Silvia Federici en Puerto Rico

Otras, que sí son remuneradas por algún trabajo de cuidados, lo hacen para otras personas que no son su familia, teniendo que asumir también el de sus hogares. Comoquiera, están precarizadas y tienen muy pocos derechos laborales. Este grupo, lo conforman principalmente mujeres migrantes “de países que el Fondo Monetario Internacional ha pauperizado”, subraya Federici.  

“Si hablamos de construir un movimiento feminista, un movimiento de mujeres, debemos ocuparnos también de luchas que pueden liberar nuestro tiempo, nuestra vida, porque al final de una jornada en la que trabajas 10, 15 horas, sin capacidad de recuperarte, no hay tiempo de ir a una asamblea, a una reunión, para leer un libro, para hacer un encuentro con otras mujeres. Entonces, una condición importante es también liberar nuestro tiempo y energía, así podemos dedicar más tiempo a la lucha y menos tiempo al trabajo”. 

La apuesta de Federici es la construcción de tejidos sociales autónomos. Y asegura que ella no habla de utopías. Ha visto ejemplos de comunidades en América Latina, donde, en respuesta a regímenes fascistas han sido las mujeres quienes se han juntado para organizar la vida con formas comunitarias de producción. Por ejemplo, a través de comedores comunitarios, huertos urbanos y cuidados colectivos.

“Hay una gran inspiración que viene de mujeres que enfrentan situaciones de gran miseria, en las que las preguntas eran ¿vamos a aceptar la derrota o vamos a construir algo diferente? Empezaron juntándose y pensando en los cuidados cotidianos para recuperar la tierra, el tiempo y no dejar que les aíslen”, ejemplifica.

“El feminismo debe crear un sistema que sea justo, que valorice la vida, que ponga fin al colonialismo y al racismo, y a todas las formas de política patriarcal”, reitera.

Silvia Federici en Puerto Rico

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