Foto de archivo de Ana María Abruña Reyes
La necesidad de información precisa, alimentos, ropa, productos para niños y niñas, así como auxilio ante múltiples situaciones de riesgo inminente han sido la constante en las llamadas a las líneas de ayuda de los albergues para sobrevivientes de violencia doméstica durante los primeros días tras el paso del huracán Fiona por Puerto Rico.
No debería ser normal, pero no es extraño. Las mujeres que trabajan ofreciendo apoyo a otras mujeres saben muy bien que, tras un desastre natural, las situaciones de vulnerabilidad se acrecientan para las poblaciones que ya estaban vulnerables.
“Nuestras líneas están funcionando 24/7 y la realidad es que están llamando por todo tipo de violencia, incluyendo situaciones entre familiares, vecinos, porque esta situación exacerba los ánimos”, contó, Vilmarie Rivera Sierra, presidenta de la Red Nacional de Albergues de Violencia de Género. Muchas personas también han llamado porque necesitan ayuda emocional. Otras, artículos de primera necesidad, como vestimenta y pañales.
Son, entonces, las organizaciones las que han podido, aun con todas sus limitaciones, ser la primera respuesta “porque fue lo que pasó con María”, estableció, por su parte, la directora ejecutiva de Hogar Ruth, Lisdel Flores. “Fueron las organizaciones de base comunitaria las que salieron a la calle primero, así que nos hemos caracterizado, incluso los albergues de violencia de género, que de lo que nosotras recibimos, también damos a la comunidad cuando hay necesidad”.
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Un nuevo trauma a la lista de heridas sin sanar
El huracán Fiona se suma a una secuela de traumas por desastres naturales y políticos que han tenido que enfrentar los habitantes de Puerto Rico. Las inundaciones que provocó en su paso dejaron, además, miles de hogares dañados y múltiples pérdidas materiales.
Para las sobrevivientes de violencia de género, la emergencia es aún más complicada.
Mujeres que ya habían salido de los albergues en su proceso de independizarse fuera de los círculos de la violencia doméstica han tenido que regresar, añadió Rivera Sierra ayer, miércoles, justo cuando se preparaba para recibir a una de estas.
“Es un mayor estresor. Es un nuevo evento traumático en el que se revive la incertidumbre. Puede repercutir en esa persona que ya teníamos fortalecida, que la habíamos enlazado con procesos de autosuficiencia, quizás estaba trabajando o estudiando. Todo eso se detiene. En términos económicos, es un cantazo terrible”, añadió Rivera Sierra.
Flores, en su caso, ha tenido que trabajar varios planes de escape y ofrecer múltiples orientaciones.
Vulnerabilidad en aumento
Y es que tanto las mujeres que ya han pasado por un proceso de fortalecimiento con el apoyo de organizaciones y especialistas, como quienes todavía sufren el abuso de sus parejas, los desastres y la ausencia de respuestas eficientes de los gobiernos representan un mayor riesgo.
“La violencia de género tiene raíces en nuestra cultura y, a pesar de que hemos empezado a crear conciencia, está bien normalizada. Cuando ocurren desastres, personas que no tienen recursos para manejar de manera efectiva sus emociones, descargan sobre las personas de mayor vulnerabilidad, que muchas veces, son las mujeres y los más pequeños en la familia”, resaltó la directora ejecutiva de la Casa Protegida Julia de Burgos, Coraly León Morales.
“Cuando se dan desastres naturales, hay unos estresores: quedan aisladas, pierden recursos, a lo mejor hay inseguridad alimentaria, se han perdido casas, vehículos, eso contribuye a las dinámicas e incide sobre las sobrevivientes”, destacó León Morales.
Los agresores, muchas veces, aprovechan la situación para ponerse en contacto, ofrecerles protección y sacar ventaja de los duelos por las pérdidas materiales para volver a tomar control. Esto, muchas veces, ocurre mientras se ha pérdido comunicación con los recursos de apoyo o estas personas también se han visto afectadas por el fenómeno.
La manipulación también sirve para que las sobrevivientes desistan de continuar procesos judiciales que hayan iniciado, estableció Rivera Sierra.
“Históricamente, después de cualquier catástrofe, sabemos que van a pasar una, dos, tres semanas, unos meses en los que los casos explotan, En la medida en la que siguen escaseando los recursos básicos, la luz, el agua, el alimento, las tensiones en el hogar comienzan a incrementar”, señaló Flores.
Necesidades urgentes ante una operación 24/7
A diferencia de lo que ocurrió con el paso del huracán María hace cinco años, que las comunicaciones quedaron interrumpidas, los albergues han podido mantener sus líneas de ayuda operando, sus servicios continúan y siguen admitiendo participantes.
Entre toda la red, mantenían albergadas a 92 personas, incluidas mujeres sobrevivientes y sus crías.
La Casa Protegida Julia de Burgos y el Hogar Nueva Mujer han recibido nuevas participantes en los pasados días y tienen espacios disponibles para mujeres en situación de violencia doméstica que necesitan refugiarse junto con sus crías, confirmaron sus directoras. Hogar Ruth está a capacidad, pero eso no significa que no pueden proveer orientación o ayuda a quienes lo necesiten, destacó su directora ejecutiva.
Por la naturaleza de los servicios que ofrecen, los albergues necesitan mantener generadores de energía y cisternas en funcionamiento mientras se restablecen los servicios de agua y luz. Además, requieren de agua potable para el consumo y para cocinar. Estas necesidades representan gastos adicionales, no cubiertos por las propuestas de fondos que reciben para operar, y que suelen exceder las reservas de emergencia.
Por esta razón, la Red de Albergues de Violencia de Género está solicitando donativos a través de su cuenta de First Bank 8052013134.
Hogar Ruth recibe donativos a través de ATH Móvil, al seleccionar donar /HogarRuthdeMujeres También, solicita donativos de agua en galones y en botellas. Para coordinar su entrega, se puede llamar a los números 787-883-1884 y 787-883-1805
Casa Protegida Julia de Burgos también recibe donativos por ATH Móvil a / CasaJulia y por PayPal a apoyoajulia@gmail.com
“Estamos aquí”
Las organizaciones reiteraron que las personas que sobreviven situaciones de violencia doméstica o conocen a alguien en este situación pueden llamar a sus líneas de ayuda en funcionamiento los siete días de la semana, las 24 horas. A continuación, sus números de teléfono: