Foto de archivo Ana María Abruña Reyes
Ponencia de Shariana Ferrer-Núñez, de la Colectiva Feminista en Construcción, presentada en la audiencia sobre el caso de Puerto Rico ante el Comité de Descolonización (C-24) de la Organización de las Naciones Unidas, celebrada el 20 de junio de 2024.
Saludos miembros del Comité y demás personas presentes.
Me dirijo ante ustedes como dirigente y portavoz de la Colectiva Feminista en Construcción, organización política puertorriqueña, militante, que continua el legado de feministas negras y de la larga tradición decolonial en nuestro país, territorio caribeño. Resistimos la violencia imperialista, colonial, racista antinegra y patriarcal construyendo poder popular y colectivo.
Por más de diez años, hemos denunciado y accionado en contra de estas violencias que se sostienen, nutren y agudizan como consecuencia de la subordinación política y económica de Puerto Rico por parte del imperio de los Estados Unidos de América. La violencia colonial de los Estados Unidos se ha ejercido sobre nuestros cuerpos –cuerpos negros y feminizados– a través de la esterilización forzada, la experimentación con sustancias químicas, así como la violencia sexual por parte de militares y oficiales federales. La colonialidad de género también se expresó a través del servicio militar obligatorio, que le impuso a miles de jóvenes puertorriqueños a pelear guerras ajenas, contra pueblos como nuestro pueblo. Así ha operado el colonialismo y la supremacía blanca estadounidense en Puerto Rico desde 1898: como una negación perversa y sistemática de nuestra humanidad.
Hemos enfrentado por siglos la extracción de nuestros recursos, nos han despojado de nuestras tierras, conocimientos y soberanía, en servicio de la desenfrenada acumulación de riqueza imperialista y colonizadora. El colonialismo, como cualquier parásito, se reformula. En el 2016, el Congreso nos impuso una Junta de Control Fiscal, ente que ha agudizado las políticas de austeridad impuestas sobre nuestra gente. Esta nefasta Junta toma decisiones sin el aval ni la participación de las puertorriqueñas, que vemos con impotencia como se recortan servicios de salud, cómo empeoran nuestras condiciones laborales y se dejan a nuestras viejas sin las pensiones por las que trabajaron durante toda su vida.
Esa violencia se ha materializado también a través del rostro del asentador-colonial que desplaza a nuestras comunidades, mientras evade contribuciones en Estados Unidos. Como parte de la excepcionalidad y alegalidad que articulan a los regímenes coloniales, las leyes locales 20 y 22, ahora 60, han configurado la normativa colonial del desplazamiento que vulnera nuestro territorio dejándolo en las manos del mejor postor. Incentivar la llegada de estadounidenses amparados en estas leyes ha tenido efectos nefastos sobre el encarecimiento de elementos esenciales para el sostenimiento de la vida, como lo es la vivienda y la salud.
El desplazamiento de puertorriqueñas y puertorriqueños no es una cuestión anecdótica. Hoy día, 5.8 millones de puertorriqueños residen en Estados Unidos, mientras que en el archipiélago permanecemos 3.2 millones. Las condiciones de precariedad son aún mayores para mujeres jefas de familia y para las personas de las comunidades LGBTTIQ+ que vivimos bajo el riesgo constante de sinhogarismo, mientras cualquier estadounidense puede entrar y salir de Puerto Rico, no como migrante, sino como quien se pasea por su casa.
Queda de este Comité desenmascarar la falsa idea de que Estados Unidos no sostiene una colonia en pleno 2024. Nosotras, desde Puerto Rico, seguiremos construyendo otra vida, una libre, hermosa y colectiva. Respondemos al llamado internacional de hacerle frente al imperio, pues no hay posibilidad de descolonización usando las herramientas del amo. Tampoco seremos partícipes del genocidio financiado por el mismo gobierno que nos tiene cautivas y subordinadas como pueblo. Lucharemos utilizando todos los medios reconocidos por el derecho internacional, y sobre todo aquellos mecanismos necesarios para nuestra liberación según nos dicte nuestro corazón valiente.
Caerán todos los imperios en nuestros tiempos.
¡Viva Puerto Rico libre! ¡Viva Palestina libre!
Gracias.