Ilustración por Adriana García Soto, de AGar Estudio / @agarestudio
Desde 2019, al menos 156 niños y niñas han quedado huérfanos por feminicidios en Puerto Rico. Pese a la magnitud del trauma que enfrentan, el país carece de una política pública de reparación que les brinde apoyo integral, denunció el Observatorio de Equidad de Género (OEG) durante su conferencia anual, que tuvo como tema central Feminicidios y niñez: estrategias para la reparación y protección.
“Hay un vacío en Puerto Rico para atender estos huérfanos por feminicidios y contrario a otros países no existe una política pública reparadora para estos menores. La ausencia de esta atención específica para poblaciones vulnerables no es inocua, pues genera consecuencias que perpetúan las desigualdades”, advirtió Stephanie Figueroa Figueroa, directora ejecutiva del OEG, durante el evento celebrado este miércoles en el Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico.
De acuerdo con el Observatorio, 459 mujeres han sido víctimas de feminicidios desde 2019, de las cuales 83 eran madres. Cada asesinato deja no solo una vida arrebatada, sino también infancias quebradas por el dolor, la precariedad y la invisibilización institucional.
La analista de datos del OEG, Debora Upegui Hernández, quien compartió las dolorosas estadísticas, urgió al Gobierno a crear un registro nacional con esta información. Actualmente, el Departamento de la Familia no recoge información específica sobre la niñez huérfana por feminicidios. Es el propio OEG quien ha asumido la tarea de documentar y visibilizar esta realidad como parte de sus esfuerzos.
“Esta invisibilidad impide conocer la magnitud del impacto de la violencia feminicida sobre la niñez y las familias y limita la creación de políticas”, dijo Upegui Hernández.

Una deuda histórica con la niñez huérfana por feminicidio
El reclamo del Observatorio se centra en que el Estado no ha desarrollado protocolos diferenciados para niñas y niños cuya madre fue asesinada por violencia machista. Aunque el Departamento de la Familia coordina algunos recursos terapéuticos para menores sobrevivientes de violencia, no reconoce la especificidad del trauma que enfrentan los huérfanos de feminicidio. Tampoco adapta los servicios a contextos de pobreza, discapacidad, raza, migración u orientación sexual de las familias cuidadoras, “reproduciendo patrones de exclusión previos a la tragedia”. “Estos niños y niñas fueron invisibilizados institucionalmente y privados de una reparación digna, integral y transformadora”, denunció Figueroa Figueroa.
Lecciones desde América Latina
Mientras Puerto Rico permanece rezagado, países como Uruguay, México, Argentina, Chile, Perú, Ecuador y Colombia ya cuentan con leyes y programas dirigidos a brindar servicios y apoyos de reparación. Estas políticas, explicó la directora del OEG, responden a un modelo interseccional que busca reparar y no solo atender de manera fragmentaria.
“Muchas de estas políticas y organismos internacionales coinciden en que estas políticas deben incluir cuatro pilares: acceso universal a apoyos económicos y educativos, servicios de salud mental con un enfoque en trauma, registro nacional y políticas coordinadas interseccionalmente”, comentó Figueroa Figueroa.
Romper el ciclo de la violencia intergeneracional
En la conferencia, que fue moderada por la psicóloga Ilia Vázquez Gascot y contó con las preguntas de la periodista y cofundadora de Todas, Amary Santiago Torres, también participaron Marcos Santana Andújar, presidente de la Red por los Derechos de la Niñez y la Juventud de Puerto Rico; la psicóloga clínica Anairy Díaz; Geraldine Guerra Garcé, de Fundación Aldea en Ecuador, y la licencada Daniela Rosero Contreras, de Fundación Legatum en Ecuador.
El consenso entre todas fue claro: la niñez huérfana por feminicidios es víctima directa de la violencia de género y requiere reparación con voluntad política, recursos presupuestarios y un cambio de paradigma.
“Es preciso abandonar la respuesta fragmentaria y reactiva, y avanzar hacia un modelo proactivo, inclusivo y basado en la mejor evidencia internacional y científica. Solo así, Puerto Rico podrá romper el círculo de la violencia intergeneracional, reparar las heridas de una niñez marcada por el feminicidio, y establecer los cimientos para una sociedad más justa, segura y libre de violencias de género”, concluyó Figueroa Figueroa.





