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Viequenses reclaman el derecho a un embarazo respetado

El derecho a parir en paz es la aspiración de Alexandra Connelly Reyes. La viequense, de 24 años, anhela que el primer llanto de su bebé se escuche en la Isla Nena, pero los servicios de salud precarios y la falta de un hospital digno impiden que su deseo se haga realidad.

A sus 29 semanas de embarazo, Connelly Reyes narró las experiencias que como mujer, trabajadora, activista, embarazada y residente en Vieques tiene que pasar para lograr asistir a sus citas de cuidado prenatal en Carolina, un pueblo que se encuentra a más de 80 kilómetros de distancia en la costa norte de Puerto Rico, y para llegar, necesita tomar transporte marítimo.

“Respirar mucho en todo este proceso porque no es fácil. Desde muy chiquita, siempre he dicho que si yo quiero tener un bebé, me encantaría tener un parto natural en mi casa y estoy en esta lucha de que no hay hospital en Vieques”, sostuvo la joven activista.

Al momento de acudir a una sala de emergencias, las personas que residen en la isla de Puerto Rico pueden acceder a servicios de salud sin enfrentarse a los retos que, por años, han vivido las viequenses. Día tras día, las residentes en Vieques experimentan las múltiples necesidades que surgen ante la falta de un hospital donde puedan recibir tratamientos médicos inmediatos, así como otros procedimientos más extensos, como un parto. 

Han pasado seis años desde que la sala de parto del Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) Susana Centeno, ubicado en la isla municipio, cerró a causa de problemas estructurales y del sistema de ventilación. Las mujeres para dar a luz tienen que recurrir a hospitales en Fajardo, Humacao, Carolina y San Juan, aunque el sistema de transporte marítimo, deficiente e impuntual, dificulta sus visitas.

Sufren las consecuencias de un sistema de salud precario

En 2017, los huracanes Irma y María complicaron la situación para las viequenses. Con fuertes lluvias y vientos sostenidos máximos de 225 kilómetros por hora, María dañó el antiguo centro de salud, único lugar donde las habitantes de la isla podían recibir servicios médicos urgentes. 

Centro de Diagnóstico y Tratamiento de Vieques Susana Centeno (Adriana Díaz Tirado)

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el bienestar físico, mental y social debe ser garantizado para todas las personas. Aunque la salud representa un derecho humano inherente, la isla municipio no cuenta con un centro de salud digno desde hace cuatro años, aunque los problemas de falta de equipo especializado y de profesionales de salud ya se hacían notar desde antes. 

“El hospital tenía unos problemas y María los evidenció. Eran problemas de estructura. Lamentablemente, no teníamos servicio”, reveló Zaida Torres Rodríguez, enfermera jubilada y residente en Vieques. 

La fuerza del huracán provocó filtraciones de agua en el techo de la institución y una proliferación de hongos en su sistema de aires acondicionados. Ante el peligro que representaban estos problemas, el entonces alcalde de la isla municipio, Víctor Emeric Catarineau, decidió clausurar el centro. 

La viequense explicó que, para atender la situación, el gobierno habilitó unas carpas en los predios de la antigua instalación. Agregó que los médicos atendían a los pacientes en el estacionamiento. La falta de transporte y comunicación causaron mayores desafíos para las embarazadas, quienes debían acudir a sus citas de seguimiento en la Isla Grande.

“El único servicio médico que funcionó fueron los 330 (Centro de Salud Primaria). El centro se estableció una semana o dos antes de María. Ellos se dieron a la tarea de dar servicios de salud a toda persona que los necesitara. Ese fue el único espacio abierto que tuvimos porque los médicos que habían en el pueblo no nos podían ayudar. Eran parte de la tragedia de Vieques”, detalló la enfermera.


Para Torres Rodríguez, el huracán desató un caos. Afirmó que la ausencia de servicios básicos como el agua y la electricidad afectaron a miles de ciudadanos.

“Vivimos las muertes de personas y cómo no podían estar en neveras porque no había luz. Era un caos y fue duro. La gente se resentía porque no podían darle un entierro digno a sus familiares. Era prepararlos, echarlos ahí [en las cajas] y vámonos para el cementerio”, describió la mujer. 

En 2018, el gobierno habilitó un refugio para que los viequenses recibieran tratamientos médicos de manera temporal. Aunque han pasado cuatro años del poderoso huracán, el hospital permanece en la misma ubicación sin ningún tipo de modificación. 

Las embarazadas continúan sin recibir asistencia en un lugar cerca de sus hogares y los bebés nacen en otras partes del archipiélago, menos en Vieques.

“Todas las embarazadas tienen que transferirse a la isla (Puerto Rico) a buscar un ginecólogo, si hay uno disponible en el momento para atender todo el embarazo. Yo traté de buscar al ginecólogo en Caribbean (hospital), en Fajardo, pero la mayoría de los ginecólogos estaban de parto”, explicó Connelly Reyes.

A las 18 semanas de gestación, la joven todavía no tenía ginecólogo oficial porque el médico disponible en Vieques no atendía embarazos. Además de identificar un ginecólogo, la viequense tuvo que trasladarse hacia Hato Rey para realizarse los sonogramas. Actualmente, se atiende en el Hospital de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Carolina.

Connelly Reyes, quien también se destaca como líder comunitaria, comentó que el servicio de transporte marítimo es otra limitación para las personas gestantes en Vieques, que empeora cuando los embarazos están más adelantados y se les dificulta permanecer de pie mucho tiempo. 

Explicó que la salud mental también se ve afectada cuando los estresores aumentan por falta de una transportación digna y segura.

“Realmente, el transporte es pésimo. No tienen un protocolo de mujeres embarazadas ni de género. No otorgan importancia a que una mujer embarazada no se puede quedar varada o esperar tanto tiempo”, criticó. 

Lee aquí: Las mujeres al frente de las luchas viequenses

Abundan los relatos

Como Conelly Reyes, Minely Domínguez López es otra madre primeriza que enfrentó las dificultades de gestar en Vieques. A principios de la pandemia del COVID-19, la joven madre dio a luz a su hijo en un hospital de Caguas. 

Minely Domínguez López junto a su hijo en la sala de su hogar. (Adriana Díaz Tirado)

“Soy de Humacao. Llevo cinco años en Vieques porque llegué a trabajar y me quedé. Siempre viajaba los fines de semana, pero llegó un punto en que tuve que quedarme en casa de mi mamá. Escogí un doctor de allá porque lo conocía”, señaló la trabajadora social.

Domínguez López, quien labora en la única escuela intermedia de la isla municipio, debía viajar con antelación para no perder sus citas. Reconocía que el sistema de transportación podía fallarle en cualquier momento.

“No me atrevía a irme en la primera lancha del mismo día. No sabía si iba a llegar a tiempo o si me iba a quedar [varada]. Y no, no quería. Para mí, no era permitido perder una cita. Yo quería ir a todo fiel”, mencionó. 

La mujer vivió su embarazo entre dos hogares: el de su madre, en Humacao, y el suyo, en Vieques. Afirmó que gran parte de los médicos que ofrecen servicios en la isla municipio no aceptan planes privados. 

“En Humacao, todo quedaba cerca. Salía del hospital y después podía ir a otros lugares. Ahora, con la pandemia, es un poco más complicado. Tuve momentos de frustración y de tristeza porque me cohibía de hacer cosas. Montarme en la lancha me daba ansiedad”, comentó.

Asimismo, la joven afirmó que la falta de un hospital es una violación a los derechos humanos. Recordó cómo, en distintas ocasiones, acudió al CDT para buscar asistencia médica y no recibió un trato digno.

“Hay que ayudar al pueblo. ¿Por qué nos quieren enfermos, por qué nos quieren sin educación, sin hospital, sin alimento? Para seguir controlando”, sostuvo Domínguez López.

Discriminación contra las madres viequenses

En 2016, Kimberly Díaz Rosas vivió una historia de terror y discrimen durante su segundo parto, realizado en su residencia y bajo su propio cargo. La doula viequense contó que, aunque su proceso no tuvo complicaciones, cuando llevó a su hija al CDT para que le realizaran la verificación requerida, se la arrebataron de sus brazos.

“Llega el momento, siento las contracciones y empiezo mi parto en la piscina de mi casa. Estaba mi grupo de apoyo, mi masajista y mi hija mayor. Todo salió lo más bien. La nena salió bien. Pesó nueve libras. Después que nació, decidí llamar al hospital para que me la pudieran verificar. Llego al hospital con la nena, y le hicieron algunos procedimientos […] Cuando voy a la incubadora a sacar a mi hija, me dicen: ‘No, tú no puedes sacar a tu hija porque fue un parto sucio. Ahora, el Estado se encarga’”, narró la experta en embarazos. 

Los médicos transfirieron a la recién nacida a la Isla Grande, acusando a Díaz Rosas de negligencia porque había decidido parir en su hogar. Durante una semana, la madre viequense rondó los pasillos del Hospital Caribbean Medical Center esperando que le devolvieran a su hija. 

Díaz Rosas, una mujer negra, solo podía ver a su hija cuando debía amamantarla. Denunció que vivió un racismo extremo durante esos días. 

“Tuvieron que llamar al director del hospital cuando cogieron a la nena y la pusieron en el nursery. Entonces, me querían hacer firmar un documento para que le dieran fórmula y les dije que no, que yo iba a amamantar a mi hija. […] Llamaron a una trabajadora social del hospital para que le diera seguimiento al caso. Cada vez que fui a lactar a la nena, estuve escoltada por un guardia”, compartió la mujer de 40 años. 

Díaz Rosas tuvo que llamar a la Oficina de la Procuradora de las Mujeres para que le enviaran un abogado porque continuaban difamando su nombre y cuestionando el proceso del parto domiciliario, contó. Llamaron al Centro MAM, en el que estudió, para que enviaran las certificaciones de que ella podía atender su parto.  

“Le hicieron muestras de dopaje a la nena sin mi permiso. Escribieron en mi expediente que la nena estaba bien, pero su madre era problemática. Viví en el pasillo una semana. No me fui del hospital. Estaba durmiendo en una de las sillas. Tuve que enviar a mi hija mayor para Vieques porque tenía miedo que me la quitaran”, contó. 

La viequense alegó que el personal del hospital la acusaba de no haber tenido cuidado prenatal. No obstante, la mujer indicó que tenía récord con un ginecólogo que ofrecía servicios en el mismo centro de salud.

“Eso fue lo que yo pasé con la nena. Todo fue una tortura. Los doctores de los turnos la conocían. Cuando ella lloraba y gritaba por leche, la escuchaban y me llamaban enseguida. Durante esa semana, vi salir tantos bebés por cesárea. Me daban pena los bebés llamando y no recibiendo amor”, dijo la residente del sector Villa Boquerón.

Este medio solicitó una declaración a la administración del Hospital Caribbean Medical Center, pero no recibió respuesta.

Los peligros de los partos inducidos 

En el caso de las mujeres, la situación se intensifica porque sufren de violencia obstétrica al no tener el tratamiento adecuado por falta de un hospital fijo. Las embarazadas deben acudir a la Isla Grande para sus citas ginecológicas, pues el municipio cuenta únicamente con un médico especializado en el área, el doctor Frankie del Olmo, quien también es director interino del CDT. 

La mayoría de los partos en Vieques son inducidos, proceso que estimula las contracciones uterinas durante el embarazo antes de que comience el trabajo de parto. Muchos obstetras adelantan los partos de las viequenses debido a que no tienen un hospital y deben planificar con antelación los nacimientos. 

“Ellos están programando estos partos mucho antes de fin de término. Por eso, pienso que muchos bebés tienen problemas respiratorios, ya que lo último en desarrollar son los pulmones. […] Después de recibir los medicamentos para inducir el parto, le dan contracciones mucho más fuertes. Las mujeres no están preparadas”, explicó Díaz Rosas, doula que ha ayudado a muchas viequenses en sus embarazos.  

Por su parte, la doctora Yari Vale Moreno, ginecóloga y catedrática del Recinto de Ciencias Médicas de la UPR, manifestó que la violencia obstétrica es un término bastante amplio que comenzó en Venezuela, en el contexto de la relación médico-paciente. Apuntó que los partos inducidos culminan en más cesáreas, por lo que podrían considerarse parte de la violencia obstétrica considerando el contexto de Vieques. 

“Hay inducciones que son fallidas y uno no puede médicamente suavizar el cuello de la matriz para que la mujer pueda parir vaginal o para que las contracciones sean eficaces como en un parto que progresa naturalmente. Dado las condiciones de Vieques y Culebra, se pueden dar muchas intervenciones médicas que se consideren innecesarias”, detalló la doctora.

Según el Índice Integral de Salud Materno-Infantil para Municipios de Puerto Rico, y como reportó Latino Rebels, la región de Fajardo, que incluye las islas municipios, tuvo el peor estado de salud materna e infantil para 2018. 

Las expertas agregaron que la falta de una sala de parto contribuye a que no se puedan recolectar datos sobre los nacimientos en la isla de una manera más confiable y veraz. 

“Es sumamente injusto no poder acceder a un servicio de calidad y especialmente cuando estás hablando de un parto y que puedan parir naturalmente sin necesariamente ser planificado como lo están haciendo ahora”, opinó Vale Moreno.

La precariedad tiene historia en Vieques 

Por años, las residentes en Vieques han denunciado los problemas de salud que viven. Ante sus reclamos, el gobierno se hizo de la vista larga, dejando la salud de los viequenses en estado de abandono.

Torres Rodríguez, quien laboró como enfermera durante 18 años, mencionó que los problemas de salud empeoraron en la década de 1970, periodo en que el hospital se convirtió en Centro de Diagnóstico de Tratamientos (CDT). 

“La crisis se agudizó, entre 1978 y 1979, cuando Vieques dejó de tener un centro de salud donde se hospitalizaba, se hacían partos y otros procedimientos. Entonces, se convirtió en un Centro de Diagnóstico y Tratamientos”, dijo, con frustración, Zaida Torres Rodríguez, la enfermera jubilada. 

Ahora, décadas después, apenas hay un edificio que simula ser una sala de emergencias con pocos recursos. 

Este medio consultó a varias viequenses para conocer los servicios que, hasta el momento, se ofrecen en el hospital. Las mujeres aseguraron que la institución cuenta con una sala de emergencias, un centro de diálisis y algunos contenedores donde se ofrece asistencia médica privada. 

La viequense recordó que, antes de ese periodo, el hospital contaba con médicos y especialistas que proveían servicios durante la semana. A su juicio, “el equipo de trabajo funcionaba”. 

La Ley 45 obligaba a los médicos a realizar un año de servicio en áreas de difícil reclutamiento. […] En 1977, Vieques tuvo una zafra de médicos. Los servicios no eran los mejores, pero teníamos unos doctores comprometidos que se las daban de todas”, enfatizó la enfermera.

Los cambios organizacionales causaron que se dejaran de practicar partos, por lo que las embarazadas tuvieron que trasladarse a otros ayuntamientos para tener a sus bebés. Asimismo, la situación provocó que los médicos especialistas dejaran de visitar la isla municipio y el entonces edificio comenzara a sufrir daños estructurales por abandono. 

“A partir de ahí, Vieques fue abandonado por completo. Dejaron de venir los médicos especialistas cada cierto tiempo, no se hospitalizaba, el laboratorio dejó de funcionar, la farmacia que había se desapareció […] Dañaron el sistema de Vieques y ahora no tenemos nada”, precisó la mujer desde la sala de su hogar. 

“Es pésimo [el hospital]. Es como si fuese literalmente un refugio”, manifestó Díaz Rosas, quien recientemente acudió al centro de salud en busca de ayuda. Su hija menor necesitaba que le tomaran una radiografía, servicio que la mayoría de los hospitales ofrecen. 

“Es una tristeza profunda… Estar dos semanas, a veces meses, para tratar de hacer una placa nada más porque, si no es el hospital, es la lancha. No tenemos transporte allá y es un monopolio acá. Es mucho lo que tenemos que hacer para llegar allá (la Isla Grande), que a veces uno ni siquiera tiene el deseo de salir de Vieques”, compartió.

No son casos aislados

En los últimos años, dos muertes evidenciaron la crisis salubrista que afecta a miles de viequenses. El caso más reciente fue el deceso de un menor de edad, quien falleció por complicaciones de salud antes de que el personal de emergencias pudiera transportarlo al hospital más cercano. 

Según el reporte de la Policía, los doctores que lo atendieron ordenaron su traslado a la Isla Grande. No obstante, al salir hacia el aeropuerto, la condición del niño empeoró. Los paramédicos tuvieron que regresar al CDT, donde los galenos certificaron su muerte.

De igual forma, el fallecimiento de la adolescente Jaideliz Moreno Ventura confirmó la crítica situación de salud que los viequenses han denunciado por años y puso de manifiesto, nuevamente, la precariedad de servicios luego del huracán María. La adolescente, de 13 años, murió en las instalaciones provisionales que el gobierno designó como sala de emergencias, donde no disponían de un ventilador mecánico para ella.

Columnas de bloques de cemento colocadas en la plaza de Vieques, frente a la alcaldía, en protesta de la falta de un hospital digno. (Adriana Díaz Tirado)

La muerte de Moreno Ventura movilizó a la comunidad viequense a expresar su repudio hacia el abandono y violación de derechos humanos en la Isla Nena, tal cual sucedió con la muerte de David Sanes, en 1999, con respecto a la ocupación de los terrenos por parte de la Marina de Guerra de los Estados Unidos. 

La crítica situación de los servicios de salud no es el único reto al que se enfrentan los habitantes de la isla municipio. Se suman otras dificultades como la precariedad en los sistemas de educación, transporte, derecho a la vivienda, alimentación, entre otros.

“Se trata de una violación de los derechos humanos. Esta es la realidad que vivimos todos los viequenses. La falta de salud, educación y transportación […] son violaciones”, afirmó la enfermera. 

La mujer, quien es abuela del primer niño nacido en la sala de partos del antiguo hospital, señaló que los viequenses han sido discriminados y abandonados por décadas. Gran parte de su población, que consiste mayormente de personas envejecientes, padece de enfermedades graves como hipertensión, diabetes, cáncer, entre otras condiciones crónicas. 

La exlegisladora municipal Elda Guadalupe Carrasquillo denunció que la isla no cuenta con una ambulancia aérea que sirva de transporte en situaciones de emergencias. En su lugar, los viequenses cuentan con una avioneta que solo puede transportar a pacientes estables. 

“No hay una ambulancia aérea que sea designada para nosotros. Normalmente, la ambulancia está en Ponce. Así que para sacarla de allá para acá hay excusas o se dice que el tiempo no da. Lo que usan para trasladar una emergencia aquí ahora mismo es una avioneta de pasajeros (no certificada) que lo que hacen es retirar los asientos y montar la camilla”, recalcó la también madre. 

Todas se comunicó con el Departamento de Salud para obtener declaraciones sobre la labor de los médicos y el funcionamiento del hospital. Al momento de esta publicación, el medio no obtuvo respuestas.

Gastos para la planificación de un parto

Para planificar un parto en la Isla Grande, son muchos los gastos que las viequenses deben tomar en cuenta. Las residentes de la isla municipio deben considerar los costos del transporte, hospedaje, comida, entre otras cosas. 

En algunas instancias, han planificado un viaje, pero se ven limitadas porque se cancela o la lancha se atrasa. Los minutos de espera en el puerto, a veces, se convierten en horas. 

“Las embarazadas deben tener un presupuesto mensual no solamente para las citas médicas. Entre la transportación (lancha y vehículo), la comida y demás, por lo menos, $60 van a gastar […] No es fácil, pero nosotros nos acostumbramos y aprendemos a manejar la situación. La vida nos obliga”, puntualizó Torres Rodríguez. 

Una promesa sin fecha de cumplimiento

Tras años de espera, funcionarios del gobierno iniciaron una discusión para la construcción de un hospital en Vieques. El debate se centró en buscar alternativas para frenar las desigualdades de salud que experimentan los residentes de la isla municipio.

A finales de 2019, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) destinó fondos millonarios para la construcción del nuevo hospital. Hace unas semanas, el gobernador Pedro Pierluisi Urrutia presentó el diseño de lo que será el nuevo hospital de los viequenses. 

Para la construcción del nuevo centro de salud, FEMA comprometió en enero de 2020 $39.6 millones, bajo el acuerdo con el gobierno de Puerto Rico y el Municipio de Vieques de que el costo total del proyecto sería de $44 millones.

El gobernador Pedro Pierluisi indicó recientemente que el costo total ascenderá a $56 millones. El gobierno central deberá asumir la diferencia ($17 millones) entre el dinero asignado y esta cifra. El primer ejecutivo informó que el centro de salud no se ubicará en sus antiguas instituciones, sino que será una nueva estructura a tono con los vigentes códigos de construcción y que incluirá una sala de parto. Añadió que la construcción comenzará en el 2022, cuando habrán pasado cuatro años del huracán María. El gobierno espera terminar el centro en el 2024.

“¡Queremos que nuestros hijos nazcan en Vieques!”

Son muchas las mujeres que desean parir en Vieques y que el certificado de nacimiento de sus hijos tenga la información del lugar en donde los gestan y aspiran criarlos.

“Si la vida me hizo de aquí, por qué no pude nacer aquí (Vieques), pues yo debo estar aquí. Llegué a un lugar hermoso, a un lugar súper especial y mágico que tiene muchísima historia, antes de Estados Unidos, antes de España. En Vieques, la vida siempre fue posible. Que el gobierno imposibilite la vida es muy diferente”, manifestó Connelly Reyes.

Lee aquí: La Colmena Cimarrona: mujeres que gestionan la soberanía alimentaria de Vieques

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